Ars Moriendi 10: El caso Caravaggio. Genio y Figura

La pintura de Caravaggio siempre fascina e inquieta a la vez. Maestro del Tenebrismo, que es casi tanto como decir que era un maestro de la luz y de las sombras, iluminaba sus cuadros con una luz cálida que negaba, sin embargo, el amplio margen de sombra que dejaba al misterio. Su vida, al parecer, también se debatió entre su exposición demasiado evidente a las luces de los candiles de tabernas y lupanares, donde encontraba a sus modelos, como de las sombras de la muerte, con la que se batió en duelo en varias ocasiones. De cómo se resolvió -y de las tinieblas que envuelven ese trance- el duelo definitivo con la señora de la guadaña, es de lo que trata este artículo


Si al comentar el Caso Malowe nos permitíamos realizar un paralelismo entre el dramaturgo isabelino y el poeta romántico Byron, al analizar la trayectoria de Caravaggio resulta casi inevitable establecer la comparativa con otro genio del Renacimiento italiano,
  como fue Benvenuto Cellini.

Si Cellini se jacta en su autobiografía de haber matado en duelos, venganzas y pendencias a varios hombres (y hasta a alguna mujer, si hemos de hacerle caso; aunque su Vita está repleta de exageraciones y fabulaciones -1-). Caravaggio, como mínimo, se vio envuelto en cuatro peleas a muerte (aunque habría que añadir una quinta, según veremos), de las cuales salió airoso en las tres primeras (airoso, pero homicida), mientras que la última, en Nápoles, casi le cuesta la vida y le dejó destrozado el rostro hasta el punto de resultar casi irreconocible. Milagrosamente se salvó, y poco después puso rumbo a Roma, con la esperanza de comenzar una nueva vida.  Allí encontró el perdón, pero también  su destino, fatal y misterioso, al que esta vez no pudo esquivar.

Algo más de 40 años atrás, el 13 de Febrero de 1571,  había  muerto en Florencia, ciudad que le dio la gloria, Benvenuto Cellini, cuyo Perseo aún se yergue aún majestuoso, desafiando al tiempo y a los turistas, en la Piazza della Signoria. Meses después, y apenas unos días antes de la Batalla de Lepanto, nacía en Milán, en el seno de una familia acomodada, Michelangelo Merisi da Caravaggio (2).

Cellini nació en el esplendor del Renacimiento,  y él mismo será reflejo y paradigma del Cinquecento.

Caravaggio, en cambio, nace en las postrimerías, y su vida se va a desarrollar en ese paréntesis, en ese terreno fronterizo que comienza con el manierismo y acaba con los dolores de parto del Barroco, recién estrenado el siglo XVII.

Pero esto, lejos de ser un obstáculo, lo convirtió en una ventaja. Caravaggio es un innovador, un precursor y un rupturista, lo que le permitió asombrar a su audiencia, y a veces, --no pocas--, escandalizarla.


Benvenuto Cellini


Su carácter atrevido y bohemio, cuyos rasgos ya hemos adelantado al comienzo, lo alejaron pronto de cualquier comodidad y  aburguesamiento (si  se me permite el anacronismo), y lo llevó a salir de Milán y a vagabundear por Roma hasta que fue capaz de abrir su propio taller tras conseguir la protección del Cardenal Francesco María Del Monte, famoso por su mecenazgo de las artes. Y resulta sorprendente que la protección del Cardenal se extendiera durante años, porque Caravaggio pronto habría de causar escándalo,  no sólo por sus costumbres, sino también por su propia obra, en la que al realismo y la sensualidad de sus pinturas (también las religiosas), se añadía el original uso del claroscuro y, sobre todo, el hecho insultante de que los modelos que empleaba para aquéllas provinieran del lumpen romano que él frecuentaba asiduamente: prostitutas (una de sus Vírgenes resultó ser una conocida meretriz de la ciudad), chaperos, rateros, e incluso cadáveres.

Resulta ajustado decir que gustaba y era odiado a partes iguales, pero lo cierto es que siempre se las ingenió para tener protectores poderosos que le permitieron salir indemne de escándalos, trifulcas, juicios y vendettas, una y otra vez.

Así fue en Roma y en otras ciudades de Italia por donde vagó (en ocasiones huyendo del castigo por sus crímenes, o bien de la venganza de los ofendidos), hasta que en el verano de 1610, tras volver a Roma para ser indultado por el Papa del asesinato de Ranuccio Tomassoni, al que había matado en 1606 y por el que huyó a Nápoles, Caravaggio, de pronto, desaparece.

El 28 de Julio un  periódico privado de Roma que se escribió  para la corte de Urbino anunciaba que “se ha recibido noticia de la  muerte de Michel Angelo Caravaggio, pintor famoso y excelentísimo en el arte del color y en la pintura del natural, a resultas de su enfermedad en Porto Ercole (3)”. No daba más explicaciones, y sobre todo no aclaraba qué enfermedad era ésa que  le ocasionó la muerte.

Tres días después, se escribe un nuevo aviso, que advierte de lo siguiente:

Ha muerto Miguel Angelo da Caravaggio, célebre pintor, en Porto Ercole, mientras iba de Nápoles a Roma por haberle sido concedida gracia de su santidad sobre el delito capital que sobre él pesaba

Giovanni Baglione, pintor e historiador del arte contemporáneo de Caravaggio, le dedicó una pequeña biografía en la que consideraba que su muerte se había producido  tras haber sido apresado por error y encerrado en prisión dos días, y una vez liberado:

andaba como desesperado por aquella playa bajo el látigo del sol León, por ver si en el mar podía avistar al bajel que llevaba sus cosas. Al fin llegó a un lugar de la playa donde hubo de acostarse con fiebre maligna, y sin ayuda de nadie murió en pocos días malamente, igual de mal que había vivido

Sin embargo, por error situaba el fallecimiento en el año 1609.

Un amigo de Caravaggio, el jurisconsulto Marzio Milesi, en cambio, afinaba la fecha del fallecimiento y la situaba el 18 de Julio de 1610, pero no aportaba información sobre la posible causa de su muerte.

Durante mucho tiempo no se supo realmente qué ocurrió con el cuerpo de Caravaggio. No hubo funeral ni entierro oficial y nadie reclamó sus restos. En cuanto a su muerte, se especuló con que la “fiebre maligna” fuera, en realidad, malaria, endémica en la zona costera; pero sin pruebas.

Sin embargo, han acabado llegando otras teorías mucho menos prosaicas y más ajustadas, con razón o sin ella, al temperamento y a la biografía de Caravaggio. 



Paradigmática fue hace unas décadas la del profesor Vincenzo Pacelli, especialista en Caravaggio,  según la cual el artista habría sido asesinado nada menos que por caballeros de la Orden de Malta antes de embarcar para Roma, o puede que en el mismo barco que partió de Nápoles y con el que el artista pretendía por enésima vez  escapar de sus enemigos y salvar su pellejo.  Todo  lo contado posteriormente (su llegada a Roma, el perdón papal, su muerte en la playa), sería una patraña, una historia construida por sus poderosos enemigos…

¿Pero es esto posible, o se trata de una ficción interesada, de una esas conjeturas artificiales fabricadas para justificar la venta de nuevas biografías de personajes históricos?

Luis Antonio de Villena, en su libro sobre Caravaggio (4), al llegar al desenlace cita a Pacelli y se pregunta expresamente, “¿Qué ocurrió? ¿Qué camino seguir?”

La respuesta que ofrece (5) opta por la prudencia y la ambigüedad: Caravaggio tenía decidido el viaje, “porque temía ser asesinado”, de forma que, “con  viaje o sin él –o quizás sólo con el inicio—muy probablemente Michelangelo Merisi fue asesinado, ajustando cuentas, por los caballeros de Malta”, no descartando totalmente que el asesinato se produjera recién llegado a Roma. En cuanto a la noticia de su muerte en las playas por fiebres malignas, la habría propagado el nuncio Gentile que así se la habría contado al cardenal Borghese, admirador del artista.

Sin embargo, recientes descubrimientos, desconocidos tanto por Pacelli como por Luis Antonio de Villena al momento de escribir sus biografías, han permitido ajustar mucho mejor los hechos.


El juego de carta (Caravaggio)


Para entenderlos, debemos retroceder varios años en la biografía de Caravaggio, a su etapa romana, y concretamente al 28 de mayo de 1606 cuando en una partida de “pallacorda” (5) mata a un jugador, Ranuccio Tomassoni. Era el segundo incidente grave que protagonizaba en pocos meses. En julio del año anterior había  sido acusado de haber herido en el  rostro al notario Mariano Pasqualone con un golde de daga. Entonces esquivó a la Justicia huyendo a Génova, pero pronto pudo volver a Roma, siempre bajo la protección de sus poderosos admiradores. Esta segunda vez, sin embargo, se trataba de un homicidio, y Caravaggio se vio obligado a escapar de nuevo, refugiándose en Nápoles, fuera del alcance de la Justicia papal.

Como hombre de fama que era (en todos los sentidos), pronto contó con la protección de la poderosa familia de los Colonna que lo convirtieron en la estrella de la pintura napolitana, hasta que al poco tiempo tuvo lugar un inesperado y rocambolesco giro en su fortuna porque nada menos que el Gran Maestre de la Orden de los Caballeros de Malta, Alof de Wignacourt, entusiasmado con sus pinturas, irrumpe en escena, se compromete  a interceder para conseguir su indulto por el asesinato de Pasqualone, lo propone como caballero de la Orden (en qué estaría pensando) y le nombra pintor general de la misma.

Así que Caravaggio se instala en  Malta en el verano de 1607. Pero, para variar, no tarda en verse envuelto en una nueva riña callejera en la cual, esta vez, quien resulta gravemente herido es un poderoso caballero de la Orden, cuya identidad aún no  se ha despejado. Caravaggio es arrestado pero, nuevamente, consigue fugarse con la ayuda de terceras personas. La Orden decreta su busca y captura, y el 1 de diciembre de 1608  lo expulsa formalmente por “faltas a la moral y ser un miembro non grato” (lo que no deja de ser ridículo porque Caravaggio no había ocultado nunca su desinterés por la moralidad, ni había sido en su vida lo que se dice un modelo de caballero, sino más bien todo lo contrario)

 

Así que tenemos a Caravaggio nuevamente en fuga.

Esta vez acaba estableciéndose en Sicilia. Pero ya  no es el mismo. Sus contemporáneos destacan que se ha vuelto hosco e insociable, duerme armado y se le ve nervioso e inseguro. Evidentemente, teme por su vida. Así pasa 9 meses, hasta que en Agosto de 1609 vuelve a Nápoles, recuperando la protección de los Colonna y recibiendo la noticia de que  el nuevo papa, Paulo V, le permite regresar a Roma. La fortuna parece que le vuelve a sonreír, pero es justo  en ese momento cuando se produce el intento de asesinato que le desfigura el rostro y casi acaba con él. De hecho, llegó a difundirse, incluso por  Roma, la noticia de su muerte. Era el mes de Octubre de 1609.

Nunca se ha sabido quiénes fueron sus agresores, pero se especula, razonablemente, que pudieron ser sicarios a sueldo de la Orden de Malta como tal,  o  del misterioso Caballero herido, en particular. El caso es que tardó meses en recuperarse. Cuando lo consiguió, entendió que tenía que  rehacer su vida, y para ello idea reconciliarse con el gran maestre de Malta y congraciarse con el nuevo Papa,  impetrando su protección. Así que en el verano de 1610 se embarca para Roma.

Y aquí volvemos a la pregunta inicial: ¿Su desaparición fue el producto de una conjura, ejecutada justo antes o después de pisar suelo romano, o bien falleció de fiebres en sus playas?

Pues bien. Digámoslo ya: casi con toda seguridad, falleció como consecuencia de las heridas sufridas en un nuevo intento de asesinato al poco de desembarcar.


Huesos del cadáver de Caravaggio

Esto es lo que  se ha descubierto:

En 2010 se localizó en un cementerio de Porto Ercole un cadáver de los siglos XVI o XVII que encajaba con la descripción conservada de Caravaggio: varón de 1,65 metros de altura, de entre 35 y 40 años al momento de su fallecimiento. Había nueve cadáveres similares, pero sólo uno databa del siglo XVII según la prueba de carbono 14. Analizado su genoma se comprobó que presentaba importantes coincidencias con los habitantes de la zona que llevan el mismo apellido de Caravaggio, lo que permitió  a los investigadores dar por buena la identidad “con altísimas probabilidades” (7).

Posteriormente, en 2018 se publicó en la revista Lancet Infectious el resultado del estudio que el Instituto IHU Mediterranee Infection de Marsella, especializado en la lucha contra las enfermedades infecciosas, realizó de la pulpa de los dientes y muelas del citado cadáver. La conclusión de los investigadores fue que presentaba signos evidentes de infección por estafilococo dorado, una bacteria, y que la muerte fue por una sepsis provocada por la infección de unas heridas causadas por arma blanca. Entre las heridas y la muerte pudieron transcurrir algunos días, no muchos, por lo que lo más probable es que la reyerta se produjera tras el desembarco desde Nápoles.

De esta manera se concilian las dos versiones: Caravaggio muere en las playas de infección  (las famosas fiebres malignas), pero poco antes ha sufrido un nuevo atentado que le ha ocasionado las heridas y a su vez la citada infección  mortal.




 

¿Caso cerrado?

No del todo: no sabemos quién o quiénes fueron los asesinos (¿de nuevo la Orden de Malta, como sostiene Pacelli?), ni en qué momento ni bajo qué circunstancias se produjo el ataque, y ni siquiera, para colmo, si el cadáver analizado es  efectivamente el de nuestro Caravaggio. Así que lo que tenemos, al final, lo que seguimos teniendo, son sólo conjeturas.

Y sin embargo, con un personaje como Caravaggio nos debe bastar su leyenda, y si su desenlace está envuelto en brumas e interrogantes,  mejor que  mejor. En  un  momento del magistral film de John Ford, “El hombre que mató a Liberty Valance”,  un periodista le contesta a  James Stewart: “Esto es el Oeste: cuando la leyenda se convierte en realidad, publicamos la leyenda” . Pues bien, esto es Arte, y en el mundo de los artistas cuando la leyenda se convierte en realidad, démosla por buena sin rechistar.

 De manera que, sí, Caravaggio fue implacablemente perseguido por los caballeros de la Orden de Malta y  disputó contra ellos su último duelo en las costas romanas, poniéndolos en fuga por enésima vez, pero no consiguiendo evitar, en esta ocasión, que la Parca se lo llevara al Olimpo de la Pintura después de caer abatido, que no rendido, (¡nunca rendido!), en un lugar de la playa donde hubo de acostarse con fiebre maligna, y sin ayuda de nadie murió en pocos días malamente, igual de mal que había vivido.


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1. Oscar Wilde, (cómo no), consideraba la Vita de Benvenuto Cellini uno de los pocos libros que merecían auténticamente la pena ser leídos. 

2. La fecha exacta de su nacimiento se desconocía hasta que en Abril de 2009 se localizó su acta de bautismo en la parroquia italiana de Santo Stefano in Brolo, de 29 de Septiembre de 1571. La batalla de Lepanto tuvo lugar el 7 de Octubre del mismo año.

3. Localidad de la costa toscana, no lejos de Roma.

4. Caravaggio, exquisito y violento. Editorial Planeta SA, 2000.

5. Ibídem.  Pag. 202.

6. Juego de pelota que se considera precursor del moderno tenis.

7. El cálculo que hicieron los investigadores cifraba en un 85% la probabilidad de que el cadáver coincida con el de Caravaggio.


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