El Destripador de Lisboa (Parte III: “En primera persona”)


              
Por Antonio García Sancho

La historia de vida de José Guedes comienza a ser conocida. Lo cuenta, sobre todo, el diario O Sol, con informantes tan solventes como Joel y Rosa, sus hijos.
José Guedes es hijo de una mujer que ejerce la prostitución y, además, obraba como alcahueta para sus hijas, acompañándolas a donde solían parar los camioneros y forzándolas a prostituirse también. Esta mujer abandonó a una de sus hijas, que acabó siendo adoptada por una familia de Lisboa. Uno de los hermanos de José Guedes, es toxicómano y el otro alcohólico, al menos por entonces.
José contrae matrimonio con una mujer llamada María Nazaré. Viven con los padres de ella hasta que pueden comprarse una casa propia y hasta que los padres de Maria Nazaré los expulsan de su casa, porque José Guedes golpea a su suegra haciéndola sangrar. Entonces se marchan, pero dejan con los abuelos a su hija mayor, Rosa, para la que sus padres se convierten en hermanos, ya que se acaba criando con los abuelos.
Por Rosa y Joel, también sabemos que José maltrata a su mujer. Muchas veces se avisaba a la policía tras un episodio de violencia doméstica, que siempre acababa en nada, porque María Nazaré retiraba la denuncia.
Fue, tal vez, por ese motivo, por lo que José Guedes comienza a ir a una psicóloga y ésta le recomienda que escriba un diario. Son las libretas que guardan ese diario en las que vuelca José todos sus secretos y habla de sus crímenes, aunque sólo acudiría a un par de sesiones con la psicóloga. Y son, esos diarios, los que lee Joel con unos diez años, enterándose entonces de que su padre es el Destripador de Lisboa.
Siempre según Joel, no fue el interés en entrar en un show televisivo el que le motivó a revelar el secreto de su padre sino, precisamente, el aumento de la cada vez mayor violencia física que éste descarga contra su madre. Rosa, que no leyó nunca los diarios, cree muy posible lo que cuenta su hermano. Ella cree a su padre capaz de haber cometido aquellos crímenes y suma a su convicción lo que para ella es una prueba definitiva: ella se casó un 31 de junio. Precisamente en la misma fecha en que el Destripador cometía el primero de sus crímenes.

La periodista Felicia Cabrita en un programa de TV
Al llegarle la denuncia de Joel, la periodista del diario Sol, Felicia Cabrita, decidió contrastar la historia del joven. La Policía de Seguridad Pública confirmó las denuncias por malos tratos de Maria Nazaré y las sucesivas visitas de la policía en su domicilio cuando sufría esos malos tratos. Pero la reportera quiso acudir, directamente, al propio José Guedes y podemos imaginarnos su sorpresa cuando el hombre aseguró, sin problemas, que efectivamente su hijo decía la verdad: él era el Destripador de Lisboa. La periodista no se lo pensó dos veces y le realizó sucesivas entrevistas, en las que José Guedes le fue contando su biografía y todos los detalles de los asesinatos. Le contó que a la primera víctima la encontró sentada en una roca a unos 300 metros del lugar al que ella le condujo. La hizo arrodillarse para que le hiciera una felación y entonces la golpeó con la rodilla en la cara y luego le siguió dando patadas y golpes. La estranguló y, sólo entonces, la abrió. Dijo que empleó un cuchillo que había robado antes en un bar; usó el cuchillo para abrirla y para herirla en el vientre, pero en este, como en los otros casos, usaba un cuello de botella roto, un vidrio, para arrancarles las vísceras, enganchándolas y tirando de ellas con la parte cortante. Dijo, también, que no sabía que se llamaban todas María, que eso fue casualidad, no fue buscado.
El presunto destripador aclaró que estas mujeres le recordaban a su madre, quien le abandonó cuando era muy pequeño, dejándole con su abuela, una mujer a la que parece admirar. Guedes aborrece a su madre pero asegura que, aunque quisiera, no puede asesinarla a ella, porque el mal viene, precisamente, de su útero. Está obsesionado con el hecho de que sus víctimas, así como su madre, no se han casado nunca. Por eso busca su útero. Él no tiene conocimientos de medicina y dice no saber dónde está el útero. Por eso destripa a la prostituta, escudriña en su interior tratando de saber qué órgano debe extirpar y, finalmente, va extrayendo cada vez más órganos, porque no sabe qué debe arrancar. Para que no traigan más mal al mundo, esa es su motivación.
Un momento de la entrevista de Cabrita a José Guedes
A su segunda víctima la encuentra en Entrecampos, sola, a las tres y pico de la mañana, no en mitad de la calle, como sugiere la periodista, sino debajo del puente, en una de las bases de cemento de uno de los arcos del viaducto. En este caso, ya se había proveído de un bisturí, que compró en una farmacia. La estranguló, la abrió, esta vez desde el mismo cuello, una hendidura unos 30 centímetros más larga que a la primera, calcula Guedes, y procedió de la misma manera que con la primera. Algunas vísceras estaban sobre un pedazo de tejido blanco pero asegura que el paño estaba allí ya, que no lo trajo él. Además, le arrancó un pezón, algo que supone una contradicción con su testimonio, en el que asegura que arrancó ambos pechos.
La tercera fue “igual que la anterior”. Aseguró haberse enterado que era amiga de la primera víctima porque ella lo comentó: “mataron a una amiga mía hace cosa de un año”. Con María Joao estuvo y habló durante más tiempo porque -afirma Guedes-, ésta quería pasar más tiempo para ver si ganaba más dinero para comprarse droga. Él le prometió falsamente que le daría el dinero que le faltaba, aunque, obviamente, nunca tuvo intención de dárselo. Nunca hizo nada con ninguna: no quería hacerlo, asegura. Esta tercera mujer le llevó a un barranco, donde había una obra de un astillero. Y allí procedió de la misma manera.
La policía, en su perfil, concebía al asesino como un hombre de pequeña estatura, ya que todas las prostitutas eran muy bajitas. Presumía que, de esa manera, se aseguraba de poder controlarlas si éstas se resistían. Guedes desmiente en las entrevistas que haya atacado a prostitutas de baja estatura por ese motivo, él es un hombre de estatura media. Reconoce que dejó una huella de una de sus manos en uno de los escenarios, el tercero, porque perdió pie y se sujetó, también puso ropa encima de esta misma víctima, no con intención de taparla, asegura, sino porque “me apeteció”. Niega, sin embargo, que dejara una colilla dentro del estómago de ninguna de ellas. Imagina que pudo acabar allí por casualidad, porque el escenario estaba lleno de cosas o porque ellas mismas fumaban.
De la misma manera, confesó también un nuevo crimen en Aveiro, en 2000 y otro ya en Alemania.
El crimen de Aveiro no fue menos brutal que los tres de Lisboa, pero fue muy distinto. Filipa fue encontrada en enero de 2000 en una casa individual a la que fue conducida con el pretexto de pagarle a cambio de sexo. El modus operandi era ligeramente distinto al de los otros crímenes: la mujer fue golpeada con un objeto contundente y luego estrangulada. Su cadáver apareció desnudo de cintura para abajo con los pies cruzados y los brazos en cruz, como crucificada. A José Guedes también se le atribuyó haber entrado, el 5 de julio de 2006, en el domicilio de un vecino conocido como Rambo, ubicado en el barrio de Biquinha, en Matosinhos, después de que la selección de Portugal perdiera un partido con la de Francia. Para aliviar la consternación causada por esa derrota, Guedes entró a la fuerza en casa del vecino y prendió fuego a periódicos y revistas. Los bomberos estuvieron hora y media extinguiendo el incendio, que costó más de 10.000 euros al erario público.
Estos dos crímenes no habían prescrito aún y la Policía Judicial detuvo a Guedes, encontrando además, en el registro de su vivienda, en la habitación de su hijo, Pedro, 252 balas, un gorro de montaña, un cuchillo de cocina, un BI a nombre de Maria Moreira y varias tarjetas bancarias con el nombre de José Novais. Ante estas evidencias, el fiscal decidió enviar el certificado del proceso y lo envió al condado de Matosinhos para que un tribunal determinara si hay razones para investigar la conducta del hijo del destripador.
La orden de enjuiciamiento también confirmaba la existencia del SMS en el que José Guedes prometía a la periodista de O Sol que demostraría la veracidad de sus declaraciones matando a otra prostituta. Más aún, Guedes, según este informe, guardaba en su casa recortes de noticias sobre crímenes violentos y “un juego de cuchillos cuidadosamente colocados en un cajón de muebles de la sala”; cuchillos que la familia tenía prohibido utilizar.

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