Carolina López Salas ya nos presentó unos consejos destinados a jóvenes y adolescentes que estén siendo víctimas de extorsión sexual a través de las redes o sextorsión. Ahora, nos presenta el complemento necesario para esa información, un artículo destinado a los padres que detectan que su hijo o hija es victima de este delito o a los que su hijo/a pide ayuda confesándole que está siendo víctima de una sextorsión.
Por Carolina López Salas
A pesar de todas las buenas
prácticas que se puedan poner en marcha para evitar la victimización de los
jóvenes en Internet, el riesgo a que nuestros hijos se conviertan en víctimas,
ya sea en la red o en la vida real, siempre está ahí, sobre todo ante prácticas
peligrosas como el sexting -intercambio voluntario de contenidos (texto,
imagen, vídeo) erótico o pornográfico vía teléfono móvil-, siendo una de sus
más terribles consecuencias la sextorsión, una extorsión sexual llevada a cabo
por personas que poseen material erótico de otra, ya sea mediante el mismo
sexting o accediendo a él ilegalmente, para chantajearla posteriormente,
solicitándole favores sexuales, económicos o de otra índole a cambio de no
hacerlo público, amenaza que llevan a cabo en no pocas ocasiones.
Cuando somos víctimas de un
delito, vivimos momentos que no son agradables y, en ocasiones, nos provocan un
gran sufrimiento. Jamás desearíamos que nuestros hijos tuvieran que pasar por estas
experiencias pero a veces no podemos evitar que cometan errores y/u otras
personas les hagan daño pues, no podemos vigilarles 24 horas al día, sobre todo
si ya son adolescentes y necesitan tener su propia autonomía, poder tomar sus
propias decisiones e ir convirtiéndose en adultos que aprenden de sus propios
errores.
En el caso de niños y
adolescentes, la victimización se hace más probable, por la vulnerabilidad que
implica la falta de experiencia ante situaciones que les proporcionen
estrategias de afrontamiento adecuadas y la falsa sensación de seguridad ante
el peligro propia de esa etapa y consecuencia directa de dicha inexperiencia.
La sensación de
indefensión, vergüenza y culpabilidad pueden ser muy incapacitantes y llevar a
la víctima a no querer contar lo sucedido a un adulto (familiar o tutor) ni denunciar
los hechos ante las autoridades o hacerlo cuando el delito se ha agravado
considerablemente –por ejemplo, cuando se han producido daños físicos- y/o se
encuentran psicológicamente muy afectados.
Es por todo esto que se
considera de crucial importancia tener algo de información para saber cómo
abordar este delicado problema en el caso de que lamentablemente tengamos que
enfrentarnos a él.
Si pensamos que nuestro
hijo/a pueda estar siendo victimizado/a a través de las nuevas tecnologías
debemos ser especialmente cautelosos a la hora de hablarles, de intentar
ayudarles. Es en esas ocasiones cuando el miedo y la ansiedad propios de
momentos difíciles nos pueden jugar una mala pasada dificultando aún más la
situación con nuestras palabras, tono de voz, gestos, etc. Incluso cuando más
queremos ayudar a una persona, sin desearlo podemos hacer que se sienta peor si
no sabemos cómo afrontar la situación.
Es por ello que, a
continuación, se enumeran una serie de pistas sobre las actitudes más adecuadas
que podemos mostrar, y sobre todo las que debemos evitar, en una situación tan
delicada:
Pregunta. Es
normal tener miedo a preguntar a tu hijo/a si tiene algún problema, a que
piense que invades su intimidad, pero ésta es la única manera de saber si todo
va bien. Preguntar no te convierte en un/a padre/madre cotilla, tampoco implica
que tu hijo tenga que contarte todos sus secretos, que no pueda guardar ciertas
cosas para su intimidad, lo que significa es que existe una adecuada y positiva
confianza en vuestra relación familiar. Lo ideal es fomentarla día a día,
hablando de temas variados, compartiendo confidencias, para que sienta que tú
también confías en él/ella. No obstante, si tu hijo/a y tú tenéis problemas
para comunicaros, una tercera persona de confianza podría suponer ese primer
contacto al abordar el problema y aconsejarle mejorar la comunicación contigo o
buscar los recursos que posibiliten el acercamiento, recordándole lo mucho que
te preocupas por su bienestar.
Por el contrario, es posible que, al contar lo
sucedido, tu hijo/a no se sienta todo lo cómodo que esperaba con esa tercera
persona. Esto es perfectamente normal pues, se trata de un tema delicado, pero
es importante que tu hijo/a comprenda que no todos abordamos una situación de
la misma manera y que debe confiar en los demás para solicitar ayuda cuando la
necesite, no desistiendo si la primera persona elegida para compartir dicha
información no nos aporta la comodidad que esperábamos.
Es importante preguntar, porque en ocasiones los
adolescentes piensan, erróneamente, que pueden afrontar solos cualquier
problema que se les presente o que contárselo a una tercera persona no servirá
de nada, lo que imposibilitará que relate lo sucedido.
Despenaliza. Es importante que tu hijo/a sepa que
puede contarte su problema sin miedo a represalias. En ocasiones, sobre todos
los niños más pequeños, cuando son victimizados tienen miedo de haber hecho
“algo malo”, de que sus padres les castiguen y les despojen de algunos de sus
privilegios como juguetes, visitas al parque, etc., motivo por el cual nunca
llegan a contar a sus padres lo que les está ocurriendo o lo niegan cuando
éstos les preguntan si algo anda mal.
Aclara conceptos. Conviene asegurarnos de que el menor o adolescente
comprende perfectamente qué conductas están permitidas y, por tanto, deben
tolerar o no de otras personas, así como la gravedad que puede suponer para su
integridad física y psicológica, el ser víctima de este delito y las consecuencias
negativas que puede tener para otros chicos como él/ella, el no contarlo. Así,
en este punto es fundamental tanto el ser positivo como el ser realista. Debes
incidir en que sentirse amenazado física o emocionalmente es un signo de que
debe pedir ayuda.
Mantén la calma en la medida de lo posible. A la hora de dirigirte a
tu hijo/a, hazlo en un tono calmado. Eso facilitará que él /ella se calme
también y se sienta más cómodo/a. No disimules que estás preocupado/a, eso es
algo perfectamente normal que él/ella espera, pero intenta controlar y regular
tus emociones en la medida de lo posible, para facilitar así la conversación.
No abordes el problema con extraños delante. Hablar
sobre nuestra sexualidad es algo íntimo, personal, que, especialmente en el caso
de personas sin mucha experiencia, puede resultar muy incómodo. Por ello es
recomendable que, cuando te dirijas a tu hijo/a para abordar estos temas, lo
hagas a solas o, en su caso, sin la presencia de personas desconocidas o con
las que él/ella no tenga tanta confianza. Eso facilitará que se abra a ti.
Déjale hablar. Cuando hemos sido víctimas de un
delito, relatar los hechos a una tercera persona no es nada fácil. Esto se
maximiza cuando vemos a esa tercera persona como una autoridad, cuando tenemos
miedo a su reacción, como puede ser el caso de los tutores. Decidir contar lo
sucedido es un gran paso, no es fácil expresar con palabras cómo nos sentimos y
es en estas situaciones cuando más valoramos que las personas que queremos nos
escuchen.
Practica una escucha activa con tu hijo/a
y no le interrumpas intentando adivinar lo que va a decir a continuación o
adelantándote a completar sus palabras. En estos casos, la conducta no verbal
puede ser muy importante, ya que con ella mostramos interés por las conversaciones,
con gestos y movimientos corporales que indican que realmente estamos prestando
atención (por ejemplo asentir o sostener la mirada).
Si él /ella ha decidido o aceptado tener
esa conversación contigo, probablemente sea porque necesita expresar lo que
siente.
No le fuerces a contarte los detalles. Que nuestra sexualidad sea expuesta
públicamente cuando no lo deseamos es algo muy desagradable, es una invasión a
nuestra intimidad, como si alguien nos despojase de lo único que sabemos que de
verdad es nuestro. En el relato sobre una victimización siempre hay partes que
son más difíciles de compartir con otras personas y en ocasiones se requiere de
tiempo y ayuda para poder hablar de ciertos detalles. No fuerces a tu hijo/a a
contarte aquello que no se siente cómodo para abordar, que pueda generarle un
mayor malestar. Sé paciente y espera a que esté preparado y él/ella mismo/a
decida hablar de ello. Aunque pienses que ya lo sabe, es importante que le
recuerdes que estarás ahí siempre que te necesite, que estarás a su lado para
escucharle o simplemente para hacerle compañía en su silencio.
Créele. Si hay algo que pueda realmente dañar a
una víctima es el hecho de no ser creída cuando relata lo que le ha sucedido.
Poner en duda el relato de tu hijo/a podría empeorar su estado de salud pues, a
lo ocurrido se le añade la sensación de no tener a quién acudir porque piensa
que nadie le cree, lo que puede provocarle una fuerte sensación de soledad y
desamparo. Permite que te cuente su versión de los hechos sin dudar de su
palabra.
Es
cierto que una persona puede llegar a fingir una victimización para llamar la atención
pero son los expertos los encargados de detectar estos casos puntuales, en base
a los cuáles tendríamos que tomar una serie de medidas muy diferentes. En casos
excepcionales, en los cuáles el menor o adolescente sea propenso a la mitomanía
y a la focalización de la atención, especialmente cuando existen
psicopatologías importantes, es necesario poner en conocimiento de las
autoridades toda esta información y confiar en sus criterios de actuación. Ten
en cuenta que, incluso en el caso anterior, nada de esto implica que no se haya
dado el delito, por lo que se recomienda denunciar siempre que la gravedad de
la situación lo requiera, por supuesto relatando con sinceridad todo aquello
que podamos considerar relevante.
No restes importancia a cómo se siente. Es posible que tengamos la idea de que
restarle importancia a algo que ha sucedido hará que la otra persona se sienta
mejor. En tus recuerdos está la experiencia de tantas veces que tu hijo/a se ha
caído jugando y se ha hecho apenas una rozadura ante lo cual tu actitud ha
constituido el factor más importante de su afrontamiento. Todos sabemos que, si
un niño nos ve preocupados, a nosotros que somos “los que podemos con todo”,
entenderá que está en peligro y también se preocupará. En cambio, si nos ve
afrontar el suceso de forma despreocupada, entenderá que todo va bien y
evitaremos su miedo y, seguramente, sus lágrimas.
Pero tu hijo/a es más mayor y lo que le
ha sucedido es algo más delicado que caerse de culo, por lo que sus necesidades
también son otras. Lo que espera de ti es una estrategia de afrontamiento
totalmente diferente.
Por supuesto, no debemos dramatizar ni
ser catastrofistas con lo que ha sucedido, pero negar un problema que le está
causando tanto sufrimiento puede ser muy perjudicial para él/ella. Aunque tu
intención sea la mejor del mundo, debes evitar afirmaciones como que “habrá
sido una broma”, “no ha pasado nada” o “no es para tanto”. Porque para tu hijo/a
sí es para tanto y sentirse incomprendido en estos momentos de vulnerabilidad
emocional sólo le hará más daño. Debe saber que realmente eres consciente de su
sufrimiento.
Muestra
empatía. En momentos tan difíciles, necesitamos sentir que la
otra persona nos comprende para sentirnos cómodos al abordar el tema con ella.
Una forma de conectar con tu hijo/a en una situación tan difícil es compartir
tus propias experiencias, siempre con cuidado de no restar importancia a la
suya ni hacer comparaciones entre ambas o acerca del sufrimiento de cada uno.
Sin hacer demasiado hincapié en los detalles, puedes hacerle saber que has
pasado por situaciones similares en la vida, quizás no en Internet sino en la
vida real, que comprendes que es duro y desagradable pasar por ello, pero que
sabes que lo puede superar, aún con dificultad. Tu hijo/a ya sabe que no es la
primera persona ni la última en el mundo que ha sido engañada y a la que han
hecho daño pero es recomendable recordarle que incluso nosotros, como tutores,
podemos sufrir y reponernos también. Es
bueno recordar que cualquier persona puede ser engañada en la red o en la vida
real y que eso no implica ser menos inteligente, únicamente estar más
desinformado sobre los peligros.
Haz visible tu felicidad por el hecho de poder ser su
confidente en estos momentos tan angustiosos para él/ella.
No le
juzgues. Es
perfectamente normal que las emociones desagradables nos invadan cuando sabemos
que nuestro hijo/a está sufriendo, es normal querer decirle tantas cosas que no
sepamos por dónde empezar, pero en momentos tan delicados debemos escoger bien
las palabras que usamos para expresar lo que sentimos.
Es
probable que te sientas enfadado/a o frustrado/a, que no comprendas porqué tu
hijo/a ha llevado a cabo una conducta de riesgo exponiéndose en Internet cuando
tantas y tantas veces has intentado avisarle de dichos peligros. ¿De qué han servido tus consejos? Han servido y
seguirán sirviendo de mucho, porque los va a seguir necesitando, pero
lamentablemente los consejos no son infalibles a la hora de tomar decisiones
futuras. Piensa por un momento en cuando tenías su edad, quizás no contabas con
las herramientas tecnológicas de hoy en día pero todos hemos cometido errores
porque todos hemos sido jóvenes y en estos momentos puede ser de gran utilidad
recordarlo para evitar hacer juicios en un momento en el cuál es lo último que se
necesita. Queremos decirle “te lo dije” o
“yo no te he educado así”, que entienda que ha hecho algo muy perjudicial para
sí mismo/a pero ya lo sabe, y ya está sufriendo las consecuencias.
Evita
preguntarle cómo ha permitido que algo así ocurra o por qué no se ha defendido
o ha actuado antes. Evita explicarle qué hubieras hecho tú en esa situación en
su lugar. Quizás con nuestras preguntas sólo le demos más motivos por los que
sentirse culpable y un mayor sufrimiento por no haber actuado adecuadamente y/o
como tú esperabas. Tu hijo/a ya sabe que debió escucharte con más atención y
hacer caso de tus consejos, ya se siente lo suficientemente avergonzado/a y
probablemente piense que te ha decepcionado, lo que le causa aún más dolor.
Para reducir su malestar es importante recordarle que no debe sentir
culpabilidad o vergüenza y hacer hincapié en que estás orgulloso de él/ella por
afrontar esta situación con valentía, por haber pedido ayuda y/o dejarse
ayudar. Ahora necesita tu apoyo más que nunca.
No te
culpes: De la
misma manera que no debes culpar a tu hijo/a por lo ocurrido, también es importante
que tú tampoco te culpes. Posiblemente estás pensando que debiste protegerle de
ese peligro pero lamentablemente, la realidad es que la vida, no sólo
cibernética sino real, está llena de peligros para todos nosotros y, aunque
tratemos de reducir los riesgos tomando ciertas precauciones, en ocasiones ni
siquiera así podemos evitar una victimización.
Además, cada día surgen nuevas formas de
delincuencia en el mundo, nuevas estrategias capaces de engañar a víctimas de
perfiles muy diferentes en casi cualquier lugar del mundo, posibilidad que se
maximiza con el acceso a Internet.
Recuerda que los delincuentes son los
únicos responsables de la victimización. Además, culparte no solucionará el
problema, solamente hará que te sientas peor.
Sin embargo, algunos padres pueden sentir
que esta situación tan difícil les supera y que necesitan ayuda externa para
poder seguir adelante. Muchos padres necesitan tiempo para aceptar lo que ha
sucedido, para comprender que no es su culpa, que lo que ha pasado no les
convierte en peor padre/madre.
No es nada extraño ni nada de lo que
avergonzarse. No dudes en pedir ayuda y no pienses en aplazarlo porque ahora
“lo más importante es él/ella” porque si tú no te encuentras lo suficientemente
fuerte para afrontar la situación, no podrás ayudarle como te gustaría. Hazlo
por los dos.
También es importante que te apoyes en
otros miembros de la familia o personas cercanas durante todo este proceso. No
es nada recomendable que una sola persona afronte esta situación.
Tener miedo es normal. Tu hijo/a necesita saber que tener miedo es lo más
normal del mundo en circunstancias difíciles, que tú también lo has tenido,
pero que con el tiempo lo que nos provoca el miedo queda atrás. No se olvida
pero se supera y ya no afecta a tu vida. Recuérdale que ser valiente no
significa no tener miedo, sino afrontar la situación a pesar de él.
Llorar no es malo. A nadie le gusta ver llorar a otra
persona, mucho menos cuando la queremos y aún menos si es nuestro pequeño. Si
tuviéramos una varita mágica que pudiera hacer que su sufrimiento pasase a
nosotros, no dudaríamos en agitarla. Pero no tenemos esa varita y, aunque
existiese, tampoco es una solución pasarnos el dolor unos a otros, sino que lo
ideal es afrontarlo para que ya no nos haga daño. Llorar es una forma de
expresar emociones y a veces tiene una función reguladora de las mismas.
Aunque la tristeza y el llanto sean
socialmente vistos de forma muy negativa y su focalización continuada pueda ser
desadaptativa y perjudicial, no debemos demonizarlas y prohibirlas pues,
también ejercen una importante función que es avisarnos de que algo no anda
bien, de que necesitamos ayuda y, para el caso del llanto, en no pocas
ocasiones nos ayuda a regular las emociones, como se dice “a sacar todo aquello
que llevamos dentro”.
Por eso, aunque te resulte desagradable
ver a tu hijo/a llorar, no le impidas que se desahogue ni le llames la atención
por hacerlo, quédate a su lado para que sepa que no está solo en estos
momentos.
Actúa. En estos casos es muy importante tomar la
firme decisión de actuar, y hacerlo lo antes posible. El acoso no es algo que
suela desaparecer por sí sólo, simplemente con ignorarlo. Muy por el contrario,
es un problema que suele agravarse con el tiempo. También tu hijo/a debe
comprender la necesidad de actuar de inmediato para poner fin a su malestar.
Además, los casos de sextorsión pueden
enmascarar casos terribles de grooming, en los cuáles un adulto busca la
captación de menores para exhibirlos sexualmente en la red o acceder a ellos
físicamente, con lo cual, es crucial actuar SIEMPRE.
No te tomes la justicia por tu mano.
Es importante que
confíes en los profesionales expertos en la intervención de estos casos, en
lugar de tratar de descubrir, localizar y confrontar al delincuente. Además, es
probable que te equivoques al sacar conclusiones sobre la autoría de los
hechos, no siendo esto positivo ni para tu hijo ni para ti. En ocasiones,
incluso, las víctimas de sextorsión son acosadas por extraños que ni siquiera
tienen en su poder el material con el que tratan de chantajearles pero que se
hacen pasar por conocidos, por ejemplo exparejas, para que resulte creíble que
puedan tenerlo con la intención de que el miedo les haga acceder a sus
peticiones. Las víctimas en estos casos están tan asustadas que ni siquiera
piensan en comprobar que el chantajista es realmente la persona que afirma ser
y acceden a sus peticiones.
Ignora y bloquea.
Confrontar al agresor no
suele ser una buena idea, sobre todo porque, como es normal, en ese momento
nuestro enfado y frustración nos puede dificultar el mantener la calma. Una
actitud agresiva puede ser interpretada como un ataque o desafío, empeorando la
situación. El agresor podría pensar que no creemos que su amenaza es real y
hacer público el material con el cuál chantajea a la víctima.
Lo ideal es aconsejar a tu hijo/a que
ignore las provocaciones o mensajes de la persona que la está acosando y la
bloquee en todos aquellos medios en los cuáles nos esté molestando –email,
mensajería instantánea, redes sociales, foros, mensajes de texto o llamadas de
móvil…- para poner posteriormente la correspondiente denuncia. La mayoría de
servicios de Internet permiten tanto bloquear a usuarios que se comportan de
forma inapropiada (insultan, amenazan), como denunciar aquellos contenidos de
naturaleza ofensiva.
Si en delitos de ciberacoso se aconseja
ignorar y bloquear al delincuente es con el objetivo de acabar con la dinámica
del acoso. En caso de que el acoso no cese de esta forma, se recomienda solicitar
de forma firme, calmada y respetuosa al delincuente que cese en su acción,
recordándole que está cometiendo un delito del que guardamos pruebas
suficientes para denunciarle, hecho que es efectivo en muchas ocasiones, sobre
todo en menores delincuentes. Pero, como hemos comentado anteriormente, no es
conveniente tratar de dar este mensaje cuando experimentamos grandes niveles de
ansiedad.
Debemos saber, e incidiremos varias veces
en ello a lo largo del texto, que en delitos de sextorsión con menores o
adolescentes y, ante la grave amenaza de grooming, lo recomendable es denunciar
siempre, y, por supuesto, seguir al pie de la letra todas las indicaciones de
las autoridades.
Reúne pruebas del delito.
Guardar las evidencias
del acoso es muy importante de cara a poder demostrarlo posteriormente. Si un
delito cibernético se lleva a cabo en un ámbito educativo entre menores o
adolescentes, ésta es la única manera de demostrar el alcance del mismo y así
poder determinar el tipo de medidas disciplinarias o legales que podemos llevar
a cabo.
En concreto, en casos de sextorsión, se
recomienda a la víctima y a sus familiares que guarden todas aquellas pruebas del
delito, por la posibilidad de poder necesitarlas en caso de tomar la decisión
de poner una denuncia ante las autoridades.
Es de vital importancia no alterar de
ninguna forma las evidencias del delito, conservándolas tal y como fueron
recibidas. Para no alterar las pruebas, no
debes borrarlas ni modificarlas. No formatees los dispositivos de
almacenamiento o terminales donde se encuentran dichas evidencias hasta la
obtención de copias de su contenido. Igualmente, se recomienda no reenviar los
mensajes o hacer copias de éstos, pues esto podría provocar la pérdida de
información que lleve a los investigadores a identificar al delincuente.
Según se explica desde la Brigada de Investigación
Tecnológica de la Policía Nacional (INTECO, 2012), estas pruebas normalmente
hacen referencia a archivos digitales de texto, imagen o vídeo, localizadas en
ordenadores y todo tipo de dispositivos móviles. También pueden encontrarse en
servicios en la red. Además, el Grupo de Delitos Telemáticos de la Guardia
Civil realiza una clasificación de las pruebas según: los datos de tráfico
asociados a las comunicaciones establecidas (horas de conexión, a qué dirección
IP, etc.) y la información presente en el dispositivo de comunicación de la
víctima.
Para el Grupo de Delitos Telemáticos de
la Guardia Civil, la conservación por parte del usuario/víctima debe limitarse
al almacenamiento de las conversaciones, mensajes, imágenes, vídeos,…etc.
relacionados con el delito. Así, esta conservación puede realizarse en el
propio dispositivo de la víctima (que es lo recomendado por el Grupo de Delitos
Telemáticos de la Guardia Civil), o en un soporte de almacenamiento externo. La
BIT completa esta información sobre las evidencias afirmando que “cuando éstas
sean necesarias a la investigación o al proceso, será necesario custodiarlas,
por lo que, debidamente precintadas, quedarán a disposición de la Autoridad
Judicial”.
El Grupo de Delitos Telemáticos de la
Guardia Civil también subraya que las pruebas -tanto los datos extraídos
mediante procedimientos forenses del propio terminal de la víctima, como los
facilitados por los Proveedores de Servicio de Internet (ISP’s)-deben haberse
obtenido respetando los límites que marcan las leyes actuales.
Teniendo en cuenta que normalmente, las
evidencias hacen referencia a conversaciones privadas, éstas sólo pueden ser
intervenidas mediante orden judicial o de forma voluntaria por alguna de las
partes implicadas en dicha conversación. Por lo tanto, no parece existir
impedimento legal para que la víctima aporte las pruebas de las que cuente para
probar el delito, con el objetivo de que ésta sea almacenada, analizada y
custodiada, garantizándose así la integridad de la misma.
Podría darse el caso de que el
delincuente, tras hacer públicos los contenidos que dañen a la víctima, los
elimine pasados un breve espacio de tiempo o cuando se asegure de que el menor
o adolescente ha podido verlos, dificultando así la posibilidad de la obtención
de la prueba por parte de la víctima. Sobre esto, el perito informático Modesto
Álvarez (INTECO, 2012) ante el ejemplo de una fotografía publicada en una
página web, señala que “en ese caso, puede ser importante descargar la
fotografía, aparte de realizar una captura de pantalla o de la página web
completa, e incluso fotografiar nosotros mismos la pantalla donde se vea la
foto”.
Así, a través de la fotografía de
pantalla podríamos visualizar la página web, con su dirección, la fotografía
publicada, y la fecha del ordenador -al igual que la misma cámara con la que se
tome la imagen guarda fecha y hora-, la captura de pantalla complementaría el
detalle de la imagen, y la descarga podría ofrecernos información sobre los metadatos
o datos ocultos de la misma (fecha, hora, marca, modelo y número de serie de la
cámara, posibles retoques de la imagen y programa utilizado, etc.).
Toda esta información obtenida podría ser
completada posteriormente, con la que nos aporte el administrador del espacio
donde fue publicada: nombre de usuario, datos de registro, historial de
conexiones con direcciones IP, etc.
Informa en el centro educativo de tu hijo/a
de su situación. Tal y
como sucede con las amenazas del mundo real, los delitos en el mundo virtual
deben ser perseguidos y abordados por profesionales de diferentes áreas en los
lugares que frecuenta el menor o adolescente, siendo su centro educativo uno de
los más relevantes.
Así, la dirección y tutores académicos de
tu hijo/a en el centro educativo donde estudia deben saber lo que está
ocurriendo para que puedan poner en marcha las estrategias preventivas de
carácter educativo que eviten que el problema pueda verse agravado aumentando aún
más su sufrimiento durante su estancia en el centro o fuera de él. Esto es
especialmente necesario cuando el acoso ha sido iniciado en el mismo centro
pues, por el carácter silencioso del acoso cibernético, no siempre es detectado
por los profesionales educativos.
A veces es precisamente en el centro
formativo donde se percibe este acoso, por lo que se hace esencial la
intervención desde este ámbito para comunicar el suceso a los familiares y, en
su caso, ponerlo en conocimiento de otros profesionales o autoridades. Los
profesionales educativos están debidamente formados para poder abordar el
problema de forma discreta y profesional. Hoy en día muchos centros disponen de
protocolos de actuación para el ciberacoso en sus planes de convivencia.
Es importante no culpabilizar a los
profesionales educativos, sino verlos como aliados para afrontar esta
situación, haciéndoles saber que confías en su profesionalidad y su buen hacer,
así como tus deseaos de ayudarles a combatir esta situación colaborando en
todos los pasos que, consideren, deben darse.
Presta atención a otras posibles victimizaciones.
En ocasiones, los
menores o adolescentes son extorsionados con imágenes que finalmente acaban en
la red, o cuya victimización llega a oídos de sus compañeros lo que puede dar
lugar a una humillación pública que les victimice aún más. No es desconocido el
bullying o ciberbullying y sus terribles consecuencias psicológicas, que en
este caso tendríamos que añadir al sufrimiento inicial de la propia sextorsión.
En casos de acoso escolar, especialmente
cuando se origina un suceso en el cuál tanto la víctima como el agresor son
menores, es importante poder analizar en profundidad el suceso, contemplando,
según su gravedad, todas las estrategias de mediación posibles o soluciones
alternativas antes de proceder a poner una denuncia formal, en lugar de optar directamente
por esa posibilidad.
Además, también debemos contemplar la
importancia de exponer a la víctima a pasar por un proceso legal, considerando
los riesgos de posteriores victimizaciones.
En ocasiones, los jóvenes, por tratar de
gastar una broma a los compañeros pueden llevar a cabo conductas que les dañen
profundamente. Estas bromas pueden ser el origen de acoso escolar que, con
herramientas digitales pueden traspasar las barreras físicas del centro y
alcanzar al menor en cualquier lugar. Es importante hacer conscientes a los
menores que cometen acoso del alcance de sus actos y que éstos siempre tienen
consecuencias, aunque sean menores de edad.
Presenta la denuncia. Posiblemente la más importante de todas
estas recomendaciones sea el presentar la correspondiente denuncia ante las
autoridades. Este no es un paso fácil para una persona que ha sido victimizada
que puede sentirse culpable y avergonzada de lo sucedido y que lo único que
desea es dejar ese terrible suceso en el pasado.
Algunos expertos señalan que la
posibilidad de denunciar es ya planteable, en términos abstractos, en delitos
de acoso o intimidación cometidos entre iguales (entre adultos o entre menores)
y en persona.
En cuanto a los delitos telemáticos, aparte
de la posibilidad de denunciar a través de las páginas de los distintas
servicios que pueden estar implicados (Tuenti, Facebook…, servicios de correo
electrónico, proveedores de servicios de Internet…), el secretario judicial
Juan Enrique Gutiérrez (INTECO, 2012), comenta que una de las cuestiones
principales que un padre o educador debe plantearse en caso de que las personas
sometidas a su potestad o custodia sean objeto de acoso cibernético, es la de
decidir sobre la conveniencia o no de presentar una denuncia oficialmente. Sin embargo, también señala que “en el
caso concreto del grooming no cabe otra recomendación institucional que la
denuncia inmediata”. Para el experto, no se puede considerar otra opción “dada
la posición de superioridad mental del agresor sobre la víctima, la especial
cobardía del sujeto activo escondido bajo el anonimato y dada la potencial
capacidad del agresor para atentar inmediatamente después contra otros
menores”.
Para el caso concreto de la sextorsión,
es importante tener en cuenta que, en no pocas ocasiones, este delito es una de
las expresiones de dicho grooming, por lo que es, no sólo necesario sino
obligatorio, acudir a las autoridades en caso de que tengamos conocimiento de
un posible caso de grooming a un menor, aunque no seamos los tutores o garantes
del mismo, para frenar el daño causado al menor y prevenir futuras
victimizaciones de otros niños.
Sin embargo, el Código Penal contempla
expresamente aquellas situaciones en las que sí somos responsables directos del
menor. A este respecto no sólo debemos considerar el art. 195 del Código Penal
sobre el delito de omisión del deber de socorro sino el art. 189.5 que reza:
“El que tuviere bajo su potestad, tutela, guarda o acogimiento a un menor de
edad o incapaz y que, con conocimiento de su estado de prostitución o
corrupción, no haga lo posible para impedir su continuación en tal estado, o no
acuda a la autoridad competente para el mismo fin si carece de medios para la
custodia del menor o incapaz, será castigado con la pena de prisión de tres a
seis meses o multa de seis a 12 meses”.
Por otro lado, para el caso de delitos
cibernéticos se aconseja presentar la denuncia en persona o mediante
ordenadores o teléfonos públicos, pues el delincuente podría estar utilizando
un programa spyware para hacer un seguimiento de nuestras actividades diarias,
de forma que, sin saberlo, podríamos estar poniendo en preaviso al delincuente
para que borre todas las pruebas del delito, al conocer que va a ser
denunciado.
Por último, presentar la denuncia y
relatar los hechos a una persona desconocida no es un trago fácil, por lo que
es recomendable que no se encuentre solo en unos momentos tan difíciles.
Acompáñale mientras relata los hechos siempre y cuando tu hijo/a esté de
acuerdo en que te quedes a su lado.
Es posible que tu hijo/a no se sienta
cómodo contando ciertos detalles íntimos en tu presencia y desee que sea otra
persona quien le acompañe a la hora de prestar declaración. Sé paciente y
comprensivo.
Respeta su decisión en todo momento sin
imponerle tu presencia y trata de no interpretarlo como un rechazo hacia tu
persona o una falta de confianza. Piensa que se trata de la exposición pública
de una faceta sexual de su vida y que en ocasiones no es fácil tratar este tema
con los padres, por vergüenza. Aunque tratemos de fomentar un clima de
confianza y diferenciar ésta del respeto como entidades diferentes y
complementarias, aun así los hijos saben que para los padres puede ser difícil
imaginarles en un contexto sexual.
En caso de que el delincuente sea
identificado y, ante la previsión de un futuro juicio, las autoridades o
expertos podrán recomendarte la adecuación de consultar a un abogado que os
acompañe y asesore durante todo el proceso legal, para resolver cualquier duda
que pudiera surgiros.
Refuerza la seguridad.
Por supuesto, aparte de
todas las recomendaciones dadas en este post, se recomienda tener en cuenta las
proporcionadas anteriormente para víctimas de delitos cibernéticos, algunas de
las cuáles ya hemos citado aquí. Es muy importante que, tras ser victimizados
en la red, cambiemos todas nuestras claves y reforcemos nuestra red Wi-Fi y
dispositivos informáticos formateándolos y provisionándolos de sistemas de
protección fuertes que impidan ataques futuros.
Pero más importante que todo esto,
debemos apelar al sentido común, siendo conscientes de los delitos que existen
hoy en día en la red, haciendo conscientes a nuestros hijos de que todo lo que
leemos no es cierto y que debe tomar unas precauciones básicas al conectarse a
redes Wi-Fi públicas, al utilizar el sistema bluetooth de su dispositivo o al
navegar en la red, entre otros. Algunas de las recomendaciones de navegación
son: no formar parte de cadenas de mensajes, evitar abrir mensajes de correo
electrónico de origen desconocido, evitar visitar páginas o hacer click en
enlaces sospechosos, asegurarse de que visita páginas oficiales de descarga y
leer adecuadamente los permisos que da a las aplicaciones que descarga, etc. No
obstante, abarcaremos detenidamente todas estas indicaciones en un enlace
futuro de esta misma sección.
Cambia el número de teléfono.
Si el acoso se ha dado
vía móvil, podría ser recomendable cambiar el número de teléfono para evitar
que el acosador siga profiriendo ataques contra la víctima. En ocasiones, estos
ataques consisten en llamadas desde un número oculto. Es importante no borrar
el registro de llamadas hasta interponer la correspondiente denuncia, para
facilitar a las autoridades la extracción de posibles pruebas del delito, de
cara a un posterior juicio.
Comunica lo ocurrido a su pediatra. Se recomienda que los menores o
adolescentes que han sufrido una victimización de ciberacoso sean valorados por
su pediatra para que pueda evaluarlos con el fin de determinar su estado de
salud física y mental tras el incidente y, en su caso, prevenir un
empeoramiento de los síntomas y llevar a cabo una adecuada intervención o
derivarle, en su caso, a los especialistas de salud correspondientes.
Atento/a a las señales que indican la
necesidad de ayuda psicológica.
Poner fin a un peligro no siempre es fácil, poner fin al miedo puede ser mucho
más complicado y requiere de un gran esfuerzo. Pero en algunos momentos
sentimos que no tenemos la fuerza necesaria para luchar contra esos miedos, y
es ahí donde entramos nosotros, los psicólogos. No siempre ocurre pero
es posible que tu hijo/a necesite un pequeño empujoncito para afrontar esta
situación tan difícil. No dudes en sugerirle la posibilidad de recibir ayuda
externa si piensas que pueda necesitarla.
Algunas de estas señales pueden ser el llanto continuado sin notar
mejoría a pesar de que pasen las semanas, un cambio brusco en su personalidad
–notas que ya no es el mismo, está más irascible, más agresivo o más pasivo o
callado-, dejar de salir con sus amigos o de hacer las actividades que antes le
resultaban agradables, padecer insomnio, tener problemas para conciliar el
sueño o pesadillas recurrentes así como dormir demasiado, dejar de comer o
bajar bruscamente de peso así como un incremento notable del apetito y/o del
peso, una disminución notable en su rendimiento académico, etc.
Fomenta el apoyo familiar. Fomenta que se apoye en
otros miembros de la unidad familiar o personas de su entera confianza. En
estos momentos, todo apoyo le será beneficioso.
Evita conflictos familiares. Es importante que los miembros de la
unidad familiar estén al tanto de lo que ha sucedido. Los padres, progenitores
o tutores del niño, ya mantengan una relación sentimental o no, convivan en la
misma vivienda o no, deben mantenerse unidos frente a esta adversidad y mostrar
unión familiar que aporte una sensación de seguridad y apoyo. Es crucial tratar
de ponerse de acuerdo a la hora de abordar el problema y evitar las discusiones
frente al menor o adolescente. Esto es importante y extensible a cualquier otro
miembro de la unidad familiar.
Evita la focalización en el problema. En momentos como éste, es normal que a
veces no podamos dejar de pensar en lo que ha sucedido, que deseemos hablar
todo el tiempo sobre ello, pero tu hijo/a también necesita ocupar sus
pensamientos con otros temas más agradables y conversar de otras cosas. Incluso las conversaciones triviales le pueden
llevar a recuperar cierta normalidad. Que tú también descanses y te permitas
seguir ocupándote de tus responsabilidades diarias, os beneficiará a ambos.
También es probable que el resto de la
familia, en su preocupación, desee preguntar cómo se encuentra y que les cuente
lo sucedido de primera mano. Puede ser recomendable que en algunos casos lo
hagas tú, siempre con su consentimiento, para evitarle tener que relatar una y
otra vez lo sucedido. Esto sólo le generará una mayor ansiedad y malestar.
En
ocasiones, los delincuentes cumplen sus amenazas de hacer públicos los
contenidos sensibles del menor o adolescente y éstos se ven sexualmente
expuestos frente a sus amigos y familiares. En estos casos, incluso cuando los
contenidos ya han sido eliminados del espacio, aún pueden persistir comentarios
de personas que lo han visto o que han tenido conocimiento del suceso. Es
importante que procures que tu hijo/a no se obsesione entrando a consultar
dichos comentarios y/o contestar a los mismos. Evitar los comentarios no sólo impedirá
que tu hijo/a se focalice en el problema, sino que también evitará atraer la
atención de más personas curiosas hacia el espacio digital donde se encontraba
o encuentra dicha información.
Fomenta que se apoye en su círculo social. Es importante no hacer
referencia a las veces que hemos logrado superar los obstáculos sin ayuda sino
todo lo contrario, normalizar el hecho de poder apoyarnos en las personas de
nuestro entorno en momentos difíciles. Piensa que, cuando alguien nos cuenta
que pudo solucionar un problema similar sin ayuda, es inevitable preguntarse
por qué nosotros no lo logramos y pensar que tenemos algún tipo de problema.
Eso, en momentos de vulnerabilidad puede dañar gravemente nuestra autoestima y
provocar que no contemos nuestras cosas a nadie en un futuro para no
molestarlas, porque pensemos que nuestros problemas o preocupaciones son una
tontería.
También es importante tener en cuenta que los
acosadores no suelen dirigir sus ataques hacia aquellas personas que perciben
como protegidas, de las que piensan que cuentan con un buen apoyo social. Este
apoyo a la víctima podría suponer un importante factor para el cese de la actividad
intimidatoria. Por ello, es aconsejable que, sin presionarle demasiado, animes
a tu hijo/a a que se apoye en sus actuales amistades y a no tener temor de
entablar nuevas relaciones.
Relacionado a lo anterior, posiblemente tienes miedo a
que tu hijo/a haya podido ser influenciado por sus iguales, por cualquier amigo
o amiga de su grupo, para realizar el sexting que ha desembocado en su
victimización, y eso es perfectamente normal. Cuando
un evento indeseable tiene lugar a nuestro alrededor y no podemos evitarlo nos
sentimos impotentes y frustrados y necesitamos buscar alguien a quien culpar,
un culpable inmediato con quien desatar nuestra rabia. Jamás debemos olvidar
que, si se ha cometido un delito, el único culpable es la persona que lo ha
cometido, y es esa persona a la que hay que perseguir.
Por supuesto que los jóvenes se influencian unos a
otros de la misma forma en que lo hacen los adultos, solo que con una inmadurez
propia de su edad que puede posibilitar que el consenso grupal pueda ser
perjudicial en alguna ocasión, reforzándose unos a otros actividades que no son
adecuadas. Sin embargo, esto no tiene porqué ser así, e igualmente pueden
aportarse refuerzos positivos sobre actividades adaptativas y darse buenos
consejos unos a otros. Además, cada individuo es único y tampoco podemos culpar
a los amigos de nuestro hijo/a de todas aquellas decisiones que tomen que no
nos gusten o acaben resultando perjudiciales para él/ella.
No obstante, si realmente estás seguro de que tu hijo/a
ha actuado influenciado por una persona concreta o un grupo de amigos a la hora
de llevar a cabo la conducta de riesgo que le ha provocado ser victimizado y/o
tienes pruebas de ello, es crucial saber si esta persona puede estar siendo
victimizada también en la red. Es importante dar conocimiento a las autoridades
y a sus padres o tutores legales para que puedan llevar a cabo todas estas
estrategias y ayudarle en lo que puedan.
Aún en el caso de que los amigos de tu hijo no se
hayan visto involucrados de forma alguna en su victimización, nunca está de más
poner esta información a disposición de sus tutores para que estén, sobre todo,
al tanto de las terribles consecuencias que pueden tener sus actos y así evitar
que el resto de menores o adolescentes sean también victimizados.
En estas actuaciones es muy importante tener en cuenta
la opinión de tu hijo/a, pues para poder poner en aviso a otras personas, es
necesario que sepan lo que le ha sucedido y, quizás, eso pueda suponerle un
sufrimiento aún mayor.
Por todo ello es recomendable que permitas que tu hijo/a se apoye en sus
amistades más cercanas, siempre poniendo especial precaución en que no hayan
participado en el delito. En este caso, debe ser puesto en conocimiento de las
autoridades para que lleven a cabo las acciones oportunas y estas personas
enfrenten las consecuencias de sus actos.
Aconseja a tu hijo/a que siga realizando
sus actividades diarias.
Es importante que tu hijo/a siga realizando aquellas actividades diarias que le
resultan placenteras y que este suceso no le impida seguir disfrutando de la
vida por miedo a nuevas victimizaciones. La protección excesiva podría ser más
perjudicial que beneficiosa. Además, realizar actividades agradables impedirá
que esté todo el rato pensando en lo sucedido y se aísle. Las actividades
placenteras, sobre todo si son al aire libre,
protegerán su salud reduciendo las posibilidades de que desarrolle un
problema psicológico mayor, como puede ser una depresión.
En algunos casos, aparte de la
posibilidad de que las autoridades pudieran recomendar que el menor o
adolescente se mantenga al margen de algunos espacios digitales mientras dura la investigación, podría ser
beneficioso que se mantenga alejado de dichos espacios durante un tiempo
prudencial hasta que todo se calme. Además, puede ser positivo, y en algunas
ocasiones necesario para la recuperación, que la víctima frecuente otros
espacios digitales y ambientes a aquel en el cuál ha sido victimizado
(normalmente su habitación).
Sin embargo, debe procurarse que no coja
aversión a realizar las actividades que antes le agradaban, en este caso,
navegar por Internet. Si observamos que, tras el paso de un tiempo prudencial,
el menor o adolescente muestra temor a la tecnología, debemos consultar con un
especialista para buscar una solución.
Su opinión también
cuenta. Con respecto a todo lo
anterior, es importante que tu hijo/a sienta que le tienes en cuenta en todas
las decisiones que tomes con respecto a su victimización. Necesita sentir que
aún tiene el control de su vida y que, lejos de ser una víctima pasiva, le
consideras una persona luchadora, capaz de afrontar activa y positivamente sus
problemas. Tú no eres un tutor que le protege porque él/ella se encuentre
indefenso y/o sea incapaz de hacerlo, eres una persona que siempre estará de su
lado, dándole el apoyo para que sea él/ella quien afronte los inconvenientes
que puedan presentársele en la vida.
No le ocultes información
sobre su caso y asegúrate de que comprende cada paso que sea necesario dar en
pro de su mejoría para que se sienta parte de la solución y no del problema. Permite
que coopere en todo el proceso de afrontamiento, hacerle parte de ello
constituirá un importante refuerzo positivo a la hora de poder contarte
problemas que le surjan en el futuro.
El profesor José María Avilés (INTECO,
2012) destaca que en situaciones de acoso y/o de ciberbullying, el trabajo de
los adultos debe encaminarse a convencer al menor acosado de que “estamos
dispuestos a ayudarle contando siempre con su autorización ante los pasos que
juntos decidamos dar”. Esto, según subrayan los psicólogos Urra y Avilés
(INTECO, 2012), “debe hacerse a través de un abordaje emocional, comprendiendo
lo que le sucede y poniéndose en el lugar de la víctima aportándole datos que
le ayuden a entender que puede contar con nosotros para salir de eso y que no
tiene por qué sufrir una situación de estas características”.
Sé paciente. Las situaciones de acoso
cibernético no suelen finalizar espontáneamente, necesitan la intervención de
las autoridades y sus actuaciones requieren tiempo, así como las personas
también necesitamos tiempo para reponernos.
En ocasiones el acoso
vuelve tras cierto tiempo, por lo que debemos volver a denunciar sin pensarlo y
revivir de nuevo todo lo ocurrido. Además, para los casos en que las imágenes
se hacen públicas, también debemos tener en cuenta que éstas pueden volver a
aparecer en Internet tras cierto tiempo.
En este último punto podría
ser recomendable, siempre evitando focalizarse en este suceso acontecido, hacer
una búsqueda en Internet sobre tu hijo/a y sobre ti mismo/a (egosurfing) cada
cierto tiempo, y poner en conocimiento de quien proceda (administradores de
espacios cibernéticos, autoridades) cualquier información indeseada que pueda
circular en el red, así como cualquier otra incidencia que podáis tener.
Por último, existe la
posibilidad de que, ante las sextorsión, los menores accedan a las peticiones
sexuales de sus acosadores para evitar que lleven a cabo sus amenazas de publicar
el material que afirman tener.
Si tu hijo ha sido víctima
de cualquier tipo de abuso o agresión (sexual o no), es crucial ponerlo en
conocimiento de las autoridades, confiar en ellas y seguir sus indicaciones
fielmente para facilitarles el trabajo de ayudaros. Ellos te ofrecerán la
posibilidad, y tú también puedes solicitarlo, de asistencia sanitaria tanto en
el caso de lesiones físicas como psicológicas.
Lo más recomendable es
acudir directamente al centro de salud u hospital más cercano. Es importante
poner en conocimiento de los profesionales sanitarios lo que ha ocurrido y
pedir un parte de lesiones o una copia del informe médico para poder adjuntarlo
a la denuncia cuando la presentemos.
Para garantizar que las
autoridades puedan contar con las pruebas suficientes para identificar al
agresor, es importante, sobre todo en víctimas de delitos sexuales, que, aunque
deseen hacerlo, no se cambien de ropa ni se laven hasta que los profesionales
sanitarios las hayan atendido. Conservar las pruebas del delito es nuestra
mejor posibilidad de hacer que el culpable pague por lo que ha hecho.
Que nuestro hijo/a sea
victimizado es algo tremendamente difícil que nunca desearíamos tener que
afrontar, pero en estos momentos, como en tantos otros, tu fortaleza es la suya
y va a ser su mejor muleta para superar este terrible suceso. No infravalores
todo lo que has hecho todos estos años por él/ella, todo lo que cada día haces
y todo lo que harás. La familia es un factor muy importante, un equipo que, si
se mantiene unido, es capaz de combatir cualquier adversidad.
Muchas gracias por haberme dedicado tu
tiempo.
*Aunque en este post me
dirijo principalmente a padres y tutores de víctimas de sextorsión, su lectura
puede ser recomendable para cualquier familiar o persona cercana de las
víctimas o a personas de las que se pueda sospechar que están siendo
victimizadas, pues todo apoyo es poco en momentos tan desagradables.
*Todas estas
recomendaciones son orientativas y tienen un objetivo meramente psicoeducativo
y preventivo. Si eres víctima de un delito telemático o piensas que puedes
serlo o que alguna otra persona conocida o desconocida pueda haber sido o
estar siendo victimizada en la red, ponte inmediatamente en contacto con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. La recomendación más importante de estas líneas es
DENUNCIAR y CONFIAR EN LAS AUTORIDADES CORRESPONDIENTES.
Enlaces
consultados:
·
Pantallas
Amigas, INTECO “Guía sobre adolescencia
y sexting: qué es y cómo prevenirlo”. 2011.
- Agencia
Española de Protección de Datos. “El
derecho fundamental a la protección de datos: guía para el ciudadano”.
<https://www.agpd.es/portalwebAGPD/canaldocumentacion/publicaciones/common/Guias/GUIA_CIUDADANO.pdf>
(11/08/15)
- Grupo
de trabajo de la Guía clínica de ciberacoso para profesionales de la
salud. “Guía clínica de ciberacoso
para profesionales de la salud”. Plan de confianza del ámbito digital
del Ministerio de Industria, Energía y Turismo. Hospital Universitario La
Paz, Sociedad Española de Medicina del Adolescente, Red.es. Madrid. 2015.
<http://www.chaval.es/chavales/sites/default/files/Guia_Ciberacoso_Profesionales_Salud_FBlanco.pdf> (17/07/16)
- Morales,
J. “Sextorsión: el chantaje
cibernético va en aumento”. La Opinión 14/07/15. <http://www.laopinion.com/sextorsion-el-chantaje-cibernetico-va-en-aumento identidad digital>
(17/07/16)
·
INTECO. Instituto Nacional de Tecnologías de
la Comunicación. “Guía de actuación
contra el ciberacoso. Padres y educadores”. 2012 <http://xuventude.xunta.es/uploads/Gua_de_actuacin_contra_el_ciberacoso.pdf> (17/07/16)
Otros enlaces de interés
·
“Sextorsión”. <http://www.sextorsion.es/>
·
“¡Cuidado con la webcam!
Web para la prevención de los riesgos asociados a las cámaras web”. <http://www.cuidadoconlawebcam.com>
·
“Chaval.es. En la red.
La web que te conecta con ell@s”.
·
“Pantallas amigas”. <http://www.pantallasamigas.net/>
·
“Facebook. Centro de
seguridad para adolescentes”. <https://www.facebook.com/safety/groups/teens/>
·
“Superkids. Yo controlo”. <http://www.yocontrolo.es/>
·
“Kids and teens online. Niños y adolescentes
en Internet”. <https://kidsandteensonline.com/>
·
“Fundación ANAR. Ayuda a
niños y adolescentes en riesgo”. <www.anar.org>
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