El caso Macastre es uno de esos casos olvidados injustamente y que tuvo
la buena o mala suerte de acontecer antes del revuelo mediático que supuso el
Crimen de Alcàsser, el triple asesinato que abrió la puerta de los crímenes
mediáticos al común de los españoles. De tanto en tanto, alguna web o algún
criminólogo o periodista de mayor o menor relevancia, rescata los sucesos de
Macastre, generalmente para dejarse llevar por algún detalle macabro, ponerlo
en relación con el crimen de Alcàsser, o repetir y perpetuar las muchas
deformaciones que otros, anteriormente, han salpicado por las redes sociales
sin el debido control de la veracidad de los hechos que contaban. En definitiva,
si Macastre es un caso oscuro y sin respuesta a día de hoy, las redes sociales
y la poca atención que ha recibido de investigadores nada rigurosos, lo han
hecho aún más escabroso y deformado.
En Macastre también hay tres víctimas, tres cadáveres, aparecidos, en
esta ocasión, en escenarios diferentes aunque cercanos y en circunstancias
extrañas. También las víctimas son jóvenes de la misma edad que tenían Miriam,
Toñi y Desirée cuando Anglés, Ricard, o quien fuera les segó la vida y la
investigación de los hechos fue, cuanto menos, igual de inadecuada o tal vez más.
Sucedió en 1989 y lleva, por tanto, 30 años sin resolverse.
Por todo lo dicho con anterioridad es tan meritorio el trabajo que, dentro del Proyecto Prom han
llevado a cabo el fundador de la Asociación Laxshmi, Félix Ríos, y su
colaborador, Amós Vanacloig, coordinador de la Asociación en el área de Valencia,
que se han acercado al caso Macastre con visión de criminólogo y rigurosidad de
científico, resultando de ello un sólido estudio y una investigación impecable
revisando todos y cada uno de los sucesos de aquél expediente sin dejarse
llevar por mitos ni prejuicios, acudiendo a las fuentes originales, el archivo
de la investigación, y recreando sobre el terreno, esa investigación, para
aportar luz, en la medida de lo posible, a lo que sucedió en Macastre.
Porque no de otra cosa se trata este libro: de exponer, clara y
rigurosamente, los pasos de la investigación original, los informes forenses y
la revisión que ambos criminólogos han llevado a cabo desplazándose a los
escenarios de los sucesos. Partir de cero, sin teorías preconcebidas, con un método
analítico pulcro y riguroso: reuniendo primero el material fiable y despreciando
las mixtificaciones posteriores, acudiendo al lugar de los hechos,
entrevistando a quienes se prestaron a hablar de esos sucesos y tuvieron
conocimiento de ellos de primera mano y derivando las conclusiones que pueden
obtenerse de las pruebas sólo cuando se tiene toda la información al abasto. Ésta
es la manera de proceder si se quiere conseguir que, algún día, alguien
encuentre la llave que nos permita romper el velo de misterio que el caso, aún
después de esta segunda visita, sigue manteniendo. Ahora, sin embargo,
conocemos mejor los hechos, tenemos hipótesis verosímiles para comprender lo
que sucedió, hemos prestado atención a las víctimas, a los hechos tal y como se
fueron sucediendo y, también, a las revelaciones -y a las carencias- de los
informes forenses.
¿Qué pasó en Macastre? Es una investigación modélica, que ambos
autores han puesto a nuestro alcance para que podamos, también nosotros,
revisitar el caso, reanalizar los hechos, corregir los posibles errores que descubramos
en sus conclusiones o, sencillamente, tomar como imagen para realizar nuestra
propia investigación sobre cualquier otro caso.
También es un trabajo imprescindible para los que quieran conocer el caso
con exactitud o para quienes se interesen por las posibles conexiones de este
caso con el de Alcàsser, muchas veces puesto en relación y de lo que los
autores no hablan mucho, pero no eluden, ya que se centran en el repaso de los
hechos y sus posibles implicaciones criminológicas.
En la Agenda del Crimen nos consta que Félix y Amós no han cerrado el expediente.
Que tras escribir el libro, la carpeta sigue abierta sobre su mesa, esperando
nuevos datos que acaben de colocar los eslabones que faltan en la investigación,
deseando que pase, para poder dar a las víctimas la paz que merecen gracias a
alcanzar a conocer la verdead de lo que les pasó. Y también nos consta que
seguirán investigando otros sucesos y podrán, así, entregarnos más ejemplos de cómo
un criminólogo debe hacer su trabajo. Así que nosotros también dejaremos hueco,
en nuestra estantería, para un segundo libro de estos grandes profesionales. No
dejen de leerlo.
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