Hoy presentamos un caso sin resolver. Con el absoluto respeto a la familia de los aquí aludidos y la franca convicción de que el conocimiento de los hechos podría contribuir a que alguien, en algún lugar, descubra que tiene, sin saberlo hasta ahora, la pieza clave para resolver el enigma. El criminólogo José Manuel Morín, nos introduce en un caso que hace 30 años que espera una respuesta.
Por José Manuel Morín Barrios
El próximo 26 de junio se
cumplirá el treinta aniversario del "caso más extraño de toda Europa"
tal y como lo bautizó la Interpol: La desaparición de Juan Pedro Martínez Gómez
el niño de Somosierra. A pesar de la cantidad de años transcurridos son
muchas las interrogantes que todavía quedan por resolver y muy pocas las
certezas en un caso que atrae por igual a criminólogos como a amigos del
misterio.
De las doce paradas que
realizó el vehículo en el ascenso a Somosierra destaca una, la última, que tuvo
una duración de treinta segundos y que pudo haber sido el desencadentante de
los hechos que ocurrirían después. Primeramente se vinculó a Andrés con tráfico
de drogas. Especialmente cuando, un año después del accidente, varios medios
apuntaron que la Guardia Civil había encontrado heroína en un hueco de la
cabina del camión accidentado en Somosierra. Según esa teoría, los narcos
habrían secuestrado al niño en la última de las doce paradas que realizó el
camión en el ascenso a Somosierra para garantizar que Andrés transportaba la
droga.
Para añadir más misterio a
todo lo que rodea a este caso, hasta tres testigos directos del accidente
fallecieron en circunstancias poco habituales. Uno de ellos en un accidente de
tráfico, cuando se estrelló frontalmente con otro vehículo. Mientras que otras
dos personas fallecieron atropelladas. Y todo esto se produjo en un corto
periodo de tiempo, lo que hizo que la familia tuviera la teoría del secuestro
del pequeño Juan Pedro como la opción más viable de lo que ocurrió aquel día en
Somosierra.
Por José Manuel Morín Barrios
Juan Pedro, el niño de Somosierra |
Tras un curso escolar en el
que Juan Pedro, de diez años de edad, había conseguido unas buenas notas, sus
padres decidieron premiarlo con pasar unas vacaciones recorriendo el País Vasco
ya que el padre, camionero de profesión, debía transportar 20.000 litros de
óleum (ácido sulfúrico casi puro) a una empresa petroquímica de Bilbao. El viaje
iba a ser largo, aunque lo realizarían fundamentalmente durante la noche para
aprovechar que había menos tráfico. Por ello, la familia al completo se puso en
marcha desde la localidad de Fuente Álamo en la que residían a las 19.00 horas
del 25 de junio.
Los primeros kilómetros
transcurren con total normalidad. Hacía las nueve de la noche el vehículo
realiza una parada en Cieza donde la familia cenó en el restaurante Venta del Olivo. A las doce y doce
minutos de la noche volvieron a detenerse media hora en la gasolinera de Las
Pedroñeras, en Cuenca. A las 3 horas llegaron a otra gasolinera en la entrada
de Madrid, la de Los Ángeles, en donde estuvieron más de una hora ya que se
supone que Andrés echó una cabezadita. Reanudaron el camino a las cuatro y trece
minutos de la madrugada. Tras detenerse un par de minutos a las 5 horas, a la
altura de San Agustín de Guadalix, realizaron su última parada a las cinco y
veinte de la madrugada, para desayunar en el Bar Aragón (Cabanillas de la
Sierra) y después reemprendieron la marcha.
Tras el desayuno, la
familia reanudó la marcha, ascendió el puerto de Somosierra por la antigua
Nacional I y en el descenso el camión chocó con otros camiones y volcó. Un
impacto que resquebrajó la cisterna y provocó que el ácido se esparciera por la
carretera, el campo y el río, originando una catástrofe medioambiental.
Mientras tanto, entre los hierros del camión yacían sin vida los cuerpos de Andrés
Martínez y Carmen Gómez.
La sorpresa
Cuando la Guardia Civil se
personó en el lugar del accidente comenzó un arduo trabajo para frenar el
impacto del óleum en el medio ambiente y para tratar de identificar a las
víctimas. Cuando pudieron identificar a los cadáveres, las fuerzas de seguridad
comunicaron a la familia el fallecimiento de Andrés y Carmen. Y fue entonces
cuando llegó la primera sorpresa para la Guardia Civil. "¿Como está el
niño? ¡Por favor, dígame que mi nieto está bien!, preguntó la abuela de Juan
Pedro. "¿El niño? ¿Que niño?. En ese camión no viajaba ningún niño"
respondió el miembro de la Benemérita. A partir de ahí comenzó una frenética
lucha contra el tiempo para encontrar a Juan Pedro Martínez Gómez.
La investigación
Se buscó por los
alrededores, se registró la cabina del camión, se distribuyeron carteles con la
fotografía del niño, pero todo fue en balde. Juan Pedro no apareció. Se
especuló con la posibilidad que el ácido vertido en el accidente hubiera
causado la disolución del cuerpo del joven, aunque tras experimentar con huesos
de animales, los expertos desestimaron esta tesis. Plagados de dudas, los
investigadores examinaron el tacógrafo del camión en busca de información que
les permitiera conocer el paradero de Juan Pedro, aunque lo que encontraron
fueron más preguntas por resolver. Según el tacógrafo el vehículo había
empleado una hora y veintitrés minutos en recorrer los cincuenta kilómetros que
separaban el Bar Aragón del lugar del accidente. Teniendo en cuenta que no
había tráfico y que las condiciones de la carretera eran buenas resultaba muy
ilógico que el vehículo hubiera empleado tanto tiempo en hacer ese recorrido.
Aunque más sorprendente era que el camión se hubiera detenido en doce ocasiones
en los primeros veintitrés minutos desde que reanudó la marcha tras desayunar.
Hay quién lo atribuye a la maniobra de conducción del doble embrague, aunque
expertos camioneros rechazaron esa opción. Finalmente, la otra sorpresa que
deparó el examen del camión fue que éste había realizado el descenso del puerto
a una gran velocidad, incluyendo picos de hasta ciento cuarenta kilómetros por
hora, algo que provocó que Andrés perdiera el control del camión y que esté
acabara volcando.
Un Tacógrafo |
Dos automóviles escoltarían
al camión, uno por delante para comprobar si había control de la Guardia Civil
y otro por detrás que iba siguiendo al camión. Pero en el trayecto se
encontraron con un control de la Guardia Civil. Sin tiempo para avisar al
camión transporte, los narcos se dieron a la fuga abandonando el alijo de
droga, pero con su garantía a bordo: Juan Pedro. El segundo vehículo sería el
que, al ver el accidente, había parado para recoger el alijo. Y eso explicaría
porque unos pastores de la zona aseguraron a ver visto a dos personas con bata
blanca bajar de una furgoneta Nissan Vanette, estas se habrían detenido junto
al camión accidentado. Los testigos fueron más allá e indicaron que una de las
personas que tenía bata blanca era una mujer, que se había interesado por uno
de los heridos de los otros camiones involucrados minetras un hombre recogía un
bulto grande del camión de Andrés y Carmen. Posteriormente abandonaron el lugar
del accidente.
Otras teorías
Aunque no fue la única
teoría en la que estas personas entraron en escena. Otra pista la proporcionó
un profesor de autoescuela de Madrid en 1987 al afirmar que una tarde del mes
de mayo una mujer ciega de nacionalidad iraní -que huía del régimen de Jomeini
y estaba refugiada en España desde hacía seis meses- le había pedido la
dirección de la Embajada de Estados Unidos en Madrid. Esta mujer iba acompañada
de un niño de diez u once años que hablaba castellano con acento andaluz, lo
que sorprendió al profesor. Posteriormente el profesor reconoció al niño en un
reportaje de televisión, en el que se decía que en lugar del accidente había
parado una furgoneta de la que se habían apeado un hombre y una mujer,
quedándose en el interior del vehículo otra mujer mayor, que nuestro hombre
pensó podría ser la ciega que se había presentado en la autoescuela. Sorprendentemente
nadie investigó esta pista.
Recortes del caso en los periódicos |
Otra teoría destacaba que
la Nissan Vanette que se detuvo, pudo haber encontrado con vida a Juan Pedro y
que lo trasladaron a algún hospital, aunque nunca se tuvo constancia de esto.
Sin embargo, en tiempos más recientes circuló por internet una carta anónima en
la que se pedía que se dejara de investigar el caso del niño de Somosierra, que
sí que lo habían recogido con vida los ocupuantes de aquella furgoneta pero que
había fallecido en el traslado al hospital. Al ser anónima no se ha podido
investigar y su credibilidad está en entredicho. Aunque no deja de ser una
vuelta de tuerca para el caso más extraño de toda Europa. Un caso que tiene
pocas certezas y muchas preguntas abiertas en el treinta aniversario de los
hechos.
Durante años,no le ví la lógica a aquel suceso,pero con el paso de los años,las piezas del puzzle ya empiezan a encajar.Creo que lo de llervarse a su hijo por las buenas notas que obtuvo en el colegio la verdad que no iba por ahí la cosa,sino al contrário,los padres de Juan Pedro fueron el objetivo de vete a saber quién para que trabajaran para ellos transportando drogas y que el niño fué el daño colateral de aquellos hechos.
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