Terrorismo Radical Yihadista en Afganistán. La Misión incumplida de Occidente: (1. ISIL-K)

 Por Antonio García Sancho (actualizado el 17/09/2021)

            Iniciamos una serie de tres artículos en los que analizamos la situación actual del terrorismo en Afganistán partiendo de los hechos acaecidos el 27 de Agosto de 2021, durante la evacuación de civiles y tropas de la ISAF en el aeropuerto de Kabul. En el primer artículo analizaremos quién es el grupo que se adjudicó ese ataque terrorista. En el segundo artículo trazaremos un panorama general del terrorismo en la Frontera Norte de Afganistán y Pakistán y, finalmente, enfocaremos el análisis en la cooperación con los grupos terroristas que, velada o abiertamente, ha llevado a cabo el gobierno pakistaní y sus servicios secretos (el ISI) supuesto aliado de las tropas contrarias al régimen talibán.

 



Hace ya algo más de dos semanas, el pasado 27 de agosto, un atentado suicida en el acceso al aeropuerto de Afganistán incrementó la tensión ya existente entre los soldados de las fuerzas occidentales que aún se encontraban allí intentando organizar la salida de refugiados del país y la propia población afgana que sentía de nuevo en sus carnes el bocado del miedo.

El atentado, golpeando en la tumultuosa aglomeración que provoca la premura por conseguir huir antes de que concluya el tiempo de la tregua talibán, provocó la muerte de 90 personas, entre las que estaban 13 soldados de EE.UU. así como más de 200 heridos de diversa consideración, de todas las edades.

Era el ISIL-K el grupo que reivindicaba este atentado de cuya posibilidad ya habían advertido los servicios de inteligencia de varios países. La respuesta estadounidense no se dejó esperar y no podía ser de otra manera, acosado el presidente norteamericano, Joe Biden, como estaba, por el descenso galopante de su popularidad en las estadísticas y el descrédito internacional de su imagen por la gestión de la retirada de las tropas. Primero, Biden aseguró con un gesto en la mirada que recordaba más a la arrogancia de Trump que a la seguridad de un Bush, que “os vamos a cazar y os lo vamos a hacer pagar” y, después -dicho y hecho-, un ataque con drones sobre Nangarhar se cobraba, según revelaba el Alto Mando estadounidense, la vida de “dos altos perfiles del ISIL-K” y “haber herido a otro”[1].

Más allá de las consecuencias que esta acción de carácter claramente de inteligencia militar y unilateral de Estados Unidos, sin mediar permiso internacional o juicio alguno a los presuntos implicados, pueda tener, lo contado hasta el momento son los hechos: un atentado, una reivindicación de un grupo terrorista –del que occidente apenas había oído hablar- y respuesta norteamericana.

El domingo 29, el portavoz del Comando Central de Estados Unidos (CENTCOM), capitán Bill Urban, confirmaba que los soldados norteamericanos habían tenido que disparar con un dron contra un vehículo kamikaze con trs terroristas en su interior en una zona residencial cercana al aeropuerto de Kabul. El vehículo, según la versión del CENTCOM, se dirigía al aeropuerto para protagonizar otro atentado. Los disparos americanos hicieron explotar el vehículo, y produjeron varias explosiones secundarias, probándose, así, que transportaba una gran cantidad de material explosivo[2]. La explosión ha matado a 5 personas, entre ellos algún niño, aunque otras fuentes hablan de seis en el impacto de un proyectil contra un edificio de Kabul próximo al aeropuerto y no esclarecen bien si se trató de la misma acción o de acciones distintas[3]. Finalmente, tras unas revelaciones del diario The New York Times, el viernes 17 de septiembre el Pentágono reconoció que se trataba de un error. Las víctimas habían sido miembros de una familia  y no un supuesto vehículo tripulado por yihadistas. Un trágico error que demuestra el estado de confusión y de “paranoica” obsesión que puede despertarse en situaciones de estrés como la que se estaba viviendo en esos momentos en Kabul y que, desgraciadamente para los diez civiles fallecidos, entre los que se encontraban siete menores, ya no tiene marcha atrás[4].

En lo que interesa a nuestra Agenda, el aspecto “puramente” criminológico si es que tal cosa pueda darse en el fenómeno del terrorismo radical yihadista, estos hechos provocan varias preguntas: ¿quién es el ISIL-K (o ISIS-K)?¿cuál es su motivación para la perpetración de atentados?¿qué grado de  peligrosidad puede conllevar?¿cómo se le puede combatir? Y, sobre todo, ¿cómo es posible que sobreviva el terrorismo en Afganistán tras 20 años de ocupación y reconstrucción del país por las fuerzas de EE.UU. y la OTAN?.

Las respuestas a estas incógnitas que, en muchos casos, sólo pueden ser parciales, nos van a llevar a una desilusionante conclusión que avanzamos ya: La misión que llevó a las tropas de EE.UU y la OTAN a Afganistán ha sido un auténtico fracaso.

 

 


¿Qué es el ISIL-K (o ISIS-K)?

El ISIS o DAESH acostumbra a llamar “provincias” a las zonas en las que opera de forma clara algún grupo filial, El Estado Islámico en Irak y el Levante-Khorasan (ISIS-K o, más propiamente, ISIL-K, puesto que nada tiene que ver con Siria, la segunda “S” de ISIS) es una filial del ISIS nacida en 2014 (algunos analistas hablan de 2015). Fue en esa fecha cuando su primer emir, Hafiz Saeed Khan fue elegido para encabezar la provincia del Khorasan (Jorasán según la transliteración más próxima al castellano). Este personaje no era un desconocido entre el islamismo afgano. Provenía de ser un destacado oficial de los combatientes en una alianza conocida como Tehrik-e Talibán Pakistaní (TTP), próxima a Al-Qaeda y de la que hablaremos más tarde.

Saeed Khan y algunos combatientes de su grupo, fundaron una célula que se instaló en 2010 la provincia de Nangarhar, en el este de Afganistán, en la frontera con Pakistán. Huían, precisamente, de ese país y muchos de ellos eran miembros distanciados del grupo terrorista al que pertenecían como el portavoz del grupo, Sheikh Maqbool. En 2014, estos radicales juraron fidelidad y sometimiento a al-Baghdadi, el carismático líder del DAESH, pasando a convertirse en ISIL-K o  Estado Islámico en Irak y el Levante-Khorasan cuyo Consejo de liderazgo encabezaba Saeed Khan teniendo por mano derecha al ex comandante talibán  Abdul Rauf Khadim.

Esta alianza con el entonces más temido sujeto en occidente supuso que el grupo de Saeed Khan viera multiplicados los apoyos del DAESH a su formación, tanto más cuando, poco a poco, las fuerzas aliadas arrinconaban al DAESH en Siria y muchos de sus operativos se trasladaban a Afganistán a seguir combatiendo, como sucediera, por ejemplo, con Abu Qutaiba, el antiguo líder del DAESH en la provincia iraquí de Salah al-Din. Además, del apoyo de esa organización, sus filas se vieron también incrementadas al engrosarse con combatientes de otros grupos que querían ingresar en el ISIL-K.

El ISIL-K ha llegado a tener hasta 3000 o 4000 combatientes según algunos informes de expertos. Sin embargo, ha llovido mucho desde entonces y EE.UU. ha perseguido también mucho a este grupo causándole un daño importante en estos cinco últimos años. En 2018, por ejemplo, su capital humano de combate se había reducido a unos 600 u 800 hombres y en 2020, en un informe del Security Council de la ONU se estimaba que se componía de entre 500 y 1500 combatientes[5]. Sin embargo, su influencia sobre el islam radicalizado es tal que el mismo informe cita informaciones de uno de los países miembros que presupone que, a medo plazo, el ISIL-K podría reunir a 10.000 seguidores[6]. También se han ido sucediendo diferentes emires a la cabeza de la organización: El emir fundador del IS-K, Hafiz Saeed Khan, fue abatido por un ataque aéreo de Estados Unidos en la provincia de Nangarhar, Afganistán, el 26 de julio de 2016. Estados Unidos también ha eliminado, en ataques selectivos, a los tres sucesores de este primer cabecilla: Abdul Hasib fue abatido en abril de 2017; Abu Sayed el 11 de julio de 2017 y Abu Saad Orakzai el 25 de agosto de 2018. De ser cierto lo que afirman los americanos, es posible que el último líder abatido en el ataque con drones sobre Nangarhar sea Shahab al Muhajir, alias Sanaullah, a quienes algunos informes consideran el líder del grupo y que del que poco se sabe, más allá e especular que es un extranjero[7] (eso es lo que significa “Muhajir”, seguramente llegado de Iraq o Siria (otro agente operativo de DAESH, con toda probabilidad).

Abu Omar Khorasani

     En el origen del atentado suicida del aeropuerto de Kabul podría estar, también, el asesinato de otro de los dirigentes del ISIL-K. En este caso, se trataría de Abu Omar Khorasani, detenido desde mayo de 2020 y que tiene el dudoso honor de ser el primer ajusticiado del nuevo régimen talibán. Cuando tomaron Kabul, los talibán lo asesinaron en la misma celda y distribuyeron sus imágenes por las redes como advertencia a sus rivales del DAESH: “seguís siendo nuestros enemigos”, parecían querer decirles[8].

Los objetivos de este grupo terrorista radical yihadista son tanto locales como globales[9]. La oficina de prensa del ISIL-K distribuyó una serie de vídeos en los que se escucha "Sabed que el Califato Islámico no se limita a un país en particular. Estos jóvenes lucharán contra todos los infieles, ya sea en el oeste, en el este, en el sur o en el norte"[10]. El ISIL-K, como el DAESH, nuclear, pretende la formación de un califato que se extienda desde el centro y sur de Asia  y que vaya expandiéndose sin respetar límites entre países o frontera alguna. En ese sentido, su estrategia es globalizadora, por mucho que su principal centro de actividad, debido a motivos como su juventud y la persecución a la que ha sido sometida por Estados Unidos, no haya permitido aún que se extienda su influencia y sus acciones mucho más allá del territorio en el que nacieron.

Este grupo tiene por objetivo “alzar el estandarte de al-Uqab por encima de Jerusalén y la Casa Blanca”, por lo que, de encontrar vías para la expansión, no es descartable que reivindique futuros atentados tanto en Israel como en los Estados Unidos y, de hecho, ha realizado, en redes sociales, llamamientos a realizar acciones en solitario en Occidente. Fue el ISIL-K, también, el que reivindicó el brutal atentado del 8 de junio, en el que murieron 10 desminadores humanitarios que trabajaban con HALO Trust en la provincia de Baghlan y otros 16 resultaron heridos[11].

Esta “provincia” del DAESH no admite legitimidad en la fundación de Estados-nación y sólo entiende el Estado como un único califato regido por la sharia, la ley islámica de la cual, como no podría ser de otra manera, hacen su propia interpretación radicalizada. Debido a esta deslegitimación del Estado-nación, sus acciones pueden ir encaminadas a crear inestabilidad en los gobiernos o a aprovechar el desequilibrio ya existente.

Entre enero de 2017 y finales de 2018 el IS-K ejecutó cerca de un centenar de ataques, de los cuales la inmensa mayoría tuvieron como escenario Afganistán y como objetivos, civiles, sumando también en su haber poco más de una decena de ataques en Pakistán, también contra civiles. Para ese año, en Afganistán, más de 800 civiles habían sido asesinados a lo largo de 15 provincias, los más crueles en Kabul y Nangarhar, mientras que en Pakistán las muertes de civiles ascienden a casi 350. Los ataques en uno y otro país se hicieron contra instituciones electorales y contra musulmanes “herejes” según su concepción de la religión, es decir, todos aquellos que no sigan la interpretación más radical de la sharia, de orientación deobandi. Así, un buen número de sus atentados han sido dirigidos contra población shií[12].

Su expansión en las inmediaciones de Kabul y en la capital se ha dejado sentir más en el último año, ganando posiciones en esa franja de territorio a medida que se iban retirando los contingentes militares occidentales. Trataron de influir conminando a la abstención en las elecciones parlamentarias de 2018 y las presidenciales de 2019, aunque aquí las amenazas más acuciantes llegaron, precisamente, de los talibán[13] o les fueron atribuidas a éstos. La jornada electoral transcurrió de manera tranquila pero las amenazas parece que surtieron efecto ya que la participación apenas llegó al 27%[14].

El ISIL-K no es amigo de los talibán, ya que les consideran traidores al califato al haber entrado en negociaciones con Estados Unidos[15]. Además, esas negociaciones llevaron, entre otras cosas, a que en 2019, gracias a cuna campaña impulsada por el gobierno afgano de Ashraf Ghani con el apoyo de los EE.UU., se llegara a expulsar momentáneamente al ISIL-K de Nangarhar, sufriendo también ataques de los talibán. Para el grupo terrorista, los talibán actúan movidos por intereses nacionalistas y políticos y olvidan la verdadera fundamentación de la autoridad terrenal, la implantación de la ley coránica. El ISIL-K ha llegado a anunciar la “guerra contra el talibán”, sin paliativos[16].

 Éste es, pues, el grupo que, ahora, ha ganado protagonismo en los informativos con ese ataque a los accesos al aeropuerto de Kabul. En cuanto a quién fue el individuo concreto que llevó a cabo el atentado, lo único publicado hasta el momento es una fotografía, difundida por al agencia Amaq. No se han dado ni el nombre ni ningún otro detalle sobre el hombre que allí aparece ni hemos leído –al menos nosotros no- ninguna confirmación oficial de que se trate del mismo hombre.

 


     Lo que sí parece claro es que la reivindicación tiene visos de credibilidad. Si fuera así, el ISIL-K habría aprovechado la gran concurrencia de personas en el acceso al aeropuerto para causar el mayor daño posible, lo que prueba que ése era su objetivo. Según se informa, el sujeto hizo estallar su chaleco explosivo cuando un soldado norteamericano intentaba inspeccionarle. No sabemos, pues, si su intención era causar el daño allí, cerca de civiles afganos y soldados occidentales, los cuales podrían ser su objetivo, o bien sus intenciones eran llegar hasta uno de los aviones que transportaban a los refugiados o incluso subirse a él y hacerlo estallar en el aire.

     En cualquier caso, es evidente que “causar el mayor daño posible” era la consigna clara de este suicida, que en la imagen se presenta armado con un subfusil y pertrechado con el chaleco, con el dedo índice de la mano derecha alzado (un signo para identificarse con el DAESH que hace referencia a que “Alá es uno”, concepto de gran relevancia teológica en el Islam), frente a la bandera del DAESH. Indudablemente, el individuo formaba parte de las filas del ISIS-K o contaba con el apoyo del mismo. Si bien coincidiremos todos que en Afganistán es posible que sea fácil conseguir un subfusil, no debe serlo tanto lograr los explosivos y el chaleco perfecto para transportarlos.

     Por tanto, la posibilidad de que sea un sujeto aislado, un “lobo solitario” animado por el ISIL-K pero sin contacto real con los muyahidín como podría suceder de haber ocurrido en occidente, en el caso que nos ocupa es más improbable que su alternativa: que pertenezca a una célula de la filial afgana del DAESH.

 
 


[1] https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-58366295

[2] https://es.euronews.com/2021/08/29/nueva-explosion-en-la-zona-del-aeropuerto-de-kabul

[3] https://www.20minutos.es/noticia/4804286/0/ataque-junto-aeropuerto-kabul-muertos-heridos/

[4] https://www.elperiodico.com/es/internacional/20210917/eeuu-error-dron-afganistan-12090141 (Cfr. Tb. https://elpais.com/internacional/2021-09-17/el-pentagono-reconoce-como-un-tragico-error-el-ataque-con-dron-que-mato-a-diez-civiles-durante-la-evacuacion-de-kabul.html)

[5]https://www.securitycouncilreport.org/atf/cf/%7B65BFCF9B-6D27-4E9C-8CD3-CF6E4FF96FF9%7D/S_2021_655_E.pdf

[6] Ibidem. Pág. 15

[7] https://elpais.com/internacional/2021-08-26/isis-k-el-enemigo-numero-uno-de-los-talibanes.html

[8] https://www.elconfidencial.com/mundo/2021-08-27/isis-khorasan-grupo-terrorista-atentado-kabul_3253330/

[9] https://www.csis.org/programs/transnational-threats-project/past-projects/terrorism-backgrounders/islamic-state-khorasan

[10] “IS’ Khorasan Province Fighter Rallies Colleagues, Promotes Support of “Caliphate” in Video,” SITE Intelligence Group, June 3, 2015, https://ent.siteintelgroup.com/Multimedia/fighter-in-is-khorasan-province-rallies-colleagues-promotes-support-of-caliphate-in-video.html.

[11] https://elpais.com/internacional/2021-06-09/asesinados-a-sangre-fria-10-desactivadores-de-minas-en-afganistan.html

[12]https://elpais.com/internacional/2018/10/17/actualidad/1539788703_172008.html

[13] https://www.heraldo.es/noticias/nacional/2019/09/29/la-jornada-electoral-en-afganistan-tranquila-a-pesar-de-las-amenazas-1336122.html

[14]https://cadenaser.com/ser/2019/10/03/internacional/1570080656_530915.html

[15] No es aquí el lugar para debatir este asunto, pero las negociaciones con los talibán han podido ser una de las causas concurrentes en el rápido avance de éstos sobre las diferentes ciudades afganas hasta llegar a la capital en tiempo récord. El reconocimiento implícito que se hace de los talibán como autoridad desde el momento en que se negocia con ellos les da también fuerza como autoridad de cara a los afganos.

[16] https://www.elconfidencial.com/mundo/2021-08-27/isis-khorasan-grupo-terrorista-atentado-kabul_3253330/

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