Vista
del valle del río Támega desde Castro de Laza, tierras por las que anduvo
Romasanta.
Por Félix Castro Vicente.
(Artículo originalmente publicado en la revista Hibris, nº42, 2007. Agradecemos al autor y a la publicación que haya concedido su permiso para publicarlo en nuestra web.)
El
proceso de Manuel Blanco Romasanta, “el sacauntos”, “o sacamanteigas”, “o lobo
da xente”, “o home do unto”, también llamado “el Hombre Lobo de Allariz” por
ser el partido judicial de Ourense – Galicia, en que fue juzgado allá por el
año 1852 por unos crímenes cometidos en las estribaciones de la Sierra de San Mamede, causó
sensación en su época, siendo seguido por los diarios de toda España y prensa internacional,
que se hizo cumplido eco del mismo por ser uno de los pocos procesos modernos
en que se juzgaba a un hombre lobo, chocante para el pensamiento racionalista
imperante en el s. XIX.
Manuel
Blanco Romasanta, nacido en Regueiro en 1809, Parroquia de Santa Baia, del Ayuntamiento ourensano de Esgos, era un
hombre común, de 1’37 metros de altura y muy normal de aspecto. De profesión tendero
ambulante, se dedicaba a viajar de aldea en aldea vendiendo todo tipo de género
(entre otras cosas ropas y abalorios) y haciendo cualquier labor que le
encargaran, ya que dominaba numerosas tareas (sastre, cedacero, segador, y otros trabajos considerados femeninos en
aquella época, como hilar, tejer, trabajar la lana, coser, etc.). Sus negocios le obligaban a hacer a menudo
largos recorridos y a ausentarse durante temporadas, cuando viajaba hacia las
vecinas regiones de León y de Castilla, llegando incluso hasta Santander.
Contaba con una cultura un poco superior a la media de su época, además de
saber leer y escribir.
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Casas de A Ermida - Rebordechao, donde vivió Romasanta |
Hacia 1843, huyendo de sus primeros crímenes, entre
ellos la muerte de un Alguacil de León, se asentó en el pueblo de Rebordechao, del
Ayuntamiento de Vilar de Barrio, al abrigo de la Sierra de San Mamede y de las
cumbres de O Invernadoiro, en las casas del lugar de “A Ermida”, lugar a menos
altitud que Reborde-chao y que no es un pueblo propiamente dicho según los
paisanos sino un grupo de casas para guardar el ganado por temporadas. Una vez
se asentó allí se ganó rápidamente la confianza de la gente, realizando todo
tipo de labores y encargos, haciendo a menudo de criado del Párroco, Pedro Cid.
Dos años después empezó a salir de nuevo por los caminos comerciando por todo el
Macizo Central orensano y por Laza y Verín, en el valle del río Támega,
llegando a menudo hasta la vecina Chaves, en Portugal
La
zona del macizo central ourensano siempre ha sido una zona recóndita, aislada,
con numerosas aldeas de montaña, donde era relativamente fácil refugiarse y
evadir la acción de la justicia. Aún entrado el s. XX el valle del Támega fue
escenario de desmanes que hacía parecer que los criminales eran intocables y
que el peso de la Justicia
no caía sobre ellos, tales fueron los casos de los famosos Cesáreo Abril y “O
Bombo”, que durante años tuvieron aterrorizados a los habitantes del valle.
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Vista
de
|
Con
fama de servicial y buen cristiano y un profundo conocimiento de los caminos y
las rutas de montaña dada su profesión de tendero ambulante, no era extraño que
sus paisanos aprovecharan sus viajes hacia León para que les sirviera de guía por
las montañas del macizo oriental orensano, que abarca las zonas de Montederramo,
Manzaneda, Queixa, O Invernadoiro y el Val de Conso, una de las zonas más
aisladas y agrestes de Galicia.
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Camino de Ermida a Rebordechao que Romasanta recorría a menudo. |
Y
así empezó la leyenda del hombre lobo ourensano, cuando comenzó a acompañar en
viajes a Santander a diversas mujeres de los pueblos de Castro de Laza y Rebordechao.
Varias de ellas eran hermanas, de las familias García Blanco y Rúa, que
marchaban con sus respectivos hijos, y con las que le unía previamente una
relación sentimental. Dejaban las aldeas con las promesas de buena colocación
en casa de un cura en Santander, para hacer frente al viaje y tener recursos
allá donde iban vendían sus pocas perte-nencias, a veces incluso al propio
Romasanta, y después él las acompañaba en tan largo viaje.
Al
poco tiempo sus parientes recibían cartas suyas contando lo bien que estaban y
animando a sus hermanas y familiares a marchar junto a ellas. Hay que tener en
cuenta que en aquella época era común que la gente que no supiera escribir
encargara las cartas a otras que supiesen por lo que la letra de las cartas no
era identificativa como hoy día.
Al
no tener más noticias de la gente salvo a través de Romasanta, se empezó a
correr la voz por la contorna de que el propio Romasanta mataba a las mujeres
en el curso del viaje para quitarles la grasa y luego hacer negocio vendiéndola
en la botica de Chaves, donde preparaban potingues para las señoritas bien, de
ahí que fuera apodado como “o do unto”, o “o home do unto”. Fueron un total de
nueve personas las que desaparecieron en estos viajes.
El
rumor se convirtió finalmente en un clamor popular y Romasanta decidió poner
tierra de por medio y marcharse lo más lejos posible. En 1851 marchó a Castilla
con un nombre falso, el de Antonio Gómez. Y en 1852, en Nombela – Toledo tres
paisanos suyos lo encuentran y reconocen por casualidad, denunciándole a las
autoridades. Fue apresado y llevado a Verín, donde confesó sus crímenes y que
los había cometido bajo la forma de hombre lobo. A partir de ello lo que podía
sería un juicio más por asesinato pasaría a la historia como uno de los pocos juicios
celebrados por licantropía, y el de mayor repercusión de todos los tiempos.
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Estatua de San Pedro de |
Romasanta
confesó que había matado a trece personas empleando únicamente su boca y sus garras,
convertido en hombre lobo, junto con otras dos personas, un tal Genaro,
valenciano y un tal Antonio, alicantino o castellano, que tenían su misma
maldición de convertirse en lobos y vagar por las montañas durante temporadas,
alimentándose de carne humana. Que para convertirse en lobo se desnudaba y se
revolcaba en tierra, permane-ciendo bajo esa forma durante varios días. Que esa
“fada” (maldición) la había tenido desde el año 1839 hasta San Pedro (29 de
Junio) de 1852 –curiosamente San Pedro es el patrón de la parroquia de Castro
de Laza (iglesia construida hacia 1795),
santo que por lo visto tiene mano para
las maldiciones y males de ojo-.
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Fotografía de la causa procedente del artículo de Manuel Carballal sobre Romasanta (www.manuelcarballal.blogspot.com) |
Desde Verín fue trasladado a Allariz, Juzgado donde se siguió la causa, con el nº.
1778, con el título de “Causa contra el hombre lobo”, que se conserva hoy en
día en el Archivo del Reino de Galicia. Ocupa cinco gruesos volúmenes. La
sentencia dictada en primera instancia el 6 de Abril 1853 lo condenaba a muerte
mediante garrote vil, sentencia que fue revocada inicialmente por la Audiencia de A Coruña en
sentencia de 9 de Noviembre de 1853, condenándosele a la pena de cadena
perpetua. Sin embargo en una segunda sentencia en 1854 resolviendo Recurso de
Súplica interpuesto por el Fiscal, la misma Audiencia confirmaba la pena de
muerte dictada en primera instancia, pena que fue conmutada por la de cadena
perpetua por Indulto de la
Reina Isabel II.
El
Indulto fue posible gracias a las gestiones del Abogado Defensor Manuel Rúa
Figueroa y a la influencia decisiva de unas cartas enviadas por el Dr. Philips,
profesor en electrobiología -denominación exótica empleada en Estados
Unidos para denominar el hipnotismo en sus primeros tiempos-, donde exponía las
investigaciones experimentales llevadas a cabo por él mismo en que los hombres llegaban
a creerse lobos gracias a las prácticas hipnóticas, y lo interesante que era en
pro de la ciencia dejar vivo a Romasanta para que pudiera ser estudiado e
intentar revertir su mal. Este tal Dr. Philips se llamaba realmente Joseph
Pierre Durand De Gros (1826-1900), y fue uno de los precursores del hipnotismo
en Europa, exilado de Francia en Inglaterra, residía en Argel en la época del
proceso a Romasanta cuando vió en el Diario de Argel “Akhbar” de 3 de Julio de
1853 un artículo sobre el juicio con el título “L’Antropophage Gallicien”, y decidió
escribir a la Reina Isabel
II para mediar en el caso.
No
se sabe a ciencia cierta qué ocurrió con Romasanta, después del indulto fue a
parar a la cárcel de Celanova (Ourense) para cumplir allí la condena de cadena
perpetua, y nunca más se supo más de él. Algunos dicen que murió en la cárcel
poco después, otros, la versión quizá más popular entre los paisanos, que fue asesinado por un guardia
que lo llevó a la montaña para que allí probara que era verdad que se podía
convertir en lobo y que las balas no le causaban daño…
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Reconstrucción fisionómica realizada por García-Mañá en el libro “O Home do Unto” de J. Domínguez y L. Blanco |
Lo
cierto es que en la memoria colectiva de la zona se fueron diluyendo los
recuerdos históricos del suceso convirtiéndose cada vez más en hechos
legendarios, usando al “home do unto” a menudo cual hombre del saco para
asustar a los niños desobedientes, y quedando retazos de la leyenda, ej. de cómo
fue descubierto, cierta noche que iba acompañando a una mujer y llegaron al
medio del monte donde tenía un pote al fuego, le dijo a la mujer que tenía que
ausentarse un momento y que no se le ocurriera levantar la tapa del caldero, al
poco tiempo la mujer, curiosa, levanta la tapadera y ve nadando en el caldo una
mano humana… escapa horrorizada perseguida por Romasanta pero consigue llegar
al pueblo más cercano y contar que eran verdad los rumores que se contaban de
él… Curiosamente siempre se refieren más a la faceta de sacamantecas y menos a
la de hombre lobo, seguramente porque ésta última no consiguió calar entre los
paisanos, quizá por escepticismo o porque la figura del sacauntos ya tenía
pleno vigor en los rumores que circulaban sobre él y lo del lobishome no logró
desvirtuar esa imagen.
Hacer
una bibliografía sobre Romasanta sería algo bastante prolijo y arduo si se
tuvieran en cuenta los artículos de periódicos, revista, citas y capítulos en
libros que han salido sobre todo estos últimos años, libros y artículos casi
todos ellos que por mucho que digan que investigaron no aportan ningún dato
nuevo de valor a lo reseñado anteriormente por otros autores, por lo que nos
limitaremos a citar fundamentalmente los libros dedicados exclusivamente a
Romasanta o a su mito y otros que aunque no lo fuesen tienen a nuestro juicio un verdadero valor para el
tema. Empezaremos citando los pliegos de cordel (del que sólo conocemos uno) que
se publicaron estando en curso el proceso contra Romasanta, relatando sus
horrendos crímenes y dándolo ya por ajusticiado y muerto en el año 1853. Ningún
autor que conozcamos mencionó haber visto con sus propios ojos uno de estos
ejemplares, únicamente hacía referencia a ellos el propio Abogado Manuel Rúa
Figueroa en las vistas ante la
Audiencia de A Coruña en el mismo año 1853, citándolos de la
siguiente manera:
“También llegó a sus
manos durante la sustanciación de la causa otro cuyo protagonista era su
defendido: la exactitud de su relación se puede deducir del epígrafe que lo
encabeza “Nueva relación y lastimoso romance reducido á manifestar al público,
de las muchas muertes ejecutadas por el reo Manuel Lobo, del Reino de Galicia,
como les habria y les sacaba el unto, y la justicia que se ejecutó con dicho
reo en la villa de Celanova en este año de 1853 que verá el curioso lector”. No
tiene año ni lugar de impresión. “
Precisamente
Rúa Figueroa sostenía que los romances y pliegos de crímenes que empleaban los
labriegos y clases populares para su solaz en las largas noches de invierno les
inducían al crimen, que eran una especie de lacra social que emponzoñaba la
mente de los que los leían y podían inspirarlos para cometer los crímenes más
atroces (algo así como lo que pasa hoy en día con cierto tipo de cine y
televisión, que según algunos puede inspirar a las mentes perturbadas y
desequilibradas a hacer sus fechorías), diciendo que “En los romances a que me refiero no vemos sino célebres bandoleros que
han hecho del robo y de la muerte su única profesión; mujeres que desobedientes
y descocadas han sobrepujado á los más abominables bandidos: estos son los elementos
de enseñanza de muchos, de innumerables criminales; la ignorancia, la miseria
se encarga de completar la triste obra”, y que así pensaba que le había ocurrido
a su defendido.
Otros
romances que cita Rúa Figueroa son “El Alarbe de Marsella”, pliego de cordel muy
popular en su época donde Dios convierte a un caballero en un horrendo monstruo
con cabeza de dragón, pezuñas de vaca y garras, rodeado de culebras, en castigo
por haber matado a su padre y a innumerable gente, siendo tragado después por
las llamas del Infierno, tal y como se muestra en la imagen perteneciente a un
pliego de inicios del s. XIX, y otro pliego que trata del horroroso sacrilegio
cometido por dos jóvenes, Juan Ramírez e Agustín Carrera, y por causa del mismo
Dios los castiga convirtiéndolos en lobos en el año 1843.
Como
se puede apreciar la conversión de una persona en monstruo o animal por culpa de
alguna maldición o en castigo por algún sacrilegio o crimen cometido no era un
tema ajeno a la literatura popular de la época ni al imaginario de las gentes, por
lo que no tenía por qué ser tan chocante un romance que relatase el caso de un
hombre convertido en lobo por la maldición de su padre. La mayor parte de estos
relatos, a pesar de dar datos de nombres, fechas y lugares para asegurar verosimilitud, podían ser considerados
ficticios por lo maravilloso de las historias, como acontece hoy con los
relatos de sucesos extraños y paranormales, y como tal debían ser considerados
seguramente por sus lectores, concediéndoles como mucho el beneficio de la duda.
Pero en el caso de Romasanta, un proceso judicial en curso en aquellas fechas y
plenamente real, ya el propio romance clarifica que es un “Romance Histórico” para
marcar la diferencia .
Nunca
habíamos visto citado ningún pliego de cordel sobre la historia de Romasanta
por ningún autor a pesar del interés que podía tener el tema para la literatura
y cultura gallega, y empezamos a comprar libros sobre pliegos de cordel con la
esperanza de encontrar alguno que sí hiciera referencia al mismo. Finalmente lo
hallamos en la magnífica obra del bibliófilo Francisco Mendoza Díaz-Maroto
“Panorama de la literatura de Cordel española” Ollero & Ramos Editores, año
2000. Francisco Mendoza Díaz-Maroto, catedrático de Filología Hispánica en la Universidad de Alcalá
de Henares, es uno de los bibliófilos más reconocidos del panorama español,
sobre todo por su faceta de bibliofilógrafo (término acuñado por él mismo y que
definiría a un escritor de obras de referencia sobre la bibliofilia reseñando las
propias de su colección).
En
esa obra sobre los pliegos de cordel intenta hacer una clasificación
sistemática del mundo de la literatura de cordel en España, tomando ejemplos de
su colección de alrededor de un millar de pliegos de cordel. En la página 142 de
la obra, donde se inaugura la sección sobre asesinatos y crímenes horrorosos
aparecía la portada de un romance, con título distinto al citado por Vázquez
Figueroa, “ROMANCE HISTÓRICO el que
manifiesta los horrorosos crímenes cometidos en Galicia por Manuel Blanco
Romasanta, de edad 43 años, Vecino de Regueiro, Partido de Allariz,
transformándose en lobo por una maldición que su padre le había echado,
comiéndose las personas que mataba, como á sido descubierto y el juez de dicho
partido le ha aplicado la pena de muerte en el mes de junio de 1853” .
Pepe
Grau nos facilitó el contacto de Francisco Mendoza Díaz-Maroto, que nos cedió
amablemente una copia del pliego de cordel que es el que reproducimos en este
artículo para su difusión.
Según
reza es propiedad de Eugenio Bahamontes, y está hecho en la Imprenta de José María
Marés, C/ Relatores nº. 17, Madrid, tiene cuatro páginas, a medio folio cada
una, la primera de ellas adornada con un gráfico y truculento grabado de un
lobo a la entrada de una cueva rodeado de miembros humanos y con la pata encima
de una víctima, y a lo lejos una aldea. Sorprende el tamaño y la calidad del
grabado, sin duda con el fin de impresionar a los futuros compradores,
destacando en ma-yúsculas y negro las palabras “Manuel Blanco” y “Romance
histórico”. Son versos octosílabos, la rima de los versos es asonante, y parece
seguir el esquema de décima, abbaaccddc.
De
una primera lectura, se ve lo informado que estaba su autor ya que hace
referencia a detalles que sólo se podrían conocer teniendo acceso a la causa, cuenta
que el padre de Romasanta le echó la maldición a la edad de trece años, “fada”
que se hizo efectiva un día que Manuel Blanco se encontró con otros dos lobishomes
en la sierra de Couso, pone los nombres de todas las víctimas (Antonia Rúa y
sus dos hijos, Josefa y su hijo Andrés, Manuela y su hija Paz, Benita y su hijo),
dice que se ocultaba en una cueva de la Sierra de San Mamede, e incluso añade otras víctimas más dudosas
(una anciana cerca de Fornelo, un
pastorcito en la Sierra
de Albar). El pliego acaba diciendo que en el mes de Junio de 1853 se le dió muerte
a Romasanta, cosa curiosa cuando como ya expusimos no acabó así, sino que le
fue concedido el Indulto en 1854, y se le conmutó la pena de muerte por cadena
perpetua.
Después
de los pliegos de cordel coetáneos al proceso la siguiente obra publicada fue “Reseña de la causa formada en el Juzgado de
1ª. Instancia de Allariz, Distrito de La Coruña contra Manuel Blanco Romasanta, EL HOMBRE
LOBO, por varios asesinatos, ordenada y publicada por R. F. Madrid, Imprenta de
la Viuda de Don
Antonio Yenes, Plaza del Progreso núm. 12” , del año 1859, obra en octavo mayor, de
225 páginas, que fue reeditada por TECNOS en el año 2000, y de la que sólo
conseguimos una fotocopia.
El
autor no es otro que Manuel Rúa Figueroa, el Abogado en turno de pobres que
defendió el caso ante la
Audiencia de A Coruña, y que en la obra hace una reseña de
toda la causa, desde el inicio del proceso, si bien dedica mucho más espacio en
la obra a la parte del proceso en que se ocupó él del caso, incluyendo literalmente
los discursos del Ministerio Fiscal y de él mismo, junto con algunas de las
últimas sentencias recaídas en el procedimiento y las cartas dirigidas a la Reina Isabel II por el tema del
indulto.
Es
decir, no incluye literalmente los informes del anterior Abogado Defensor ni la
sentencia dictada en Allariz, sino únicamente lo que se refiere a su intervención.
De lo anterior hace una referencia de las circunstancias de interés para
conocer la historia de Romasanta y del proceso, pero sin copiar textualmente prácticamente
ninguna parte como hace después con los informes orales.
Estos
informes orales también aparecen recogidos en el libro “Colección de DISCURSOS FORENSES Tomo Primero”, publicados en el año
1861 por la imprenta de Luis Tassó, de Barcelona, apareciendo recogida la cita a
los pliegos de cordel que reseñamos antes en la página 151. Esta obra, en
octavo mayor, de 195 páginas, encuadernada en piel, aunque reprodu-ce los
informes del Fiscal La Bastida
y del Abogado Defensor Rúa Figueroa, igual que en la Reseña , tiene su interés ya
que nos indica la relevancia que tuvo el
caso en su época. Aparece en el primer tomo de una colección jurídica dedicada
según dice su prólogo “a recoger los principales discursos forenses y las
alegaciones en Derecho más notables, usando una parte de “El Foro” a la
recopilación de estos monumentos científicos cuasidesconoci-dos, sin distinguir
entre los nacionales y los extranjeros”. El Primero es un discurso sobre la
disolución del matrimonio por impotencia o frialdad del hombre o de la mujer de
Antonio Toman y el segundo el de Romasanta.
Entre
el año 1863 y 1929 hubo un paréntesis que nosotros sepamos, y no fue hasta 1929
con el discurso de ingreso en la Real Academia Galega del historiador y escritor
ourensano Vicente Martínez-Risco titulado “Un
caso de lycantropía, Manuel Blanco Romasanta” (publicado posteriormente por
la Real Academia
Gallega y Editorial Moret, 1971) cuando alguien trata nuevamente el tema de
Romasanta y por primera vez desde una perspectiva etnográfica y casi antropológica.
Asimismo volvió a ocuparse de la licantropía con un trabajo publicado en los
cuadernos 3º. y 4º. del tomo I de la
Revista de Dialectología y Tradiciones Populares del año 1945 con el título “El lobishome” (pags. 514
a 533), donde incluso se hacía eco de un suceso ocurrido
en 1932 o 1933 a
un paisano del pueblo de Piñeira de Arcos, en la cuesta de A Fontenla, en la
carretera de Villacastín a Vigo, que había sido atacado por un lobo, que se le había puesto sobre dos patas, y que
al intentar dispararle con la escopeta y no salirle el tiro, se difundió la
creencia de que había un lobishome en la zona. También le dedicó unas páginas (entre
ellas la 290 y 291) en el apartado de “Cultura
Espiritual” en el Tomo I-“O home”, de la magna obra “Historia de Galiza”,
dirigida por el escritor ourensano Ramón Otero Pedrayo, y que se publicó por
primera vez por la Editorial Nós , de Buenos Aires –
Argentina, en el año 1962.
En
el campo de la ficción, en el año 1947, l a novela de Carlos Martínez-Barbeiro “El
Bosque de Ancines”, (obra en octavo mayor, encuadernada en cartoné con
cubiertas, de 221 páginas de extensión) hace que el mito Romasanta llegue al
gran público del siglo XX aunque con el nombre del protagonista cambia-do por
el de Benito Freire y algo alterados los hechos. La novela, finalista del
premio Nadal, consigue un gran éxito de público y crítica. Fue publicada por
Ediciones Aymá, de Barcelona, reeditada en el año 1966 y más recientemente por
Laiovento – Santiago de Compostela 1998. Martínez-Barbeito escribió su primera
novela inspirado en la obra escrita por elo Abogado Defensor de Romasanta Sr.
Rúa Figueroa en el año 1859 ya citada. Antes
le había ofrecido el argumento a Camilo José Cela para que hiciera él la novela,
mas este lo rechazó y fue cuando decidió escribirla él mismo.
En
los años 70 y 80 no se publicó que sepamos nada reseñable, si bien en el campo
cinematográfico, el Director Pedro Olea hizo la famosa película “El Bosque del Lobo”, basada en la
anterior novela, en que José Luis López Vázquez encarna a Benito Freire. La
película, que fue grabada en parajes ourensanos, sigue bastante fielmente la
novela de Martínez-Barbeito, tuvo bastante éxito por el atrevimiento y la
truculencia de su argumento, aunque tuvo por lo visto problemas con la censura
de la época.
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Portada con la reconstrucción del retrato robot hecha por Luis García-Mañá |
El
año 1991 se publica el estupendo libro “”O
home do unto”. (Blanco Romasanta. Historia real de una leyenda)”, de José
Domínguez y Lino Blanco, editado por la Diputación de Ourense (en octavo mayor, en
cartoné, de 143 páginas), sobre la realidad histórica del mito. Hace un
análisis pormenorizado de la vida de Romasanta, de su época, de los crímenes
que cometió, del desarrollo del proceso judicial, de los lugares donde ocurrieron
los hechos, acompañado con estudios del historiador Enrique Bande sobre la
figura del lobishome en Galicia y una reconstrucción fisiognómica por parte del
escritor y hoy Jefe Superior de Policía de Galicia Luis García-Mañá. Es hasta
ahora el trabajo definitivo y más completo alrededor del mito. Tuvo una tirada
demasiado corta para su interés, y merece una reedición actualizada, pero se
agradece que hoy se pueda consultar la obra en Internet en la dirección www.galipress.com, con el título de “Romasanta: memoria cierta de una leyenda”.
En
los años 90 el libro “Lobos, lobas y
lobishomes”, del antropólogo gallego Xosé Ramón Mariño Ferro, (Edicións do
Cumio, 1996), dedica unas páginas (de la 68 a la 71) al tema de Romasanta. En él se
aborda una valoración antropológica del mito del lobo en la cultura gallega,
recopilando cuentos de lobos, las tradiciones de “lobos da xente” (que serían
los “lobishomes” u hombres lobos) y de los “peeiros dos lobos”, que sería gente
que no padece licantropía pero que dominan a las manadas de lobos, pudiendo
vivir entre ellos o no e incluso pedir un “impuesto” a los aldeanos para que
los lobos no ataquen a sus rebaños.
En
el cambio de siglo la obra de Alfredo Conde “Romasanta.
Memorias Incertas do Home Lobo” (Editorial Sotelo Blanco, Santiago de
Compostela, 2004) volvió traer de nuevo
a colación el mito, desde una óptica diferente, relatando la historia de
Romasanta en primera persoa, y tratando al personaje no como un enfermo de
licantropía sin responsabilidad de sus crímenes, sino desde el punto de vista de
un “serial killer”, un psicópata frío y calculador que sabía perfectamente lo
que hacía y era absolutamente responsable de sus actos.
Según
su autor sería una reivindicación de la versión transmitida durante años en su
familia, ya que un antepasado suyo había sido uno de los médicos alaricanos que
había examinado al reo y había dado un informe pericial favorable a que era una
persona perfectamente normal.
A
ello habría que objetar que aunque los informes periciales estuvieran posiblemente
a la altura de la ciencia de la época, utilizaron entre otros métodos de
valoración disciplinas tan poco “científicas” como la craneoscopia y las
teorías de la frenología para determinar el carácter y temperamento de Romasanta,
informes cuya validez hoy día sería más que discutible desde el punto de vista
de la psiquiatría actual, aunque no exentos de datos de interés.
En
el año 2003 Paco Plaza dirigió la película “Romasanta:
La Caza de la Bestia ”, de la
productora Filmax, según los autores basada, aunque no lo parezca, en el libro
de Alfredo Conde. En ella se hace una recreación bastante fantástica e
inverosímil de la historia, con Julian Sands y Elsa Pataky como protagonistas. En
nuestra opinión es una película que no aprovecha en absoluto todo el potencial dramático
y terrorífico que tiene la historia en sí, teniendo como único mérito el de poner
el mito de Romasanta en la actualidad en la escena internacional del cine de
terror. Particularmente fuera de lugar consideramos elementos como el carromato
de zíngaro en que se hace viajar al tendero por todo el país incluida la sierra
de San Mamede y del Invernadoiro, que no habría durado ni un asalto en nuestras
“corredoiras” y “congostras” (el personaje histórico viajaba en una mula).
Después
de esta película parece que los medios se acordaron por fin de la historia de Manuel
Blanco Romasanta y aparecieron citas a manos llenas y referencias al caso del hombre
lobo en numerosos libros de divulgación sobre
criminales en serie, programas de de televisión sobre fenómenos paranormales y artículos
en revistas del ramo, no haciendo por lo general más que repetir todo lo ya conocido
de la historia, sin aportar nada nuevo ni esclarecedor al mito, cuando no inventar
hipótesis sin fundamento y sin citar fuentes en las que se basan.
Sin
embargo sí han sido interesantes otros trabajos menos conocidos, como los
realizados en el campo de la psiquiatría, como p. ej. la comunicación “El
hombre-lobo de Allariz 1853, una visión desde la psiquiatría actual”, de D. Simón Lorda, G. Flórez Menéndez
Psiquiatras del servicio de Psiquiatría del Complexo Hospitalario de Ourense, publicado
en el Anuario Revista Gallega de Psiquiatría y Neurociencias, Volumen Galicia
2004, nº. 8, donde por vez primera se identifica debidamente al Dr. Phillips, y
donde también se refiere a otros trabajos y artículos de interés que aún no
hemos podido leer, entre ellos el de Celso Emilio Ferreiro, “Un caso de licantropía”, Tribuna Médica
29, 3 (1974); el de María Xesús García
Álvarez e Irene Esperón, “O Caso de
Manuel Blanco Romasanta: Unha ollada dende a Psiquiatría” Jornadas de Historia
de la Psiquiatría
y de la
Psicología. Hospital Psiquiátrico Rebullón – Vigo (1996, sin
publicar), y el artículo de Xulio Prada Rodríguez en el nº. 275 de la revista
“Historia 16”
(páginas de 141 a
148), con el título “El hombre Lobo de
Allariz”. Para finalizar también se podría citar la obra “Ferrín e outras historias” del
psiquiatra ourensano Santiago Lamas, Ediciós Do Castro 2007, que en el capítulo
“De lobos, homes e lobishomes” (págs. 177 al final) hace un recorrido extenso
relacionando la figura de los lobos, lobishomes y los psicópatas y asesinos en
serie.
Con
todo lo expuesto creemos que es suficiente para dar una visión de la
bibliografía existente sobre el caso del famoso licántropo ourensano, y frente
a lo que muchos afirman de que es un tema en el que poco hay nuevo que
encontrar, para demostrar que aún hay cosas que descubrir realizamos nuestra
aportación al mito reproduciendo con la autorización de Francisco Mendoza
Díaz-Maroto (agradeciéndole nuevamente su generosidad) el pliego de cordel citado
anteriormente, para que puedan disfrutar de su lectura después de más de siglo
y medio desde su publicación.
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