S.O.S. Internet: Mi hijo/a ha sido víctima de sextorsión

       
      Carolina López Salas ya nos presentó unos consejos destinados a jóvenes y adolescentes que estén siendo víctimas de extorsión sexual a través de las redes o sextorsión. Ahora, nos presenta el complemento necesario para esa información, un artículo destinado a los padres que detectan que su hijo o hija es victima de este delito o a los que su hijo/a pide ayuda confesándole que está siendo víctima de una sextorsión.

      Por Carolina López Salas


     A pesar de todas las buenas prácticas que se puedan poner en marcha para evitar la victimización de los jóvenes en Internet, el riesgo a que nuestros hijos se conviertan en víctimas, ya sea en la red o en la vida real, siempre está ahí, sobre todo ante prácticas peligrosas como el sexting -intercambio voluntario de contenidos (texto, imagen, vídeo) erótico o pornográfico vía teléfono móvil-, siendo una de sus más terribles consecuencias la sextorsión, una extorsión sexual llevada a cabo por personas que poseen material erótico de otra, ya sea mediante el mismo sexting o accediendo a él ilegalmente, para chantajearla posteriormente, solicitándole favores sexuales, económicos o de otra índole a cambio de no hacerlo público, amenaza que llevan a cabo en no pocas ocasiones.
Cuando somos víctimas de un delito, vivimos momentos que no son agradables y, en ocasiones, nos provocan un gran sufrimiento. Jamás desearíamos que nuestros hijos tuvieran que pasar por estas experiencias pero a veces no podemos evitar que cometan errores y/u otras personas les hagan daño pues, no podemos vigilarles 24 horas al día, sobre todo si ya son adolescentes y necesitan tener su propia autonomía, poder tomar sus propias decisiones e ir convirtiéndose en adultos que aprenden de sus propios errores.
En el caso de niños y adolescentes, la victimización se hace más probable, por la vulnerabilidad que implica la falta de experiencia ante situaciones que les proporcionen estrategias de afrontamiento adecuadas y la falsa sensación de seguridad ante el peligro propia de esa etapa y consecuencia directa de dicha inexperiencia.
La sensación de indefensión, vergüenza y culpabilidad pueden ser muy incapacitantes y llevar a la víctima a no querer contar lo sucedido a un adulto (familiar o tutor) ni denunciar los hechos ante las autoridades o hacerlo cuando el delito se ha agravado considerablemente –por ejemplo, cuando se han producido daños físicos- y/o se encuentran psicológicamente muy afectados.
Es por todo esto que se considera de crucial importancia tener algo de información para saber cómo abordar este delicado problema en el caso de que lamentablemente tengamos que enfrentarnos a él.

Si pensamos que nuestro hijo/a pueda estar siendo victimizado/a a través de las nuevas tecnologías debemos ser especialmente cautelosos a la hora de hablarles, de intentar ayudarles. Es en esas ocasiones cuando el miedo y la ansiedad propios de momentos difíciles nos pueden jugar una mala pasada dificultando aún más la situación con nuestras palabras, tono de voz, gestos, etc. Incluso cuando más queremos ayudar a una persona, sin desearlo podemos hacer que se sienta peor si no sabemos cómo afrontar la situación.
Es por ello que, a continuación, se enumeran una serie de pistas sobre las actitudes más adecuadas que podemos mostrar, y sobre todo las que debemos evitar, en una situación tan delicada:

Pregunta. Es normal tener miedo a preguntar a tu hijo/a si tiene algún problema, a que piense que invades su intimidad, pero ésta es la única manera de saber si todo va bien. Preguntar no te convierte en un/a padre/madre cotilla, tampoco implica que tu hijo tenga que contarte todos sus secretos, que no pueda guardar ciertas cosas para su intimidad, lo que significa es que existe una adecuada y positiva confianza en vuestra relación familiar. Lo ideal es fomentarla día a día, hablando de temas variados, compartiendo confidencias, para que sienta que tú también confías en él/ella. No obstante, si tu hijo/a y tú tenéis problemas para comunicaros, una tercera persona de confianza podría suponer ese primer contacto al abordar el problema y aconsejarle mejorar la comunicación contigo o buscar los recursos que posibiliten el acercamiento, recordándole lo mucho que te preocupas por su bienestar.
Por el contrario, es posible que, al contar lo sucedido, tu hijo/a no se sienta todo lo cómodo que esperaba con esa tercera persona. Esto es perfectamente normal pues, se trata de un tema delicado, pero es importante que tu hijo/a comprenda que no todos abordamos una situación de la misma manera y que debe confiar en los demás para solicitar ayuda cuando la necesite, no desistiendo si la primera persona elegida para compartir dicha información no nos aporta la comodidad que esperábamos.
Es importante preguntar, porque en ocasiones los adolescentes piensan, erróneamente, que pueden afrontar solos cualquier problema que se les presente o que contárselo a una tercera persona no servirá de nada, lo que imposibilitará que relate lo sucedido.
Despenaliza. Es importante que tu hijo/a sepa que puede contarte su problema sin miedo a represalias. En ocasiones, sobre todos los niños más pequeños, cuando son victimizados tienen miedo de haber hecho “algo malo”, de que sus padres les castiguen y les despojen de algunos de sus privilegios como juguetes, visitas al parque, etc., motivo por el cual nunca llegan a contar a sus padres lo que les está ocurriendo o lo niegan cuando éstos les preguntan si algo anda mal.
Aclara conceptos. Conviene asegurarnos de que el menor o adolescente comprende perfectamente qué conductas están permitidas y, por tanto, deben tolerar o no de otras personas, así como la gravedad que puede suponer para su integridad física y psicológica, el ser víctima de este delito y las consecuencias negativas que puede tener para otros chicos como él/ella, el no contarlo. Así, en este punto es fundamental tanto el ser positivo como el ser realista. Debes incidir en que sentirse amenazado física o emocionalmente es un signo de que debe pedir ayuda.
Mantén la calma en la medida de lo posible. A la hora de dirigirte a tu hijo/a, hazlo en un tono calmado. Eso facilitará que él /ella se calme también y se sienta más cómodo/a. No disimules que estás preocupado/a, eso es algo perfectamente normal que él/ella espera, pero intenta controlar y regular tus emociones en la medida de lo posible, para facilitar así la conversación.
No abordes el problema con extraños delante. Hablar sobre nuestra sexualidad es algo íntimo, personal, que, especialmente en el caso de personas sin mucha experiencia, puede resultar muy incómodo. Por ello es recomendable que, cuando te dirijas a tu hijo/a para abordar estos temas, lo hagas a solas o, en su caso, sin la presencia de personas desconocidas o con las que él/ella no tenga tanta confianza. Eso facilitará que se abra a ti.
Déjale hablar. Cuando hemos sido víctimas de un delito, relatar los hechos a una tercera persona no es nada fácil. Esto se maximiza cuando vemos a esa tercera persona como una autoridad, cuando tenemos miedo a su reacción, como puede ser el caso de los tutores. Decidir contar lo sucedido es un gran paso, no es fácil expresar con palabras cómo nos sentimos y es en estas situaciones cuando más valoramos que las personas que queremos nos escuchen.
Practica una escucha activa con tu hijo/a y no le interrumpas intentando adivinar lo que va a decir a continuación o adelantándote a completar sus palabras. En estos casos, la conducta no verbal puede ser muy importante, ya que con ella mostramos interés por las conversaciones, con gestos y movimientos corporales que indican que realmente estamos prestando atención (por ejemplo asentir o sostener la mirada).
Si él /ella ha decidido o aceptado tener esa conversación contigo, probablemente sea porque necesita expresar lo que siente.
No le fuerces a contarte los detalles. Que nuestra sexualidad sea expuesta públicamente cuando no lo deseamos es algo muy desagradable, es una invasión a nuestra intimidad, como si alguien nos despojase de lo único que sabemos que de verdad es nuestro. En el relato sobre una victimización siempre hay partes que son más difíciles de compartir con otras personas y en ocasiones se requiere de tiempo y ayuda para poder hablar de ciertos detalles. No fuerces a tu hijo/a a contarte aquello que no se siente cómodo para abordar, que pueda generarle un mayor malestar. Sé paciente y espera a que esté preparado y él/ella mismo/a decida hablar de ello. Aunque pienses que ya lo sabe, es importante que le recuerdes que estarás ahí siempre que te necesite, que estarás a su lado para escucharle o simplemente para hacerle compañía en su silencio.
Créele. Si hay algo que pueda realmente dañar a una víctima es el hecho de no ser creída cuando relata lo que le ha sucedido. Poner en duda el relato de tu hijo/a podría empeorar su estado de salud pues, a lo ocurrido se le añade la sensación de no tener a quién acudir porque piensa que nadie le cree, lo que puede provocarle una fuerte sensación de soledad y desamparo. Permite que te cuente su versión de los hechos sin dudar de su palabra.
Es cierto que una persona puede llegar a fingir una victimización para llamar la atención pero son los expertos los encargados de detectar estos casos puntuales, en base a los cuáles tendríamos que tomar una serie de medidas muy diferentes. En casos excepcionales, en los cuáles el menor o adolescente sea propenso a la mitomanía y a la focalización de la atención, especialmente cuando existen psicopatologías importantes, es necesario poner en conocimiento de las autoridades toda esta información y confiar en sus criterios de actuación. Ten en cuenta que, incluso en el caso anterior, nada de esto implica que no se haya dado el delito, por lo que se recomienda denunciar siempre que la gravedad de la situación lo requiera, por supuesto relatando con sinceridad todo aquello que podamos considerar relevante.
No restes importancia a cómo se siente. Es posible que tengamos la idea de que restarle importancia a algo que ha sucedido hará que la otra persona se sienta mejor. En tus recuerdos está la experiencia de tantas veces que tu hijo/a se ha caído jugando y se ha hecho apenas una rozadura ante lo cual tu actitud ha constituido el factor más importante de su afrontamiento. Todos sabemos que, si un niño nos ve preocupados, a nosotros que somos “los que podemos con todo”, entenderá que está en peligro y también se preocupará. En cambio, si nos ve afrontar el suceso de forma despreocupada, entenderá que todo va bien y evitaremos su miedo y, seguramente, sus lágrimas.
Pero tu hijo/a es más mayor y lo que le ha sucedido es algo más delicado que caerse de culo, por lo que sus necesidades también son otras. Lo que espera de ti es una estrategia de afrontamiento totalmente diferente.
Por supuesto, no debemos dramatizar ni ser catastrofistas con lo que ha sucedido, pero negar un problema que le está causando tanto sufrimiento puede ser muy perjudicial para él/ella. Aunque tu intención sea la mejor del mundo, debes evitar afirmaciones como que “habrá sido una broma”, “no ha pasado nada” o “no es para tanto”. Porque para tu hijo/a sí es para tanto y sentirse incomprendido en estos momentos de vulnerabilidad emocional sólo le hará más daño. Debe saber que realmente eres consciente de su sufrimiento.
Muestra empatía. En momentos tan difíciles, necesitamos sentir que la otra persona nos comprende para sentirnos cómodos al abordar el tema con ella. Una forma de conectar con tu hijo/a en una situación tan difícil es compartir tus propias experiencias, siempre con cuidado de no restar importancia a la suya ni hacer comparaciones entre ambas o acerca del sufrimiento de cada uno. Sin hacer demasiado hincapié en los detalles, puedes hacerle saber que has pasado por situaciones similares en la vida, quizás no en Internet sino en la vida real, que comprendes que es duro y desagradable pasar por ello, pero que sabes que lo puede superar, aún con dificultad. Tu hijo/a ya sabe que no es la primera persona ni la última en el mundo que ha sido engañada y a la que han hecho daño pero es recomendable recordarle que incluso nosotros, como tutores, podemos sufrir y reponernos también. Es bueno recordar que cualquier persona puede ser engañada en la red o en la vida real y que eso no implica ser menos inteligente, únicamente estar más desinformado sobre los peligros.
Haz visible tu felicidad por el hecho de poder ser su confidente en estos momentos tan angustiosos para él/ella.
No le juzgues. Es perfectamente normal que las emociones desagradables nos invadan cuando sabemos que nuestro hijo/a está sufriendo, es normal querer decirle tantas cosas que no sepamos por dónde empezar, pero en momentos tan delicados debemos escoger bien las palabras que usamos para expresar lo que sentimos.
Es probable que te sientas enfadado/a o frustrado/a, que no comprendas porqué tu hijo/a ha llevado a cabo una conducta de riesgo exponiéndose en Internet cuando tantas y tantas veces has intentado avisarle de dichos peligros. ¿De qué han servido tus consejos? Han servido y seguirán sirviendo de mucho, porque los va a seguir necesitando, pero lamentablemente los consejos no son infalibles a la hora de tomar decisiones futuras. Piensa por un momento en cuando tenías su edad, quizás no contabas con las herramientas tecnológicas de hoy en día pero todos hemos cometido errores porque todos hemos sido jóvenes y en estos momentos puede ser de gran utilidad recordarlo para evitar hacer juicios en un momento en el cuál es lo último que se necesita. Queremos decirle “te lo dije” o “yo no te he educado así”, que entienda que ha hecho algo muy perjudicial para sí mismo/a pero ya lo sabe, y ya está sufriendo las consecuencias.
Evita preguntarle cómo ha permitido que algo así ocurra o por qué no se ha defendido o ha actuado antes. Evita explicarle qué hubieras hecho tú en esa situación en su lugar. Quizás con nuestras preguntas sólo le demos más motivos por los que sentirse culpable y un mayor sufrimiento por no haber actuado adecuadamente y/o como tú esperabas. Tu hijo/a ya sabe que debió escucharte con más atención y hacer caso de tus consejos, ya se siente lo suficientemente avergonzado/a y probablemente piense que te ha decepcionado, lo que le causa aún más dolor. Para reducir su malestar es importante recordarle que no debe sentir culpabilidad o vergüenza y hacer hincapié en que estás orgulloso de él/ella por afrontar esta situación con valentía, por haber pedido ayuda y/o dejarse ayudar. Ahora necesita tu apoyo más que nunca.
No te culpes: De la misma manera que no debes culpar a tu hijo/a por lo ocurrido, también es importante que tú tampoco te culpes. Posiblemente estás pensando que debiste protegerle de ese peligro pero lamentablemente, la realidad es que la vida, no sólo cibernética sino real, está llena de peligros para todos nosotros y, aunque tratemos de reducir los riesgos tomando ciertas precauciones, en ocasiones ni siquiera así podemos evitar una victimización.
Además, cada día surgen nuevas formas de delincuencia en el mundo, nuevas estrategias capaces de engañar a víctimas de perfiles muy diferentes en casi cualquier lugar del mundo, posibilidad que se maximiza con el acceso a Internet.
Recuerda que los delincuentes son los únicos responsables de la victimización. Además, culparte no solucionará el problema, solamente hará que te sientas peor.
Sin embargo, algunos padres pueden sentir que esta situación tan difícil les supera y que necesitan ayuda externa para poder seguir adelante. Muchos padres necesitan tiempo para aceptar lo que ha sucedido, para comprender que no es su culpa, que lo que ha pasado no les convierte en peor padre/madre.
No es nada extraño ni nada de lo que avergonzarse. No dudes en pedir ayuda y no pienses en aplazarlo porque ahora “lo más importante es él/ella” porque si tú no te encuentras lo suficientemente fuerte para afrontar la situación, no podrás ayudarle como te gustaría. Hazlo por los dos.
También es importante que te apoyes en otros miembros de la familia o personas cercanas durante todo este proceso. No es nada recomendable que una sola persona afronte esta situación.
Tener miedo es normal. Tu hijo/a necesita saber que tener miedo es lo más normal del mundo en circunstancias difíciles, que tú también lo has tenido, pero que con el tiempo lo que nos provoca el miedo queda atrás. No se olvida pero se supera y ya no afecta a tu vida. Recuérdale que ser valiente no significa no tener miedo, sino afrontar la situación a pesar de él.
Llorar no es malo. A nadie le gusta ver llorar a otra persona, mucho menos cuando la queremos y aún menos si es nuestro pequeño. Si tuviéramos una varita mágica que pudiera hacer que su sufrimiento pasase a nosotros, no dudaríamos en agitarla. Pero no tenemos esa varita y, aunque existiese, tampoco es una solución pasarnos el dolor unos a otros, sino que lo ideal es afrontarlo para que ya no nos haga daño. Llorar es una forma de expresar emociones y a veces tiene una función reguladora de las mismas.
Aunque la tristeza y el llanto sean socialmente vistos de forma muy negativa y su focalización continuada pueda ser desadaptativa y perjudicial, no debemos demonizarlas y prohibirlas pues, también ejercen una importante función que es avisarnos de que algo no anda bien, de que necesitamos ayuda y, para el caso del llanto, en no pocas ocasiones nos ayuda a regular las emociones, como se dice “a sacar todo aquello que llevamos dentro”.
Por eso, aunque te resulte desagradable ver a tu hijo/a llorar, no le impidas que se desahogue ni le llames la atención por hacerlo, quédate a su lado para que sepa que no está solo en estos momentos.
Actúa. En estos casos es muy importante tomar la firme decisión de actuar, y hacerlo lo antes posible. El acoso no es algo que suela desaparecer por sí sólo, simplemente con ignorarlo. Muy por el contrario, es un problema que suele agravarse con el tiempo. También tu hijo/a debe comprender la necesidad de actuar de inmediato para poner fin a su malestar.
Además, los casos de sextorsión pueden enmascarar casos terribles de grooming, en los cuáles un adulto busca la captación de menores para exhibirlos sexualmente en la red o acceder a ellos físicamente, con lo cual, es crucial actuar SIEMPRE.
No te tomes la justicia por tu mano. Es importante que confíes en los profesionales expertos en la intervención de estos casos, en lugar de tratar de descubrir, localizar y confrontar al delincuente. Además, es probable que te equivoques al sacar conclusiones sobre la autoría de los hechos, no siendo esto positivo ni para tu hijo ni para ti. En ocasiones, incluso, las víctimas de sextorsión son acosadas por extraños que ni siquiera tienen en su poder el material con el que tratan de chantajearles pero que se hacen pasar por conocidos, por ejemplo exparejas, para que resulte creíble que puedan tenerlo con la intención de que el miedo les haga acceder a sus peticiones. Las víctimas en estos casos están tan asustadas que ni siquiera piensan en comprobar que el chantajista es realmente la persona que afirma ser y acceden a sus peticiones.
Ignora y bloquea. Confrontar al agresor no suele ser una buena idea, sobre todo porque, como es normal, en ese momento nuestro enfado y frustración nos puede dificultar el mantener la calma. Una actitud agresiva puede ser interpretada como un ataque o desafío, empeorando la situación. El agresor podría pensar que no creemos que su amenaza es real y hacer público el material con el cuál chantajea a la víctima.
Lo ideal es aconsejar a tu hijo/a que ignore las provocaciones o mensajes de la persona que la está acosando y la bloquee en todos aquellos medios en los cuáles nos esté molestando –email, mensajería instantánea, redes sociales, foros, mensajes de texto o llamadas de móvil…- para poner posteriormente la correspondiente denuncia. La mayoría de servicios de Internet permiten tanto bloquear a usuarios que se comportan de forma inapropiada (insultan, amenazan), como denunciar aquellos contenidos de naturaleza ofensiva.
Si en delitos de ciberacoso se aconseja ignorar y bloquear al delincuente es con el objetivo de acabar con la dinámica del acoso. En caso de que el acoso no cese de esta forma, se recomienda solicitar de forma firme, calmada y respetuosa al delincuente que cese en su acción, recordándole que está cometiendo un delito del que guardamos pruebas suficientes para denunciarle, hecho que es efectivo en muchas ocasiones, sobre todo en menores delincuentes. Pero, como hemos comentado anteriormente, no es conveniente tratar de dar este mensaje cuando experimentamos grandes niveles de ansiedad.
Debemos saber, e incidiremos varias veces en ello a lo largo del texto, que en delitos de sextorsión con menores o adolescentes y, ante la grave amenaza de grooming, lo recomendable es denunciar siempre, y, por supuesto, seguir al pie de la letra todas las indicaciones de las autoridades.
Reúne pruebas del delito. Guardar las evidencias del acoso es muy importante de cara a poder demostrarlo posteriormente. Si un delito cibernético se lleva a cabo en un ámbito educativo entre menores o adolescentes, ésta es la única manera de demostrar el alcance del mismo y así poder determinar el tipo de medidas disciplinarias o legales que podemos llevar a cabo.
En concreto, en casos de sextorsión, se recomienda a la víctima y a sus familiares que guarden todas aquellas pruebas del delito, por la posibilidad de poder necesitarlas en caso de tomar la decisión de poner una denuncia ante las autoridades.
Es de vital importancia no alterar de ninguna forma las evidencias del delito, conservándolas tal y como fueron recibidas. Para no alterar las pruebas, no debes borrarlas ni modificarlas. No formatees los dispositivos de almacenamiento o terminales donde se encuentran dichas evidencias hasta la obtención de copias de su contenido. Igualmente, se recomienda no reenviar los mensajes o hacer copias de éstos, pues esto podría provocar la pérdida de información que lleve a los investigadores a identificar al delincuente.
Según se explica desde la Brigada de Investigación Tecnológica de la Policía Nacional (INTECO, 2012), estas pruebas normalmente hacen referencia a archivos digitales de texto, imagen o vídeo, localizadas en ordenadores y todo tipo de dispositivos móviles. También pueden encontrarse en servicios en la red. Además, el Grupo de Delitos Telemáticos de la Guardia Civil realiza una clasificación de las pruebas según: los datos de tráfico asociados a las comunicaciones establecidas (horas de conexión, a qué dirección IP, etc.) y la información presente en el dispositivo de comunicación de la víctima.
Para el Grupo de Delitos Telemáticos de la Guardia Civil, la conservación por parte del usuario/víctima debe limitarse al almacenamiento de las conversaciones, mensajes, imágenes, vídeos,…etc. relacionados con el delito. Así, esta conservación puede realizarse en el propio dispositivo de la víctima (que es lo recomendado por el Grupo de Delitos Telemáticos de la Guardia Civil), o en un soporte de almacenamiento externo. La BIT completa esta información sobre las evidencias afirmando que “cuando éstas sean necesarias a la investigación o al proceso, será necesario custodiarlas, por lo que, debidamente precintadas, quedarán a disposición de la Autoridad Judicial”.
El Grupo de Delitos Telemáticos de la Guardia Civil también subraya que las pruebas -tanto los datos extraídos mediante procedimientos forenses del propio terminal de la víctima, como los facilitados por los Proveedores de Servicio de Internet (ISP’s)-deben haberse obtenido respetando los límites que marcan las leyes actuales.
Teniendo en cuenta que normalmente, las evidencias hacen referencia a conversaciones privadas, éstas sólo pueden ser intervenidas mediante orden judicial o de forma voluntaria por alguna de las partes implicadas en dicha conversación. Por lo tanto, no parece existir impedimento legal para que la víctima aporte las pruebas de las que cuente para probar el delito, con el objetivo de que ésta sea almacenada, analizada y custodiada, garantizándose así la integridad de la misma.
Podría darse el caso de que el delincuente, tras hacer públicos los contenidos que dañen a la víctima, los elimine pasados un breve espacio de tiempo o cuando se asegure de que el menor o adolescente ha podido verlos, dificultando así la posibilidad de la obtención de la prueba por parte de la víctima. Sobre esto, el perito informático Modesto Álvarez (INTECO, 2012) ante el ejemplo de una fotografía publicada en una página web, señala que “en ese caso, puede ser importante descargar la fotografía, aparte de realizar una captura de pantalla o de la página web completa, e incluso fotografiar nosotros mismos la pantalla donde se vea la foto”.
Así, a través de la fotografía de pantalla podríamos visualizar la página web, con su dirección, la fotografía publicada, y la fecha del ordenador -al igual que la misma cámara con la que se tome la imagen guarda fecha y hora-, la captura de pantalla complementaría el detalle de la imagen, y la descarga podría ofrecernos información sobre los metadatos o datos ocultos de la misma (fecha, hora, marca, modelo y número de serie de la cámara, posibles retoques de la imagen y programa utilizado, etc.).
Toda esta información obtenida podría ser completada posteriormente, con la que nos aporte el administrador del espacio donde fue publicada: nombre de usuario, datos de registro, historial de conexiones con direcciones IP, etc.
Informa en el centro educativo de tu hijo/a de su situación. Tal y como sucede con las amenazas del mundo real, los delitos en el mundo virtual deben ser perseguidos y abordados por profesionales de diferentes áreas en los lugares que frecuenta el menor o adolescente, siendo su centro educativo uno de los más relevantes.
Así, la dirección y tutores académicos de tu hijo/a en el centro educativo donde estudia deben saber lo que está ocurriendo para que puedan poner en marcha las estrategias preventivas de carácter educativo que eviten que el problema pueda verse agravado aumentando aún más su sufrimiento durante su estancia en el centro o fuera de él. Esto es especialmente necesario cuando el acoso ha sido iniciado en el mismo centro pues, por el carácter silencioso del acoso cibernético, no siempre es detectado por los profesionales educativos.
A veces es precisamente en el centro formativo donde se percibe este acoso, por lo que se hace esencial la intervención desde este ámbito para comunicar el suceso a los familiares y, en su caso, ponerlo en conocimiento de otros profesionales o autoridades. Los profesionales educativos están debidamente formados para poder abordar el problema de forma discreta y profesional. Hoy en día muchos centros disponen de protocolos de actuación para el ciberacoso en sus planes de convivencia.
Es importante no culpabilizar a los profesionales educativos, sino verlos como aliados para afrontar esta situación, haciéndoles saber que confías en su profesionalidad y su buen hacer, así como tus deseaos de ayudarles a combatir esta situación colaborando en todos los pasos que, consideren, deben darse.
Presta atención a otras posibles victimizaciones. En ocasiones, los menores o adolescentes son extorsionados con imágenes que finalmente acaban en la red, o cuya victimización llega a oídos de sus compañeros lo que puede dar lugar a una humillación pública que les victimice aún más. No es desconocido el bullying o ciberbullying y sus terribles consecuencias psicológicas, que en este caso tendríamos que añadir al sufrimiento inicial de la propia sextorsión.
En casos de acoso escolar, especialmente cuando se origina un suceso en el cuál tanto la víctima como el agresor son menores, es importante poder analizar en profundidad el suceso, contemplando, según su gravedad, todas las estrategias de mediación posibles o soluciones alternativas antes de proceder a poner una denuncia formal, en lugar de optar directamente por esa posibilidad.
Además, también debemos contemplar la importancia de exponer a la víctima a pasar por un proceso legal, considerando los riesgos de posteriores victimizaciones.
En ocasiones, los jóvenes, por tratar de gastar una broma a los compañeros pueden llevar a cabo conductas que les dañen profundamente. Estas bromas pueden ser el origen de acoso escolar que, con herramientas digitales pueden traspasar las barreras físicas del centro y alcanzar al menor en cualquier lugar. Es importante hacer conscientes a los menores que cometen acoso del alcance de sus actos y que éstos siempre tienen consecuencias, aunque sean menores de edad.
Presenta la denuncia. Posiblemente la más importante de todas estas recomendaciones sea el presentar la correspondiente denuncia ante las autoridades. Este no es un paso fácil para una persona que ha sido victimizada que puede sentirse culpable y avergonzada de lo sucedido y que lo único que desea es dejar ese terrible suceso en el pasado.
Algunos expertos señalan que la posibilidad de denunciar es ya planteable, en términos abstractos, en delitos de acoso o intimidación cometidos entre iguales (entre adultos o entre menores) y en persona.
En cuanto a los delitos telemáticos, aparte de la posibilidad de denunciar a través de las páginas de los distintas servicios que pueden estar implicados (Tuenti, Facebook…, servicios de correo electrónico, proveedores de servicios de Internet…), el secretario judicial Juan Enrique Gutiérrez (INTECO, 2012), comenta que una de las cuestiones principales que un padre o educador debe plantearse en caso de que las personas sometidas a su potestad o custodia sean objeto de acoso cibernético, es la de decidir sobre la conveniencia o no de presentar una denuncia oficialmente. Sin embargo, también señala que “en el caso concreto del grooming no cabe otra recomendación institucional que la denuncia inmediata”. Para el experto, no se puede considerar otra opción “dada la posición de superioridad mental del agresor sobre la víctima, la especial cobardía del sujeto activo escondido bajo el anonimato y dada la potencial capacidad del agresor para atentar inmediatamente después contra otros menores”.
Para el caso concreto de la sextorsión, es importante tener en cuenta que, en no pocas ocasiones, este delito es una de las expresiones de dicho grooming, por lo que es, no sólo necesario sino obligatorio, acudir a las autoridades en caso de que tengamos conocimiento de un posible caso de grooming a un menor, aunque no seamos los tutores o garantes del mismo, para frenar el daño causado al menor y prevenir futuras victimizaciones de otros niños.
Sin embargo, el Código Penal contempla expresamente aquellas situaciones en las que sí somos responsables directos del menor. A este respecto no sólo debemos considerar el art. 195 del Código Penal sobre el delito de omisión del deber de socorro sino el art. 189.5 que reza: “El que tuviere bajo su potestad, tutela, guarda o acogimiento a un menor de edad o incapaz y que, con conocimiento de su estado de prostitución o corrupción, no haga lo posible para impedir su continuación en tal estado, o no acuda a la autoridad competente para el mismo fin si carece de medios para la custodia del menor o incapaz, será castigado con la pena de prisión de tres a seis meses o multa de seis a 12 meses”.
Por otro lado, para el caso de delitos cibernéticos se aconseja presentar la denuncia en persona o mediante ordenadores o teléfonos públicos, pues el delincuente podría estar utilizando un programa spyware para hacer un seguimiento de nuestras actividades diarias, de forma que, sin saberlo, podríamos estar poniendo en preaviso al delincuente para que borre todas las pruebas del delito, al conocer que va a ser denunciado.
Por último, presentar la denuncia y relatar los hechos a una persona desconocida no es un trago fácil, por lo que es recomendable que no se encuentre solo en unos momentos tan difíciles. Acompáñale mientras relata los hechos siempre y cuando tu hijo/a esté de acuerdo en que te quedes a su lado.
Es posible que tu hijo/a no se sienta cómodo contando ciertos detalles íntimos en tu presencia y desee que sea otra persona quien le acompañe a la hora de prestar declaración. Sé paciente y comprensivo.
Respeta su decisión en todo momento sin imponerle tu presencia y trata de no interpretarlo como un rechazo hacia tu persona o una falta de confianza. Piensa que se trata de la exposición pública de una faceta sexual de su vida y que en ocasiones no es fácil tratar este tema con los padres, por vergüenza. Aunque tratemos de fomentar un clima de confianza y diferenciar ésta del respeto como entidades diferentes y complementarias, aun así los hijos saben que para los padres puede ser difícil imaginarles en un contexto sexual.
En caso de que el delincuente sea identificado y, ante la previsión de un futuro juicio, las autoridades o expertos podrán recomendarte la adecuación de consultar a un abogado que os acompañe y asesore durante todo el proceso legal, para resolver cualquier duda que pudiera surgiros.
Refuerza la seguridad. Por supuesto, aparte de todas las recomendaciones dadas en este post, se recomienda tener en cuenta las proporcionadas anteriormente para víctimas de delitos cibernéticos, algunas de las cuáles ya hemos citado aquí. Es muy importante que, tras ser victimizados en la red, cambiemos todas nuestras claves y reforcemos nuestra red Wi-Fi y dispositivos informáticos formateándolos y provisionándolos de sistemas de protección fuertes que impidan ataques futuros.
Pero más importante que todo esto, debemos apelar al sentido común, siendo conscientes de los delitos que existen hoy en día en la red, haciendo conscientes a nuestros hijos de que todo lo que leemos no es cierto y que debe tomar unas precauciones básicas al conectarse a redes Wi-Fi públicas, al utilizar el sistema bluetooth de su dispositivo o al navegar en la red, entre otros. Algunas de las recomendaciones de navegación son: no formar parte de cadenas de mensajes, evitar abrir mensajes de correo electrónico de origen desconocido, evitar visitar páginas o hacer click en enlaces sospechosos, asegurarse de que visita páginas oficiales de descarga y leer adecuadamente los permisos que da a las aplicaciones que descarga, etc. No obstante, abarcaremos detenidamente todas estas indicaciones en un enlace futuro de esta misma sección.
Cambia el número de teléfono. Si el acoso se ha dado vía móvil, podría ser recomendable cambiar el número de teléfono para evitar que el acosador siga profiriendo ataques contra la víctima. En ocasiones, estos ataques consisten en llamadas desde un número oculto. Es importante no borrar el registro de llamadas hasta interponer la correspondiente denuncia, para facilitar a las autoridades la extracción de posibles pruebas del delito, de cara a un posterior juicio.
Comunica lo ocurrido a su pediatra. Se recomienda que los menores o adolescentes que han sufrido una victimización de ciberacoso sean valorados por su pediatra para que pueda evaluarlos con el fin de determinar su estado de salud física y mental tras el incidente y, en su caso, prevenir un empeoramiento de los síntomas y llevar a cabo una adecuada intervención o derivarle, en su caso, a los especialistas de salud correspondientes.
Atento/a a las señales que indican la necesidad de ayuda psicológica. Poner fin a un peligro no siempre es fácil, poner fin al miedo puede ser mucho más complicado y requiere de un gran esfuerzo. Pero en algunos momentos sentimos que no tenemos la fuerza necesaria para luchar contra esos miedos, y es ahí donde entramos nosotros, los psicólogos. No siempre ocurre pero es posible que tu hijo/a necesite un pequeño empujoncito para afrontar esta situación tan difícil. No dudes en sugerirle la posibilidad de recibir ayuda externa si piensas que pueda necesitarla.  Algunas de estas señales pueden ser el llanto continuado sin notar mejoría a pesar de que pasen las semanas, un cambio brusco en su personalidad –notas que ya no es el mismo, está más irascible, más agresivo o más pasivo o callado-, dejar de salir con sus amigos o de hacer las actividades que antes le resultaban agradables, padecer insomnio, tener problemas para conciliar el sueño o pesadillas recurrentes así como dormir demasiado, dejar de comer o bajar bruscamente de peso así como un incremento notable del apetito y/o del peso, una disminución notable en su rendimiento académico, etc.
Fomenta el apoyo familiar. Fomenta que se apoye en otros miembros de la unidad familiar o personas de su entera confianza. En estos momentos, todo apoyo le será beneficioso.
Evita conflictos familiares. Es importante que los miembros de la unidad familiar estén al tanto de lo que ha sucedido. Los padres, progenitores o tutores del niño, ya mantengan una relación sentimental o no, convivan en la misma vivienda o no, deben mantenerse unidos frente a esta adversidad y mostrar unión familiar que aporte una sensación de seguridad y apoyo. Es crucial tratar de ponerse de acuerdo a la hora de abordar el problema y evitar las discusiones frente al menor o adolescente. Esto es importante y extensible a cualquier otro miembro de la unidad familiar.
Evita la focalización en el problema. En momentos como éste, es normal que a veces no podamos dejar de pensar en lo que ha sucedido, que deseemos hablar todo el tiempo sobre ello, pero tu hijo/a también necesita ocupar sus pensamientos con otros temas más agradables y conversar de otras cosas. Incluso las conversaciones triviales le pueden llevar a recuperar cierta normalidad. Que tú también descanses y te permitas seguir ocupándote de tus responsabilidades diarias, os beneficiará a ambos.
También es probable que el resto de la familia, en su preocupación, desee preguntar cómo se encuentra y que les cuente lo sucedido de primera mano. Puede ser recomendable que en algunos casos lo hagas tú, siempre con su consentimiento, para evitarle tener que relatar una y otra vez lo sucedido. Esto sólo le generará una mayor ansiedad y malestar.
En ocasiones, los delincuentes cumplen sus amenazas de hacer públicos los contenidos sensibles del menor o adolescente y éstos se ven sexualmente expuestos frente a sus amigos y familiares. En estos casos, incluso cuando los contenidos ya han sido eliminados del espacio, aún pueden persistir comentarios de personas que lo han visto o que han tenido conocimiento del suceso. Es importante que procures que tu hijo/a no se obsesione entrando a consultar dichos comentarios y/o contestar a los mismos. Evitar los comentarios no sólo impedirá que tu hijo/a se focalice en el problema, sino que también evitará atraer la atención de más personas curiosas hacia el espacio digital donde se encontraba o encuentra dicha información.
Fomenta que se apoye en su círculo social. Es importante no hacer referencia a las veces que hemos logrado superar los obstáculos sin ayuda sino todo lo contrario, normalizar el hecho de poder apoyarnos en las personas de nuestro entorno en momentos difíciles. Piensa que, cuando alguien nos cuenta que pudo solucionar un problema similar sin ayuda, es inevitable preguntarse por qué nosotros no lo logramos y pensar que tenemos algún tipo de problema. Eso, en momentos de vulnerabilidad puede dañar gravemente nuestra autoestima y provocar que no contemos nuestras cosas a nadie en un futuro para no molestarlas, porque pensemos que nuestros problemas o preocupaciones son una tontería.
También es importante tener en cuenta que los acosadores no suelen dirigir sus ataques hacia aquellas personas que perciben como protegidas, de las que piensan que cuentan con un buen apoyo social. Este apoyo a la víctima podría suponer un importante factor para el cese de la actividad intimidatoria. Por ello, es aconsejable que, sin presionarle demasiado, animes a tu hijo/a a que se apoye en sus actuales amistades y a no tener temor de entablar nuevas relaciones.
Relacionado a lo anterior, posiblemente tienes miedo a que tu hijo/a haya podido ser influenciado por sus iguales, por cualquier amigo o amiga de su grupo, para realizar el sexting que ha desembocado en su victimización, y eso es perfectamente normal. Cuando un evento indeseable tiene lugar a nuestro alrededor y no podemos evitarlo nos sentimos impotentes y frustrados y necesitamos buscar alguien a quien culpar, un culpable inmediato con quien desatar nuestra rabia. Jamás debemos olvidar que, si se ha cometido un delito, el único culpable es la persona que lo ha cometido, y es esa persona a la que hay que perseguir.
Por supuesto que los jóvenes se influencian unos a otros de la misma forma en que lo hacen los adultos, solo que con una inmadurez propia de su edad que puede posibilitar que el consenso grupal pueda ser perjudicial en alguna ocasión, reforzándose unos a otros actividades que no son adecuadas. Sin embargo, esto no tiene porqué ser así, e igualmente pueden aportarse refuerzos positivos sobre actividades adaptativas y darse buenos consejos unos a otros. Además, cada individuo es único y tampoco podemos culpar a los amigos de nuestro hijo/a de todas aquellas decisiones que tomen que no nos gusten o acaben resultando perjudiciales para él/ella.
No obstante, si realmente estás seguro de que tu hijo/a ha actuado influenciado por una persona concreta o un grupo de amigos a la hora de llevar a cabo la conducta de riesgo que le ha provocado ser victimizado y/o tienes pruebas de ello, es crucial saber si esta persona puede estar siendo victimizada también en la red. Es importante dar conocimiento a las autoridades y a sus padres o tutores legales para que puedan llevar a cabo todas estas estrategias y ayudarle en lo que puedan.
Aún en el caso de que los amigos de tu hijo no se hayan visto involucrados de forma alguna en su victimización, nunca está de más poner esta información a disposición de sus tutores para que estén, sobre todo, al tanto de las terribles consecuencias que pueden tener sus actos y así evitar que el resto de menores o adolescentes sean también victimizados.
En estas actuaciones es muy importante tener en cuenta la opinión de tu hijo/a, pues para poder poner en aviso a otras personas, es necesario que sepan lo que le ha sucedido y, quizás, eso pueda suponerle un sufrimiento aún mayor.
Por todo ello es recomendable  que permitas que tu hijo/a se apoye en sus amistades más cercanas, siempre poniendo especial precaución en que no hayan participado en el delito. En este caso, debe ser puesto en conocimiento de las autoridades para que lleven a cabo las acciones oportunas y estas personas enfrenten las consecuencias de sus actos.
Aconseja a tu hijo/a que siga realizando sus actividades diarias. Es importante que tu hijo/a siga realizando aquellas actividades diarias que le resultan placenteras y que este suceso no le impida seguir disfrutando de la vida por miedo a nuevas victimizaciones. La protección excesiva podría ser más perjudicial que beneficiosa. Además, realizar actividades agradables impedirá que esté todo el rato pensando en lo sucedido y se aísle. Las actividades placenteras, sobre todo si son al aire libre,  protegerán su salud reduciendo las posibilidades de que desarrolle un problema psicológico mayor, como puede ser una depresión.
En algunos casos, aparte de la posibilidad de que las autoridades pudieran recomendar que el menor o adolescente se mantenga al margen de algunos espacios digitales  mientras dura la investigación, podría ser beneficioso que se mantenga alejado de dichos espacios durante un tiempo prudencial hasta que todo se calme. Además, puede ser positivo, y en algunas ocasiones necesario para la recuperación, que la víctima frecuente otros espacios digitales y ambientes a aquel en el cuál ha sido victimizado (normalmente su habitación). 
Sin embargo, debe procurarse que no coja aversión a realizar las actividades que antes le agradaban, en este caso, navegar por Internet. Si observamos que, tras el paso de un tiempo prudencial, el menor o adolescente muestra temor a la tecnología, debemos consultar con un especialista para buscar una solución.
Su opinión también cuenta. Con respecto a todo lo anterior, es importante que tu hijo/a sienta que le tienes en cuenta en todas las decisiones que tomes con respecto a su victimización. Necesita sentir que aún tiene el control de su vida y que, lejos de ser una víctima pasiva, le consideras una persona luchadora, capaz de afrontar activa y positivamente sus problemas. Tú no eres un tutor que le protege porque él/ella se encuentre indefenso y/o sea incapaz de hacerlo, eres una persona que siempre estará de su lado, dándole el apoyo para que sea él/ella quien afronte los inconvenientes que puedan presentársele en la vida.
No le ocultes información sobre su caso y asegúrate de que comprende cada paso que sea necesario dar en pro de su mejoría para que se sienta parte de la solución y no del problema. Permite que coopere en todo el proceso de afrontamiento, hacerle parte de ello constituirá un importante refuerzo positivo a la hora de poder contarte problemas que le surjan en el futuro.
El profesor José María Avilés (INTECO, 2012) destaca que en situaciones de acoso y/o de ciberbullying, el trabajo de los adultos debe encaminarse a convencer al menor acosado de que “estamos dispuestos a ayudarle contando siempre con su autorización ante los pasos que juntos decidamos dar”. Esto, según subrayan los psicólogos Urra y Avilés (INTECO, 2012), “debe hacerse a través de un abordaje emocional, comprendiendo lo que le sucede y poniéndose en el lugar de la víctima aportándole datos que le ayuden a entender que puede contar con nosotros para salir de eso y que no tiene por qué sufrir una situación de estas características”.
Sé paciente. Las situaciones de acoso cibernético no suelen finalizar espontáneamente, necesitan la intervención de las autoridades y sus actuaciones requieren tiempo, así como las personas también necesitamos tiempo para reponernos.
En ocasiones el acoso vuelve tras cierto tiempo, por lo que debemos volver a denunciar sin pensarlo y revivir de nuevo todo lo ocurrido. Además, para los casos en que las imágenes se hacen públicas, también debemos tener en cuenta que éstas pueden volver a aparecer en Internet tras cierto tiempo.
En este último punto podría ser recomendable, siempre evitando focalizarse en este suceso acontecido, hacer una búsqueda en Internet sobre tu hijo/a y sobre ti mismo/a (egosurfing) cada cierto tiempo, y poner en conocimiento de quien proceda (administradores de espacios cibernéticos, autoridades) cualquier información indeseada que pueda circular en el red, así como cualquier otra incidencia que podáis tener.



Por último, existe la posibilidad de que, ante las sextorsión, los menores accedan a las peticiones sexuales de sus acosadores para evitar que lleven a cabo sus amenazas de publicar el material que afirman tener.
Si tu hijo ha sido víctima de cualquier tipo de abuso o agresión (sexual o no), es crucial ponerlo en conocimiento de las autoridades, confiar en ellas y seguir sus indicaciones fielmente para facilitarles el trabajo de ayudaros. Ellos te ofrecerán la posibilidad, y tú también puedes solicitarlo, de asistencia sanitaria tanto en el caso de lesiones físicas como psicológicas.
Lo más recomendable es acudir directamente al centro de salud u hospital más cercano. Es importante poner en conocimiento de los profesionales sanitarios lo que ha ocurrido y pedir un parte de lesiones o una copia del informe médico para poder adjuntarlo a la denuncia cuando la presentemos.
Para garantizar que las autoridades puedan contar con las pruebas suficientes para identificar al agresor, es importante, sobre todo en víctimas de delitos sexuales, que, aunque deseen hacerlo, no se cambien de ropa ni se laven hasta que los profesionales sanitarios las hayan atendido. Conservar las pruebas del delito es nuestra mejor posibilidad de hacer que el culpable pague por lo que ha hecho.
Que nuestro hijo/a sea victimizado es algo tremendamente difícil que nunca desearíamos tener que afrontar, pero en estos momentos, como en tantos otros, tu fortaleza es la suya y va a ser su mejor muleta para superar este terrible suceso. No infravalores todo lo que has hecho todos estos años por él/ella, todo lo que cada día haces y todo lo que harás. La familia es un factor muy importante, un equipo que, si se mantiene unido, es capaz de combatir cualquier adversidad.
Muchas gracias por haberme dedicado tu tiempo.

*Aunque en este post me dirijo principalmente a padres y tutores de víctimas de sextorsión, su lectura puede ser recomendable para cualquier familiar o persona cercana de las víctimas o a personas de las que se pueda sospechar que están siendo victimizadas, pues todo apoyo es poco en momentos tan desagradables.
*Todas estas recomendaciones son orientativas y tienen un objetivo meramente psicoeducativo y preventivo. Si eres víctima de un delito telemático o piensas que puedes serlo o que alguna otra persona conocida o desconocida pueda haber sido o estar siendo victimizada en la red, ponte inmediatamente en contacto con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. La recomendación más importante de estas líneas es DENUNCIAR y CONFIAR EN LAS AUTORIDADES CORRESPONDIENTES.
Enlaces  consultados:

·         Pantallas Amigas, INTECO “Guía sobre adolescencia y sexting: qué es y cómo prevenirlo”. 2011.
  • Agencia Española de Protección de Datos. “El derecho fundamental a la protección de datos: guía para el ciudadano”.
<https://www.agpd.es/portalwebAGPD/canaldocumentacion/publicaciones/common/Guias/GUIA_CIUDADANO.pdf> (11/08/15)


·         INTECO. Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación. “Guía de actuación contra el ciberacoso. Padres y educadores”. 2012 <http://xuventude.xunta.es/uploads/Gua_de_actuacin_contra_el_ciberacoso.pdf> (17/07/16)


Otros enlaces de interés


·         “Ciberdelitos. Noticias e información sobre delitos online”. <http://ciberdelitos.blogspot.com/>
·         “Violencia sexual digital”. <http://www.violenciasexualdigital.info/>
·         “Cuida tu imagen online. ¡Piensa antes de publicar!” <http://www.cuidatuimagenonline.com/>
·         “E-legales. Guía para la gente “legal” en Internet”. <http://www.e-legales.net/>
·         Sextorsión”. <http://www.sextorsion.es/>
·         “¡Cuidado con la webcam! Web para la prevención de los riesgos asociados a las cámaras web”. <http://www.cuidadoconlawebcam.com>
·         “Tú decides en Internet”. <http://www.tudecideseninternet.es/agpd1/>
·         “Chaval.es. En la red. La web que te conecta con ell@s”.
·         “Pantallas amigas”. <http://www.pantallasamigas.net/>
·         “INCIBE. Instituto Nacional de Ciberseguridad”. <http://www.inteco.es>
·         Oficina de Seguridad del Internauta”: <http://www.osi.es>
·         “Facebook. Centro de seguridad para adolescentes”. <https://www.facebook.com/safety/groups/teens/>
·         “Google. Centro de Seguridad”. <http://www.google.es/intl/es/goodtoknow/familysafety/>
·         “I am not scared”. <http://iamnotscared.pixel-online.org.
·         “Netiquétate”. <www.netiquetate.com>.  
·         Prevent Cyberbullying & Internet harassment”. <http://www.cyberbully411.com/>
·         “Internet grooming”. <http://www.internet-grooming.net/>
·         Superkids. Yo controlo”. <http://www.yocontrolo.es/>
·         Kids and teens online. Niños y adolescentes en Internet”. <https://kidsandteensonline.com/>
·         “Fundación ANAR. Ayuda a niños y adolescentes en riesgo”. <www.anar.org>





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