Burundanga. Entre la realidad y el mito

            Unos días antes de publicarse este artículo, los medios de comunicación españoles recogían la noticia de que, por primera vez, la policía lograba detener a un grupo de ocho presuntos agresores sexuales pudiendo probar que habían suministrado una droga de sumisión química  -en este caso MDMA -a sus dos víctimas (I). Las cámaras de una discoteca de Chamartín captaban el momento en el que los presuntos delincuentes entregaban la bebida a las jóvenes y los efectos de la droga tras algunos minutos. El uso de sustancias para lograr la sumisión de la víctima no es nuevo, aunque durante mucho tiempo se creyó un mito y, aún hoy, es muy complejo probar ese uso científicamente. Un uso que, sin embargo, se ha ido extendiendo y modificando su objetivo final: del robo al delito sexual. En los medios, cada vez más, se habla también en particular de una de esas sustancias que actúan haciendo que la víctima quede a merced de su victimario, actúe rápido y no deje rastro en el organismo: la “burundanga”. De ella se ocupa el presente artículo.

 

Antonio García Sancho.- La tarde del 5 de enero de 2019 fue detenida una joven leonesa, acusada de haber usado burundanga, una droga que tiene fama de anular la voluntad y dejar adormecido al sujeto que la ingiere, para obtener un beneficio económico de siete familiares y amigos a los que adormecía, apoderándose de sus tarjetas de crédito, libretas bancarias y carteras, para poder sufragarse su adicción a los juegos de azar. La causa aún espera fecha de juicio y sólo una de las siete víctimas ha prestado declaración, aunque en parte, el retraso del proceso ha sido debido a la pandemia (1).

En un bar de Barcelona, las cámaras de seguridad del establecimiento captaron, en marzo de 2021, como el cliente de un bar echaba unos polvos, que podían ser de burundanga en el café que se estaba tomando una camarera. Ésta quedó sin voluntad en el suelo y el momento fue aprovechado por el sujeto para robar en la caja (2)

En octubre de 2021, la víspera de Halloween, el cadáver de un empresario, José Ismael Rosado, era encontrado por el personal del Hotel Palace de Madrid en la habitación 541. La autopsia preliminar determinó muerte natural por edema pulmonar. Sin embargo, la minuciosidad del forense y el laboratorio de toxicología descubrió que había consumido burundanga. El suceso terminó con la detención de dos personas, dos varones, un rumano de 39 años y un marroquí de 29, acusados de homicidio. Como informaba la agencia de noticias Europa Press, en la noche del crimen, los sospechosos conocieron al empresario en una discoteca de Chueca y lo condujeron al hotel fingiendo interés en mantener relaciones sexuales con él. Una vez allí, le drogaron con el objetivo de adormecerle y robarle todos sus objetos de valor, pero la dosis de sustancia cargada en la bebida alcohólica con la que la mezclaron le produjo la muerte (3).

Por otra parte, la Asociación Vieiro de Carballo alertaba a la Guardia Civil, en diciembre de 2021, de la posible utilización de burundanga en los locales de ocio de la zona, echándola en la bebida de algún o alguna joven, con la intención de lograr connivencia sexual con ella o robarle el dinero. Según la asociación, los propios grupos de jóvenes se vigilaban unos a otros para no caer víctimas de esta práctica (4)

 

 

Son sólo algunos de los últimos ejemplos que hemos conocido de uso de esta droga conocida con el exótico nombre de “burundanga” y que viene utilizándose con fines delictivos desde hace más de 30 años con asiduidad.

Al principio, algunos sospecharon que se trataba de un mito, otros decían que eran sólo temores de madres (“ten cuidado a ver qué tomas por ahí”). Pero hoy nadie duda de que es una grave realidad que, gracias al desarrollo de la red de redes, Internet, cada vez está cobrando mayor presencia.

 

 

¿Existe la burundanga?

Hoy se sabe fehacientemente que la burundanga es una realidad. De hecho, se conocía mucho antes de que se comenzase a emplear con frecuencia en distintos tipos de delitos. Tal vez, lo que despistó al principio a los investigadores -unido al hecho de la dificultad para rastrearla en el organismo a las pocas horas de la ingesta- fue el nombre. Científicamente se conoce como escopolamina (también, hioscina).

La escopolamina se solía utilizar desde antiguo en rituales chamánicos ya que su efecto adormecedor provocaba con mayor facilidad las visiones del trance espiritual. Sea el contacto con los espíritus real o sólo vivencial (que en eso van las creencias de cada cual), lo cierto es que la escopolamina era favorecedora -si no única responsable- de esa experiencia. De hecho, la antigüedad del uso de esta sustancia o, más bien, de la planta que la produce, está documentado en uno de los textos más antiguos de la civilización egipcia, el Papiro de Ebers, que data del 1500 antes de nuestra era (5).

El uso médico de su principio activo, en pequeñas dosis, ya una vez aislado por el químico alemán Albert Lademburg en 1880, ha continuado hasta nuestros días, siendo ampliamente utilizada para prevenir las náuseas y los vómitos causados por mareos por movimiento o por medicamentos utilizados durante alguna cirugía así como contra el párkinson, entre otras aplicaciones. Se emplea en parches adhesivos que se colocan tras la oreja donde no haya pelo y, vigilando que no se mojen demasiado con la ducha o el baño, pueden dejarse actuar durante 3 días antes de sustituirlos.

La “burundanga”, por tanto, es bien conocida de los químicos y los médicos actuales. El nombre “burundanga”, que se ha popularizado, en realidad tiene un origen caribeño. Concretamente, en las Antillas se dice “borondanga”, que es una deformación del original “morondanga”. Significa, sencillamente, “confusión”, que es una buena definición para el efecto principal que produce una dosis media de esta sustancia. Tal vez, el uso popular del vocablo se deba a la utilización de la escopolamina en los rituales de santería de los brujos cubanos, que han podido trasladarla al lenguaje cotidiano del español.

 

Molécula de la Escopolamina

 

 

Aspectos toxicológicos: toxicocinética y toxicodinámica

La escopolamina es un alcaloide tropánico (6) que se encuentra como metabolito secundario en algunas plantas de la familia de las solanáceas y, en concreto, en las del género Datura (también Brugmansia o Mandrágora). La escopolamina se encuentra, específicamente, en la Datura Stramonium o Estramonio, una planta originaria, muy probablemente, de Colombia, Brasil y otras zonas templadas subtropicales y que fue importada a Europa en el siglo XVII por los españoles. Puede crecer de forma silvestre en el borde de los caminos o lugares abandonados y también, en ocasiones, es utilizada como planta ornamental, como sucedió en el cementerio de Alzira (7), ya que la planta tiene unas flores blancas acampanadas muy llamativas. El tallo y las ramas son de color verde oscuro, lisos y lampiños, pero desprenden un olor desagradable que también le ha merecido el nombre de “hierba hedionda”.

El estramonio destaca por su contenido en alcaloides, que pueden ser del 0,25 al 0,7% del peso en fresco de las hojas. También es elevado el número de variantes de esos alcaloides que contiene, que pueden estar del orden de los sesenta y siete, todos ellos tropánicos (es decir, que cuentan a su alrededor con un anillo de tropano, un compuesto orgánico nitrogenado biciclo de fórmula química C8H15N). Estos compuestos son los que provocan la toxicidad de la sustancia, especialmente en combinaciones que originan las tres variedades más tóxicas: la atropina, la hiosciamina y la escopolamina. Estos alcaloides se empiezan a sintetizar a las dos semanas de la germinación, en el seno de las semillas, y su concentración depende de las condiciones ambientales (disminuyen tras un periodo de lluvia), la estación del año (es mayor en verano) o del momento del día (con niveles más altos por la noche) (8). Esta alta concentración de alcaloides tropánicos en las semillas puede suponer un problema para el ganado, ya que las semillas que caen sobre los cereales que luego se emplean como pienso (también sobre los de consumo humano), son muy difícilmente separables del grano al tener los alcaloides unas cualidades que hacen que puedan permear con mucha facilidad en el cereal. (9).

Esa capacidad para penetrar a través de membranas orgánicas que se ha vista en los cereales, se produce también en las mucosas y el tubo digestivo, extendiéndose por el organismo y atravesando la barrera placentaria y hemato-encefálica, de manera que se incorpora con facilidad a la sangre y al cerebro, lo que facilita el uso delictivo de la sustancia, que normalmente se da mezclada en una bebida alcohólica a la víctima, si bien parece que también puede ser inhalada, fumada o inyectada, por lo que se ha registrado en alguna ocasión su uso como droga de placer, como veremos. También, como hemos dicho, puede ser absorbida por la piel, como en los parches de uso medicinal. Su efecto máximo se produce a las 3 horas de ser administrada, excretándose a través del sudor y de la orina (o de la leche materna) durante las primeras 12 horas de su consumo. La rápida eliminación del alcaloide supone una dificultad para la policía o el criminalista forense, ya que, cuando el sujeto despierta, se da cuenta de que ha sido víctima de un robo y acude a la policía, suele haber eliminado casi todo residuo de droga (10)

El alcaloide tiene una acción anticolinérgica, esto es, actúa por antagonismo competitivo bloqueando los receptores colinérgicos de tipo muscarínico localizados en el Sistema Nervioso Central (SNC) conocidos como M1 a M5 y que cumplen las funciones que se reflejan en la siguiente tabla:

 

Receptor

Localización

Función

M1

Ganglios autónomos y Glándulas

Aprendizaje y memoria.

Aumento de secreciones.

M2

Músculo liso y miocardio

contracción de músculo liso

Bradicardia. Antinocicepción

M3

Músculo liso, glándulas del endotelio

Contracción de músculo liso. Regulación del apetito.

Síntesis de óxido nítrico. Aumento de secreciones

M4

Músculo liso, glándulas del pulmón

Regulación del tono del músculo liso.

Modulación de las respuestas a dopamina.

M5

SNC (Corazón, cerebro, ojos)

Facilitación de la liberación de dopamina.

Dilatación de arterias y arteriolas cerebrales.

 

Estos receptores son los encargados de recibir la acetilcolina, sustancia que participa en la contracción muscular, la concentración y la memoria.. Los alcaloides de la “burundanga” bloquean estos neurotransmisores de forma que no reciben acetilcolina y así, el sujeto que ha tomado burundanga comienza a sentir sopor, relajación muscular, pérdida de memoria y de voluntad.

 

La ingesta de entre 2 y 5 mg de este alcaloide puede ya conllevar un episodio de toxicidad aguda como el que presentan las víctimas de los delitos que la utilizan como “arma” aunque el efecto variará según la dosis y las características genéticas individuales de la víctima. Así, podrían distinguirse tres grados de intoxicación (11):

Intoxicación de primer grado: que incluiría xerostomía (sequedad de boca), cambios de humor, ataxia (falta de coordinación en los movimientos), inhibiciones de las secreciones traqueo-bronquial y sudorípara, rubefacción (coloración rojiza del rostro o la piel), hipertermia y estreñimiento.

Un segundo grado, más severo, produciría midriasis (dilatación de la pupila), ciclopejía (parálisis del músculo ciliar, usado por el ojo para enfocar, por lo que se produce visión borrosa), taquicardia (aceleración del ritmo cardíaco) que en este caso viene precedido por una bradicardia (deceleración del ritmo cardíaco) pasajera, disminución de la atención y amnesia (pérdida de memoria).

En un tercer grado de intoxicación se ha observado fibrilación auricular (arritmia), retención urinaria, íleo adinámico (falta temporal de las contracciones habituales de los intestinos), confusión, agitación, agresividad, convulsiones, alucinaciones e incluso delirios alucinatorios. El 82% de los casos de alucinaciones suelen estar sobre todo relacionadas con animales, con monstruos o con personas que aparecen y desaparecen. El contenido de estas alucinaciones puede contribuir a determinar al forense la naturaleza concreta del alcaloide suministrado ya que, al contrario de otros síntomas, que son comunes y pueden dar lugar a error, se diferencian de los producidos por otros anticolinérgicos diferentes (12). Además, los afectados casi siempre son incapaces de reconocer a sus propios familiares. Se ha conocido, además, algún caso en el que la víctima ingresó en coma (13)

Los efectos, que aparecen entre los 30 y los 60 minutos después de la ingesta, pueden durar entre varias horas a cinco días y, a menos que se haya ingerido una cantidad escasa de la sustancia, en general los sujetos no recuerdan nada de la experiencia.

 

 

Uso de la escopolamina en el marco de la delincuencia.

 

Como ya hemos comentado al inicio de nuestro artículo, los usos más antiguos de la escopolamina y otros alcaloides extraídos de las solanáceas, son como facilitador del “viaje chamánico” en rituales mágico-religiosos de creencias espiritualistas o naturalistas y, también, en medicina. Es cierto que su uso médico ha sido, en ocasiones, desacertado. En un principio, se aplicaba mezclada con morfina para atenuar los dolores de parto de las embarazadas, provocando una gran mortalidad infantil ya que tal sustancia es capaz de traspasar la placenta e incorporarse a la leche materna, por donde es excretada, pasando al infante. Está también documentado el intento de usar la planta como alimento por parte de los primeros colonos españoles en América del Sur, que incorporaron sus hojas en ensaladas o en cocciones (que no eliminan los alcaloides), de forma que se conocen muchos fallecimientos entre esos primeros colonos desconocedores de los efectos nocivos de la planta.

Con el avance de la ciencia, hoy se emplea abundantemente en medicina, como se ha dicho ya y está presente en fármacos como la Buscapina o la Escopolamina B. Braum.

Sin embargo, con los usos legales y controlados, concurren otros. Así, se han dado casos de ingesta voluntaria, por imprudencia o accidentales, como en niños y usos como droga recreativa.

 

El uso de la escopolamina como droga recreativa en España se detectó por ve primera en 2011, cuando fallecieron dos jóvenes en una fiesta “rave” (14) en Getafe. Hasta entonces, ya se había detectado el consumo en jóvenes para este uso en Estados Unidos. La droga puede consumirse en semillas, o pueden tomarse éstas en infusión. También, en ocasiones, las semillas o las hojas de la planta se machacan y se mezclan con el tabaco o con otras drogas como la marihuana (en lo que se conoce como “Green dragon” o Dragón Verde), asimilando la droga al fumar el cigarrillo así preparado (15). Al parecer, los forenses determinaron que los efectos del antimonio consumido se vieron agravados por el calor y el consumo junto a otras drogas de diseño como el speed (16). No es necesario advertir aquí que, una vez se detecta este uso, con casi total seguridad no es la primera vez que ha tenido lugar, por lo que la introducción de la escopolamina como droga recreativa en España puede datarse, seguramente, algunos meses o, tal vez, algunos años antes de ese suceso.

 

Es más frecuente, sin embargo, fuera del uso medicinal, por supuesto, encontrarnos con casos de consumo involuntario y de naturaleza delincuencial. La ingesta suele ser siempre provocada por terceros como medio para el robo, algo que se conoce, al menos, desde finales de los años 80, aunque durante mucho tiempo quedó más como un mito que como un hecho constatado. De hecho, el uso como droga de sometimiento químico no se probó en España hasta 2016 (17). Con ese propósito se emplea, generalmente, para delitos contra el patrimonio y en delitos sexuales.

 

 


 

1)    Uso de la escopolamina en delitos contra el patrimonio

El modus operandi suele ser bastante similar en todos los casos. El victimario, generalmente una mujer pero no exclusivamente (véanse los casos referidos al comienzo del artículo), suele encontrar a su víctima (generalmente un hombre, aunque no exclusivamente) en lugares de ocio a los que la víctima va con intención de divertirse y, tal vez, de encontrar a alguien para mantener un contacto sexual. El victimario finge un contacto casual con la víctima, generalmente demostrando intención erótica y eso le permite introducir la burundanga en la bebida de la víctima. Luego, el victimario conduce a la víctima o se deja conducir por ella a un lugar discreto, como una habitación de hotel, por ejemplo, y entonces la víctima comienza a sentir los efectos de la droga, quedando dormida o con la voluntad anulada, momento que es aprovechado por el victimario para hacerse con sus objetos de valor o, incluso, para que le revele el número del PIN de la tarjeta de crédito. Luego, abandona a la víctima, que dormirá apaciblemente varias horas.

Pueden encontrarse, en la casuística, algunas variantes: víctima y victimario de distinto género, de igual género, dos victimarios en lugar de sólo uno, lugares de encuentro y escenarios finales variables… En un principio, se suponía que el victimario administraba el alcaloide en la misma habitación donde supuestamente iba a producirse el encuentro sexual, pero, dado el margen que necesita la droga para hacer efecto, es mucho más probable que lo haga con anterioridad, en la última copa antes de realizar la propuesta. O bien, si se suministra ya en privado, el victimario buscará estrategias para dilatar el momento erótico: disfrutar de la copa o una ducha, solicitar un poco de conversación… Los detalles pueden variar, pero el patrón es idéntico.

Una variante hasta cierto punto más particular es, como en el caso del ladrón de Barcelona citado al comienzo, aquélla en la que  no media seducción o engaño sino que se utiliza sólo una aproximación natural (por ejemplo, como cliente de un establecimiento) y se aprovecha el descuido de la víctima para intoxicar su bebida.

Otra variedad, se ha denunciado por los turistas en países latinoamericanos. En este caso, se trata de un falso taxi, que recoge al turista en los lugares más comunes por los que se mueven éstos (estación de tren, aeropuertos, hoteles…). En el propio vehículo les ofrecen una bebida donde se mezcla la burundanga y, mientras conducen hacia el destino indicado por el “cliente”, éste va perdiendo la capacidad para resistirse a las posteriores acciones del victimario.

Se ha demostrado que la conducta de sumisión se produce antes del episodio de amnesia (18) suprimiendo la conducta defensiva por la influencia de la sustancia sobre el sistema límbico temporal, especialmente la amígdala. De esta manera, los victimarios, en cada caso, pueden no sólo robarle con tranquilidad la cartera y los objetos de valor (reloj, gemelos, esclavas, cadenas, móvil…) sino también conseguir que el sujeto les revele el PIN de su tarjeta de crédito, por ejemplo, o el del móvil, para poder desbloquearlo y formatearlo o acceder a sus claves.

Una vez se “despluma” al incauto, se le abandona en la habitación (infligiéndole una nueva victimización al verse sin dinero y en la obligación de pagarla) o en cualquier lugar junto a la carretera en el caso de embaucarle con el taxi “ful” (como se dice en el argot) y se le deja dormir, porque con seguridad estará varias horas sin tener conciencia de absolutamente nada proporcionando, así, una fácil huida para su victimario.

También ha sido frecuente suponer el uso de la burundanga en otros casos de delito contra el patrimonio, a veces acompañado de agresión. Sin embargo, es muy dudoso que realmente se cometan con ayuda de ésta. Así, se han descrito (19) casos en los que, con cualquier excusa, se ha requerido a la víctima que indique a los ladrones una dirección en un mapa que éstos llevan consigo presuntamente impregnado de burundanga. Según se describe, la víctima queda inmediatamente sin voluntad y a merced de los ladrones. En otras ocasiones, se ha invitado a la víctima a una degustación de algún producto presumiblemente intoxicado con escopolamina o, directamente y sin previo aviso, se les ha “soplado” un puñado de polvo que el victimario llevaba en la mano. La burundanga así administrada ha tenido los mismos efectos inmediatos que en el caso anterior. Sin embargo, la naturaleza irreal de los síntomas descritos y, sobre todo, la rapidez con la que parece actuar la supuesta absorción de la droga hacen sospechar que no hablamos aquí de burundanga sino que, o bien son relatos inventados por las víctimas por cualquier motivo (vergüenza al verse engañados o robados, a admitir que no opusieron resistencia…) o bien estamos hablando de otra sustancia incapacitante.

 


 

 

2)    Uso de la escopolamina en delitos contra la integridad o la libertad sexual

Últimamente también se han denunciado casos de uso de sustancias que podrían ser burundanga para delitos contra la libertad sexual, utilizando la droga para abusar de una víctima o incluso violarla individualmente o en grupo. Este uso parece muy extendido en algunos países latinoamericanos, como Colombia (20) En España, en diversas ocasiones, los medios de comunicación han alertado del incremento de este uso. Un caso reciente en el que se habló del uso de este alcaloide ocurría en la nochebuena de 2019 a 2020, cuando cuatro jóvenes drogaban y violaban a una joven primero en un piso de Benidorm y, después, en el local de uno de ellos, en la localidad de Callosa d’En Sarrià (Alicante, España). En este caso, la víctima había consumido sustancias psicoactivas también de forma voluntaria, lo que facilitó la administración de la droga incapacitante por parte de sus victimarios. Sin embargo, los hechos probados de la sentencia no hablan mas que de alcohol y cocaína.

 

Perfil de las víctimas

Con lo dicho hasta ahora, tenemos, pues, dos perfiles de víctima. En los delitos contra el patrimonio el perfil de la víctima suele ser un varón, de nivel económico medio o superior, que viaja solo o frecuenta en solitario lugares donde se consumen bebidas alcohólicas y donde puede ser fácil establecer contactos de naturaleza erótica con desconocidos, contactos que la víctima busca expresamente o bien no rechaza.

Hemos de apuntar que éste es el primer uso que se denunció de drogas como la burundanga y otras similares. En España, el perfil de la víctima está poco estudiado y también los casos clínicos. Sin embargo, no es así en otros países. Por poner un ejemplo, en un estudio (21) muy temprano llevado a cabo por profesores de la Facultad de Medicina de la Universidad Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, en Bogotá, realizado sobre la revisión de 860 historias clínicas de los pacientes que consultaron a la clínica Uribe Cualla SA. entre Enero de 1998 y Julio de 2004, los autores aprecian el uso de escopolamina en un 12,5% de los casos como droga de sometimiento químico, sólo por detrás del uso de benzodiacepinas. El 79,1% de los expedientes eran de varones, entre los 20 y los 50 años (83,8%). En cuanto al móvil para la intoxicación, la investigación de estos autores indica que fue el robo en un 67,44% de los casos, mientras que un 30% no presentaba causa conocida y sólo el 2,3% detectó como causa de la administración de la droga la violación, mientras que en un paciente se combinaron las dos motivaciones. Los autores citan otro estudio en el cual las conclusiones son muy similares, si bien el porcentaje de casos en los que se empleó la burundanga como droga de sumisión era mucho más elevado: hasta un 80%. En ese otro estudio (22), se analizan las intoxicaciones atendidas en los servicios de urgencias en Bucaramanga, descubriéndose que, de nuevo, esta intoxicación se presenta mucho más frecuentemente en hombres, especialmente de edades entre 30 y 45 años (70%); usualmente se administra en bebidas ofrecidas por un desconocido (75%) y con frecuencia se utiliza en vehículos de trasporte público (49%) o eventos de asistencia masiva (6%). De nuevo, el móvil principal es el robo (94%), seguido de delitos contra la libertad y el pudor sexual (2%) (23).

 

A la víctima mujer, a pesar de la escasez de estudios, se le ha prestado mayor atención, siendo pionera una investigación (24) del Grupo de Investigación en Sumisión Química de Barcelona, perteneciente al Instituto de Medicina Legal de Cataluña en 2011 que reunió 37 casos de positivos en algún tipo de sustancias de sumisión entre 120 personas que acudieron al servicio de urgencias a causa de abusos o agresiones sexuales. Señala el estudio cuatro factores que podríamos considerar precipitadores del delito: la existencia de una actividad social previa con presencia de alcohol; que dentro de esta actividad haya un consumo efectivo de alcohol por parte de la víctima; que los presuntos hechos se comentan durante la noche y que el agresor sea una persona recién conocida para la víctima. En este trabajo, el 98,4% de las víctimas son mujeres.

Contribuye también al conocimiento del perfil de esta víctima el estudio realizado por el Instituto de Medicina Legal de Alicante entre los años 2009 y 2012 en el que se confirmaron 19 casos por sumisión química de un total de 179 casos de agresión o abuso sexual ingresados en urgencias (25). Este estudio recoge un dato, fuera del propio consumo de drogas de uno u otro tipo, que resulta inquietante y debería disparar las alarmas del criminólogo y de las autoridades: en ese periodo de tres años, se doblaron los casos de agresión sexual que se producía con mediación de sustancias psicoactivas que facilitan las agresiones sexuales (DFSA). El estudio afirma haber encontrado en los análisis toxicológicos, sustancias que la víctima negaba recordar haberlas consumido en 8 casos (43%). Se encontraron en las víctimas  cocaína (26,3%), cannabinoides (15,8%) y benzodiacepinas (15,8%), seguidas de alcohol (10,5%, aunque en combinación con otras sustancias alcanza el 31,58%) y anfetaminas (5,3%)

De la misma manera, el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses de Sevilla realizó también un estudio en el mismo periodo (2010-2012), basado esta vez en las denuncias, no en los ingresos en urgencias, por la misma tipología de delitos: agresión y abuso sexual (26). De la muestra de 1194 denuncias, en 73 (sólo el 6,12%) se sospechó el uso de drogas de sumisión química, confirmándose únicamente en 3 casos (uno en el que se usó sindenafilo, otro en el que la sustancia detectada fue el lorazepam y otro en el que dio positivo en zolpidem). Salvo en 4 casos, las muestras se tomaron antes de las 48 horas de transcurrir la agresión, aunque en un 30% de los casos no se registra el tiempo transcurrido entre la agresión y la toma de muestras. El estudio detectó, sobre todo, el uso de alcohol (que aparece como sustancia exclusiva en el 56,2% de los casos), el uso de benzodiacepinas (16,45%), seguido de la cocaína y los metabolitos.

Es obligatorio citar uno más actual cuyas conclusiones son, ciertamente, desmitificadoras respecto a este uso particular de la burundanga. El estudio (27), llevado a cabo por un profesor de la Complutense de Madrid, una profesora de la Universidad de Santiago de Compostela y un experto del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses de Madrid, analizaba en 2017, un total de 152 casos  de presunta utilización de drogas de sumisión química recibidos en el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses, en Madrid, entre los años 2010 y 2013. Sus resultados fueron demoledoras: en ninguna de las muestras, tomadas entre 6 y 12 horas después de la comisión del delito, aparecía rastro alguno de escopolamina. De la misma manera, el estudio también descartaba el uso, en estas agresiones y abusos, de otra sustancia también conocida como la “droga de la violación” y éxtasis líquido, el gamma-hidroxibutirato o GHB, un depresor del SNC que también se suministra en forma de líquido incoloro e inodoro y que, tras una primera fase de euforia, produce mareos, vómitos, somnolencia y otros síntomas. Por el contrario, al mismo tiempo que esta investigación parece señalar que la administración de burundanga para cometer abusos o agresiones sexuales es un mito, los análisis de sangre y orina realizados a las víctimas registraban presencia de otros tóxicos (85,5% de los casos), mayormente alcohol en el 77% de los casos, mientras que las drogas ilegales, sobre todo cocaína y marihuana, hacían su aparición en el 29,2% de los casos, mientras que, en el 36,1% de las muestras analizadas, se detectaban otros fármacos basados en benzodiazepinas, una droga que tiene efectos ansiolíticos y sedantes, principalmente Orfidal, Trankimazin, Valium y Lexatin. En tres casos se encontró también, en los análisis, ketamina, una sustancia anestésica y alucinógena. Salvo en estos casos y otros pocos, en que es probable que se haya administrado la droga de manera subrepticia (un 13% en total), las conclusiones de este estudio hacen pensar, que la administración de este tipo de drogas no es proactiva; es decir: no hay una introducción “a escondidas” de la sustancia en la bebida alcohólica por parte de un victimario que planifica el ataque posterior, sino que la ingesta es voluntaria por parte de la víctima y el victimario aprovecha la circunstancia. Son, pues, en la mayoría de casos, delitos de oportunidad.

En lo que respecta al perfil de la víctima, el que se deriva del estudio de Alicante es el de una víctima mujer (97%), con un caso de un hombre, de 37 años. La edad de las víctimas está comprendida entre los 14 y los 37 años, con una edad media de 23 años.

En cuanto a los victimarios, la mayoría de los casos el agresor es un solo individuo (74%). Conocido de la víctima en casi la mitad de los casos (47.4%); al que no le une ninguna relación de parentesco (84%). En casi la mitad de los casos (47,4%), la agresión ocurre en el propio domicilio de la víctima.

En el caso del estudio sevillano, sólo 2 de las víctimas eran varones (3,3%), mientras que el 87,7% de las víctimas eran mujeres mayores de edad y 9 víctimas eran mujeres menores de edad.

No varía tampoco el perfil en el estudio del Instituto madrileño con respecto a los anteriores. En este estudio, todos los victimarios eran varones y un 20% de las denuncias recaen sobre un desconocido.

Las mujeres estudiadas tenían un rango de edad comprendido entre los 13 y los 55 años con una edad media de 26,2 años, mostrándose la mayor incidencia entre los 18 y los 23 años de edad (un 28,2%) y estando el 67,3% por debajo de los 30. El 67,3% de las víctimas en las que se identificó su nacionalidad eran españolas. Un perfil similar al de los otros estudios. En algo más del 56% de los casos documentados, las mujeres sufrieron lesiones físicas.

 

Por otra parte, el estudio más reciente ofrece algunos datos más: la agresión suele ocurrir en lugares de ocio (alrededor de un 42%), lo que confirmaba también el estudio sevillano. Por su parte, el estudio hecho en Alicante hacía notar la fenomenología esencialmente social del uso de DFSA al registrar el sábado (26%) y el domingo (32%) como los días en que se registraron más casos de consumo. El lugar donde se suministra la sustancia es, mayoritariamente, en casas u hoteles (sobre el 34% según el estudio madrileño y, en un 47,4%, en el domicilio de la víctima según el estudio de Alicante). También muchos casos tienen por escenario la vía púbica (un 23%, señala el estudio de 2017).

 


 

 

Ahora bien: ¿realmente podemos concluir, tras este estudio, que el uso de la escopolamina como droga de sumisión química facilitadora de agresiones sexuales es nula? Ni mucho menos. La ausencia de pruebas fehacientes del uso de escopolamina en estos estudios, sin embargo, no es prueba de que no se utilice. Para empezar, los estudios siguen siendo escasos y las pruebas de detección de burundanga se idearon muy recientemente además de ser muy caras, por lo que no es probable que se les sometiera a las víctimas a este tipo de pruebas y, de hecho, los estudios no buscaron específicamente burundanga, sino cualquier tipo de sustancias de sumisión química, como se hace constar en los propios estudios.

En el último estudio, por ejemplo, las pruebas realizadas a las víctimas entre las 6 y las 12 horas sólo pudieron realizarse, como el propio estudio refleja, en un 40,33% de los casos, menos de la mitad. Por otro lado, aunque la publicación data de 2017, el estudio se realizó en casos ocurridos entre los años 2010 y 2013, algunos años antes de que se detectara el primer caso probado de uso de la escopolamina como droga de sumisión, como se ha dicho y también algunos antes de que se comenzara a hablar de la burundanga como droga facilitadora de ataques sexuales. Por tanto, años antes de que el uso de esta droga pudiera ser suficientemente común o incluso antes de que se hubiera dado efectivamente.

Finalmente, los propios autores reconocen que esos 152 casos serían sólo “la punta del Iceberg” porque la “cifra negra”, los casos que no se conocen porque no se denuncian -por distintos motivos, desde vergüenza a temor a la reacción de los padres pasando por un amplio abanico de motivaciones-, pueden ser muy superiores, lo que haría poco significativo el estudio a efectos prácticos, a pesar de su indudable valor pionero.

Esta limitación se suma también a lo restringido del ámbito geográfico del estudio, por ahora afectando sólo a Barcelona, Alicante, Sevilla y Madrid en el total de los estudios referidos. Por último, si es restringido el ámbito geográfico también lo es la significatividad de la muestra. En el caso de Sevilla, por ejemplo, no se recibe información completa de la víctima en el 60% de los casos, como apuntan los autores.

 

Queremos mencionar también un último estudio (28), en este caso de índole criminolóigico, que analiza una muestra de 102 sentencias de uso de DFSA tanto proactivo como oportunista, de los que se tomaron en consideración 75 casos. En este caso, el perfil de la víctima es el de una mujer (96,3%), extranjera (44,4%), que ha consumido sólo alcohol (36 casos) o alcohol y drogas (21 casos) mientras que la incidencia de alcohol en combinación con fármacos es muy reducida (12 casos), al igual que la de consumo únicamente de fármacos (4 casos) o únicamente de drogas (2 casos). Los resultados de casos de ingesta proactiva y oportunista se muestran por separado. Por otra parte, el estudio muestra también que los casos de DFSA se dan por igual en casi todas las estaciones del año salvo en otoño (ligeramente mayor en primavera) y, es especialmente relevante los sábados y domingos (28% y 20% respectivamente) en horario de noche o madrugada (65,3%). La droga se consume, mayoritariamente, en el domicilio del agresor (33,3%) o en la vía pública (26,7%). Este estudio, sin embargo, no distingue entre el consumo de escopolamina y el resto de drogas de sumisión química.

 

Pese a la escasez de incidencia, al menos en España, que parecen reflejar estos estudios, se ha de tener en cuenta que hay circunstancias que han variado desde entonces y que pueden afectar a la criminodinámica, por ejemplo, la atención en los medios de comunicación al uso de esta sustancia es mucho mayor ahora, desde que han saltado a la actualidad informativa los casos de violencia grupal a partir de la celebridad alcanzada por el conocido como caso “de la manada” de Pamplona. El mayor conocimiento popular de la existencia de este tipo de sustancia puede hacerla más buscada y eso puede resultar peligroso dado la facilidad con la que puede adquirirse.

Para empezar, el estramonio es una planta que puede encontrarse en estado silvestre o en jardines, en lugares accesibles, como hemos dicho y que no presenta ninguna dificultad para arrancar sus flores y sus hojas (29). Por otra parte, basta con escribir en un buscador cualquiera de internet cualquier frase alusiva y aparecerán miles de resultados. Así, “vendo burundanga” registró 94.300 entradas, “compro escopolamina” tiene 134.000 entradas (sólo en Español), “dónde comprar burundanga” ha llegado, en la prueba que hemos realizado, a las 245.000 entradas; “compro burundanga” nos devolvió 505.000 y “quiero comprar burundanga” 839.000 entradas. Es cierto, sin embargo, que no todas las entradas son páginas de venta y que algunas de las páginas de venta son, a su vez, un engaño, pero entre todas estas entradas hay un buen puñado de posibilidades más o menos asequibles.

También sustancias que podemos encontrar en las farmacias, como la “buscapina”, contienen como principio activo este alcaloide.

La expansión de la burundanga ha llegado, además, a crecer hasta el punto de que existen puntos de venta clandestinos, “camellos” que proporcionan burundanga a precios similares a los de otros psicógenos (30)

No es éste un tema baladí. Recuérdese que el delito se produce cuando concurren tres circunstancias, que podríamos entender como vértices de un triángulo delictivo. El primero es la motivación (como pueda ser el robo o la satisfacción sexual y, esto último, agravado por el crecimiento de las actitudes supremacistas de género entre la juventud española que constatan los análisis estadísticos). El segundo vértice estaría ocupado por la oportunidad –que tiene una doble vertiente: por un lado la oportunidad para verter la sustancia en la bebida de la víctima subrepticiamente y, por otro,  es aquí donde resulta preocupante la accesibilidad al alcaloide- y, finalmente, por la ausencia de control.

 

 

Conclusiones.

La “burundanga” es el nombre popular dado a una sustancia que proviene de la planta del estramonio. Tal sustancia, como hemos visto, el alcaloide “escopolamina”, no es un mito, sino que es una realidad conocida hace siglos y cuyos efectos se emplearon ya en el antiguo Egipto, además de en distintas culturas indígenas y rituales chamánicos. También es conocido su uso medicinal para la prevención de mareos o para combatir el párkinson. Sin embargo, en las últimas décadas se ha extendido el uso de la sustancia tanto para uso como droga recreativa, normalmente mezclada con otras, lo que puede provocar incluso la muerte, o como droga de sumisión química para obtener un beneficio económico o sexual de la víctima dejándola indefensa ante los ladrones o agresores.

En el uso criminodinámico de esta sustancia preocupan, sobre todo, tres aspectos: la facilidad de obtención de la droga, la difícil posibilidad de detección dada su rápida excreción a través del sudor, la orina o la leche materna y, finalmente, la cada vez mayor frecuencia con la que es registrada en las denuncias ante la policía. En suma: es un alcaloide:

 

-fácil de obtener.

-difícil de detectar.

-con un uso en expansión

 

La tercera de estas áreas es, lógicamente, dependiente de la primera, pero también de otros factores, como la popularización a través de los medios de comunicación y el desarrollo de las redes sociales.

Todos estos factores, unidos, hacen que se disponga de una “herramienta” o un “arma” para la sumisión química de la víctima al alcance casi de cualquiera, siendo preocupante la cantidad de casos de agresiones sexuales en los que se constata o se sospecha que se ha empleado una sustancia tal como la burundanga y que, además, son cometidos por jóvenes.

Si bien no existen demasiados estudios al respecto sobre la frecuencia real de este alcaloide en su uso criminal, la constatación de los casos que ya conocemos y algunos artículos clínicos que se están produciendo debería ser suficiente como para adoptar políticas preventivas contra este tipo de sustancia. Algunas de esas medidas podrían ser tan sencillas como la prohibición de la plantación de ejemplares de estramonio en lugares públicos, ordenanzas o leyes que prohíban la tenencia de esta planta en jardines privados, la correcta gestión de venta de medicamentos que contengan escopolamina como principio activo o la prohibición de la distribución de este producto en cualquiera de sus formas sin control médico. En suma, tratarlo como una droga más.

Por otro lado, deberían potenciarse e incrementarse, igualmente, las campañas informativas, y la difusión en los medios de comunicación no sólo de la casuística, sino, especialmente, de la información sobre el modus operandi de los delincuentes y la manera de tomar precauciones contra ellos.

Otras medidas son más complejas. Así, sería importante una mejora en la educación y concienciación de los jóvenes de un ocio seguro y sin necesidad de abusar del consumo de sustancias que “ayudaran a divertirse”, como si fueran fundamentales para que hubiera, efectivamente, diversión. El consumo de alcohol entre los jóvenes se da cada vez en edades más tempranas y el de marihuana está amplísimamente extendido entre jóvenes y adolescentes. Las formas de diversión de los jóvenes de hoy no pueden (ni deben) prohibirse, desde luego, pero, desde un punto de vista criminológico preventivo, sería importante que cambiasen los valores dados a sobre determinadas conductas que son generadoras de riesgo de victimización. Además, el abuso sexual con uso de burundanga en los jóvenes, va asociado también a una mentalidad con valores machistas y de supremacía de género que cosifica a la víctima del género femenino y que debe combatirse de manera temprana desde la educación y con el ejemplo y el apoyo de la familia. Ayudaría, también, que la condena de esos valores supremacistas se reflejara en los programas educativos, las instituciones, los media, etc.

En definitiva, la burundanga es hoy un problema puntual pero creciente y sería mejor no minimizar esa incipiente expansión y poner medidas serias y contundentes hoy, que cortaran de raíz ese crecimiento antes de que sus ramificaciones fueran demasiado numerosas como para combatirlas eficazmente.

 

 

NOTAS

(I) https://www.lavanguardia.com/local/madrid/20220217/8063516/detenidos-ocho-

hombres-drogar-dos-jovenes-discoteca-chamartin-madrid-abusar-sexualmente.html

 

(1) Vid. Zamora, Miguel Ángel. “Solo una víctima declaró en sede judicial por el caso de la burundanga en tres años”, Diario de León, 6 de enero de 2022. Cfr. “Los casos de burundanga y los seguros ya gozan de solera” Diario de León, 3 de enero de 2022.

(2) https://www.canarias7.es/sucesos/droga-burundanga-camarera-20210323202358-

nt.html

(3) Azaola, Guillermo. “Una noche de fiesta. Burundanga… Todo sobre la extraña muerte de un empresario en la habitación 541 del Palace”, 20 minutos, 28-12-2021 (on line en https://www.20minutos.es/noticia/4933820/0/a-fondo-drogas-sexo-y-una-muerte

-todo-lo-que-ocurrio-en-una-habitacion-del-hotel-palace/?autoref=true)

 (4)   https://www.adiantegalicia.es/costa-da-morte/2021/12/26/la-asociacion-vieiro-de-

carballo-alerta-sobre-el-posible-uso-de-burundanga-en-la-zona.html

(5) Citado por González Gil, Patricia (2010). “La escopolamina”, Revista de Química PUCP, nº24 11-13

(6) Un alcaloide es una sustancia sintetizada por las plantas, generalmente a partir de aminoácidos, y que es altamente soluble en agua a Ph ácido, por lo que resulta tóxico. El alcaloide tropánico es un alcaloide formado por compuestos nitrogenados y se encuentra como metabolito secundario -es decir, sustancia generada durante los procesos de digestión u otros que realice el organismo-. Su ingesta produce efectos en el ser humano, por lo que se utiliza como droga y en farmacología.

(7) “La planta de burundanga no es perjudicial de por sí, el problema es el uso”, Diario Levante, 27-08-2018 [on-line en https://www.levante-emv.com/ribera/2018/06/27/planta-burundanga-perjudicial-problema-11925581.html, última consulta el 28/01/2022]

(8) Cfr. Soler Carracedo A, Rubio Armendáriz C, Hardisson de La Torre A, Gutiérrez Fernández AJ. “Datura Stramonium: toxicología de una droga emergente”. Farmacéuticos Comunitarios 2013; 5(2): 74-78

(9) Todo ello ha motivado al Ministerio de Consumo y la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición a elaborar un informe (http://www.aesan.gob.es/AECOSAN/docs/documentos/seguridad_alimentaria/gestion_riesgos/Alcaloides_tropano.pdf) para asegurar el seguimiento de los valores de alcaloides detectados en los piensos y cereales dada la peligrosidad de los mismos. cfr. https://www.ciati.org/?articulos_seccion_3/cat_5/id_7/los-tropanos-alcaloides-en-alimentos-y-piensos (última consulta el 28/01/2022)

(10) La prueba más empleada que determina la existencia de escopolamina en el organismo es la de cromatografía en capa fina, que puede detectar escopolamina en la orina, en teoría, hasta alrededor de 12 horas después de ser administrada (Cfr. Tierra, Wilmer (2015), Determinación de escopolamina en humor vítreo por el método de espectroscopía infrarroja que ingresa al laboratorio de química forense del departamento de criminalística de la Policía Judicial de Chimborazo en el periodo abril - septiembre 2014. (Tesina de grado) Riobamba, Ecuador; Cfr. tb. Stashenko, Elena E. y Martínez, Jairo René “Algunos aspectos de la detección en cromatografía de gases y cromatografía de gases acoplada a espectrometría de masas. Selectividad e identificación” on line en scichro_v1n3_88_novo.vp (iicweb.org))

(11) Soler Carracedo A, Rubio Armendáriz C, Hardisson de La Torre A, Gutiérrez Fernández AJ. Cit. p.76

(12) Ardila, Alfredo & Moreno, Carlos & Ardila, Sara. (2006). “Scopolamine poisoning ('burundanga'): Loss of the ability to make decisions” [4]. Revista de neurología. 42. 125-8.

(13) Elena-González, A., Goicoechea-Matea, A., Gimeno-Villa, A.C., Fernández-Calleja, G. y Vieira-Lista, E. (2020) “Sumisión química con escopolamina, a propósito de un brote de tres casos”, Toxicol (2020) nº37, 98-100

(14) Las fiestas “rave” son fiestas multitudinarias e ilegales, que reúnen a una gran cantidad de jóvenes durante horas o días en algún lugar abandonado, solitario o alejado de los núcleos poblados de las ciudades o municipios. En el caso de los jóvenes de Getafe, el lugar elegido para la rave fue las ruinas de un monasterio abandonado de dicha localidad.

(15) Soler Carracedo A, Rubio Armendáriz C, Hardisson de La Torre A, Gutiérrez Fernández AJ. Cit.

(16) Quesada, Juan Diego. “Dos jóvenes mueren intoxicados en una fiesta ilegal en Madrid, El País, 23 de Agosto de 2011. Puede leerse on-line en  https://elpais.com/diario/2011/08/23/sociedad/1314050403_850215.html (última consulta 28/01/2022)

(17) Isabel Gomila Muñiz, Jordi Puiguriguer Ferrando, Loreto Quesada Redondo

Drug facilitated crime using burundanga: First analytical confirmation in Spain

Medicina Clínica (English Edition), Volume 147, Issue 9, 4 November 2016, Pages 421

(18) Ardila, Alfredo & Moreno, Carlos & Ardila, Sara. (2006). Cit.

(19) Giménez del Toro, Iris. La Burundanga. Trabajo de fin de grado (on-line en  http://repositori.uji.es/xmlui/bitstream/handle/10234/183958/TFG_2019_Gimenez_Del_Toro_Iris.pdf?sequence=1&isAllowed=y) [última consulta el 28/01/2022]

(20) https://www.elconfidencial.com/mundo/2017-02-17/colombia-burundanga-violacion-droga_1331702/

(21) Uribe G., Manuel; Moreno L., Claudia L., Zamora S., Adriana  y J. Acosta, Pilar (2005): “Perfil epidemiológico de la intoxicación con burundanga en la clínica Uribe Cualla S. A. de Bogotá, D. C.”, Acta Neurológica Colombiana, Vol. 21 Nº. 3, Septiembre 2005

(22) Uribe MG, Uribe C. (2001): “Neurotoxicidad por escopolamina y ‘Nueva Burundanga’ ” en: Uribe M ed. Neurotoxicología. Bogotá: Exilibris; 2001:89-96.

(23) Somos conscientes de que no podemos extrapolar los datos de estas investigaciones a nuestro país por varios motivos: por un lado, la realidad social y delicuencial de ambos países es diferente, así como las creencias y prejuicios sobre determinados tipos de denuncias, con un sesgo importante de género es este caso. Así, estamos convencidos que los casos que tienen por víctimas a mujeres por violación o abuso sexual serán mucho mayores que las denunciadas realmente ante la policía y, por lo mismo, la proporción real de casuística y móviles que puedan darse puede variar sustancialmente de las reflejadas en los estudios colombianos ya que la sensibilidad ante las actitudes machistas, los límites del respeto a la voluntad de la mujer o incluso las consecuencias de victimización secundaria y terciaria por parte de la mujer sondistintas en uno y otro país. Además, estas situaciones han evolucionado en ambos países, también con ritmos diferentes, a lo largo de los años posteriores a los estudios.

(24) Arroyo A, Barbería E, Bertomeu A, Montero F, Pujol A, Xifró A. (2011) “Incidència i característiques de la submissió química en els delictes d’agressió sexual”. Centre d’Estudis Jurídics i Formació Especialitzada: Barcelona. Vid. Tb. Xifró-Collsamata, A., Pujol-Robinat, A., Barbería-Marcalain, E., Arroyo-Fernández, A., Bertomeu-Ruiz, A, Montero-Núñez, F. & Medallo-Muñiz, J. (2015). “Estudio prospectivo de la sumisión química con finalidad sexual en Barcelona”. Revista Española de Medicina Legal, 144, pp. 403-409. Disponible en: http://dx.doi.org/10.1016/j.medcli.2014.11.026

(25) Navarro Escayola, E. y Vega Vega, C. “Agresiones sexuales facilitadas por sustancias psicoactivas detectadas en el Instituto de Medicina Legal de Alicante en el Cuatrienio 2009-2012”, Gaceta Internacional de Ciencias Forenses, No 8. Julio-Septiembre, 2013; pp. 8-15.

(26) García-Repetto, Rosario y Soria, M. Luisa. “Consideraciones toxicológicas sobre supuestos casos de sumisión química en delitos de índole sexual en el sur de España entre los años 2010-2012” Revista española de medicina legal. 2014;40(1): 4-10

(27) García Caballero, Carlos; Quintela Jorge, Óscar y Cruz Landeira, Angelines: “Alleged drug-facilitated sexual assault in a Spanish population sample”, Forensic Chemistry, Volume 4, 2017, Pages 61-66, ISSN 2468-1709, on-line en https://doi.org/10.1016/j.forc.2017.02.009. Cfr. Tb. García-Caballero, C., Cruz-Landeira, A. & Quintela-Jorge, O. (2014). Sumisión química en casos de presuntos delitos contra la libertad sexual analizados en el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses (Departamento de Madrid) durante los años 2010, 2011 y 2012. Revista Española de Medicina Legal, 40, pp.11-18. doi: 10.1016/j.reml.2013.07.003

(28) Panyella-Carbó, María Neus, Agustina, José R. & Martin-Fumadó, Carles. “Sumisión química versusvulnerabilidad química: análisis criminológico de los delitos sexuales facilitados mediante el uso de sustancias psicoactivas a partir de una muestra de sentencias” Revista Española de Investigación Criminológica, Artículo 5, Número 17 (2019) https://doi.org/10.46381/reic.v17i0.247 www.criminologia.netISSN: 1696-9219

(29) A pesar de la facilidad con la que puede obtenerse esta materia prima, la escopolamina como disolución inodora e insípida  para uso tóxico como droga de sumisión no es tan sencilla de obtener, ya que debe seguir un proceso de limpieza de las muestras, secado, pulverización, y extracción del principio activo a través de la maceración con un disolvente durante al menos dos semanas y la aplicación del método Soxhlet (o de destilación por reflujo) para separar finalmente la escopolamina de otros compuestos con los que se mezcla tras la primera operación. Todo este proceso debe seguirse en laboratorio y con personas especializadas. Sin embargo, el principio activo está en semillas y hojas, como se ha dicho, por lo que el uso recreativo (con sus potenciales peligros para la salud del consumidor), es mucho menos complejo.

(30) De la Cal, Lucas (2016). “Dentro del peligroso mundo de los camellos de la burundanga”, elmundo.es 29/09/2016, en https://www.elmundo.es/cronica/2016/09/29/57e81004468aeb18048b45b7.html

 

 

 

 

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