El día en que publicamos este artículo, se ha conocido en prensa que el tribunal encargado del caso del asesinato de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco, ha sido puesta en libertad bajo fianza de 30.000 euros. Por tanto, el asunto está de rabiosa actualidad. AGENDA DEL CRIMEN publica a continuación un artículo analizando el caso que la criminóloga Lorena Medina escribía, el 22 de enero de 2016 para su blog: psicopatocriminología.blogspot.com.es
Por Lorena Medina Miranda (Criminóloga, colaboradora de Asociación Laxshmi)
Por Lorena Medina Miranda (Criminóloga, colaboradora de Asociación Laxshmi)
Levantamiento del cadáver de Isabel Carrasco |
A pesar de los
rayos de sol que se reflejaban en el río Bernesga, el ambiente de aquella tarde
era representativamente gélido, el de una ciudad en la que el invierno se
alarga hasta casi la estación de verano.
Paseaba por uno
de los característicos puentes de la avenida por la que pasa el río hasta
abandonar la población. Leía los mensajes recibidos en su móvil, ese día estaba
lleno de acontecimientos políticos, destacados para ella por su condición de
presidenta de la Diputación de León. Apenas había recorrido 50 metros de la
pasarela cuando una gran punzada en el corazón la paralizó y la dejó inmóvil en
el suelo, exhalando sus últimas bocanadas de aire. Fue en ese momento cuando de
seguro, pudo ver la imagen distorsionada de alguien que la volvía a apuntar con
el arma, esta vez en la cabeza. Su asesino necesitaba mirarle a la cara y
apuntar de nuevo para culminar su misión, dos disparos serían suficientes para
firmar una escena movida por el odio y la venganza.
Pocos fueron los
testigos presenciales de aquel acto. Tan solo un matrimonio que, en cuestión de
segundos, se habían cruzado con víctima y agresor. Apresados por el pánico que
aquel instante les había mostrado, pudieron observar al asesino abandonar la pasarela
con total normalidad.
Como de una
casualidad de ciencia ficción, el hombre integrante del matrimonio reaccionó
por vocación. Aquel policía jubilado decidió seguir al autor de los disparos
que acababan de dar muerte a Isabel Carrasco. Tras una breve persecución que
terminaba con el autor del crimen en el interior de un vehículo, observó que
debajo de la exagerada indumentaria que portaba entre abrigo, bufanda y gafas
de sol que le cubrían el rostro, se encontraba una mujer.
Algo falló en
aquel escenario. En cuestión de minutos dos mujeres eran detenidas por la
policía. Madre e hija. Montserrat González y Triana Martínez.
MODUS OPERANDI
Montserrat
protege su identidad al máximo en el momento de ejecutar el crimen. Utiliza una
vestimenta de invierno que le tapa sobre todo el rostro y que no pueda ser
identificada antes, durante y después.
Se equipó de un
arma de fuego en el interior de su bolso y buscó el lugar y el momento
perfecto. Pese a llevar a cabo el hecho en la pasarela, a esas horas y en ese
lugar, no había la misma concentración que en otra zona de la ciudad leonesa.
Tenía el éxito de su cometido asegurado. Un primer disparo a bocajarro y por la
espalda bastarían para dar muerte a Carrasco.
Una huida fácil
pensó ella. Lo era en su premeditación. Por la localización se iría despacio,
sin levantar sospecha, como otra persona más que paseaba en aquel momento por
la ribera del río. Una llamada a su hija para que la recogiera en una calle
aledaña al río y desaparecería de la escena del crimen.
Lo que comenzó
siendo un modus operandi de bajo riesgo por su gran planificación y confianza,
acabó tornando de alto riesgo ya que, pese a ser un lugar y un horario donde
escaseaba la gente, no contaba con que probablemente de las pocas personas que
deambulaban por allí, pudieran perseguirla para darle caza tras presenciar lo
que acababa de hacer.
MONTSERRAT Y
TRIANA
Montserrat y Triana durante el juicio |
Tras la
detención ambas presentaron un cuadro de ansiedad al ser separadas y
preocuparse la una por la otra. Podría decirse que siempre habían estado
juntas, que tenían una relación demasiado estrecha existiendo una recíproca
dependencia emocional.
Montserrat no
niega su autoría. Lo confirma firmemente. Lo ratifica en declaración ante el
Fiscal: “decidí matarla”. Se refiere al momento en que, en 2010, Triana le
cuenta el continuo abuso que estaba sufriendo por parte de la política.
La madre se
reafirma también en que el asesinato no fue planificado, simplemente ese día
llevaba el arma consigo y pudo cometer el crimen que en tantas otras ocasiones
hubiese deseado pero que no tenía el modo ni la ocasión. Pero su modus operandi
y la posición de Triana echa por tierra su consolidación. Era un crimen
preconcebido durante años y planificado al detalle.
La rumiación
experimentada por ambas en el tiempo, acabó como coctel explosivo. Habían
sumido sus sentimientos en odio y rabia hacia la presidenta, en un delirio que
las centraba única y exclusivamente en la exitosa vida de Carrasco. Montserrat
debía proteger a su hija de cualquier vasallaje y acoso y derribo hacia ella.
Triana le contaba sus pesares que le venían como enormes punzadas, un dolor que
solo una madre puede sentir.
Con abuso y
acoso o no, madre e hija empezaron a compartir una dimensión psicótica que
finalmente acabó en asesinato.
Como en el caso
de Puerto Hurraco, nos encontramos ante dos mujeres con una relación muy
estrecha. Aunque no convivían en el mismo domicilio, era normal que
compartieran actividades y confidencias en el día a día. Posiblemente la idea
principal fuera de Triana, que percibía en Isabel todo un brebaje en su contra,
creencia que se fue asentando en su madre hasta no poder con la imagen de que
Triana fuera víctima de aquella mujer tan poderosa.
Recordamos el
trastorno compartido como un trastorno que se establece en al menos dos
personas que conviven o que tienen una estrecha relación, siendo generalmente
mujeres. En el caso que nos ocupa, ambas sufren una gran dependencia emocional
que se ha ido fraguando en su relación materno-filial de manera patológica.
Durante estos días hemos podido observarlas durante el juicio que se viene
celebrando a lo largo de la semana, y por primera vez hemos podido ver y
escuchar sus testimonios.
Con los pocos
documentos gráficos que tenemos de ellas, limitándonos en exclusiva a las
imágenes del juicio, podemos observar un aplanamiento afectivo en las dos, una
falta de expresión facial y una mirada perdida, siendo más marcada en la
persona de Montserrat con un patente gesto altivo. No podemos olvidar la gran
falta de empatía por la parte materna al manifestar ésta que no se arrepiente
de haberlo hecho ya que era ella o su hija.
RAQUEL
GAGO: LA TERCERA PIEZA
Raquel Gago durante el juicio |
¿Qué papel ocupa
la ex policía local en toda esta trama? De ser cierta su versión, en la que
manifiesta que, casualmente tras haber tomado café en casa de su amiga Triana
se volvieron a cruzar en la calle de manera fortuita, podríamos estar ante una
víctima más de la triquiñuela de esta madre e hija. Pero todo esto se
desmontaría en el momento en que en comisaría Triana le dice a su madre que no
diga nada del arma porque lo tiene otra persona que es policía. ¿Actuaba Triana
protegiendo realmente a su amiga, o tan solo fue otra argucia planeada para
desviar la atención en una tercera persona?
Independientemente
del rol de Gago, las raíces se sitúan en Montserrat y Triana. Unas raíces
contaminadas por desprecio, rabia y aversión instalada que finalmente fueron
extraídas, todo ello impulsado por la venganza.
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